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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

EL CÁNCER DEL PRESIDENTE Y LA PRENSA

Un país conmocionado por la enfermedad cancerígena del presidente Fernando Lugo es lo que se pintó a través de la prensa, logrando sensibilizar así hasta a los adversarios más acérrimos del mandatario. Todos se mostraron solidarios con el ex obispo de San Pedro, salvo algunos integrantes del gabinete que cuestionaron el enfoque de la información y los titulares de los diarios sobre el cáncer del mandatario. Es que la noticia no puede pasar desapercibida al tratarse de la salud del presidente de más de seis millones de paraguayos.

En este caso, puedo certificar que el mal manejo de la información no provino precisamente de los periodistas, sino de los canales de comunicación oficial, que ante la menor consulta ya sacaban su caparazón y actuaban a la defensiva.

 

Es cierto, todo ciudadano tiene derecho a la privacidad y creo que hubo un respeto absoluto de este derecho constitucional, puesto que nadie se burló del mal del gobernante ni intentó menoscabar su autoridad por el simple hecho de estar enfermo.

 

Más que nunca hubo un manejo ecuánime de todos los informes proveídos por los médicos, quienes al comienzo sí se mostraron reticentes a contar la verdad tal cual, situación que fue develada con el paso de los días. Y digo esto, porque en principio la Dirección de Comunicación avisó de que el presidente se sometería a un control médico rutinario, cuando que en realidad fue ingresado al sanatorio privado para someterse a una cirugía menor, donde le extirparon un ganglio que resultó ser cancerígeno.

 

Esta fue la noticia difundida el miércoles 4 de agosto tras la operación, donde se habló de que el material extraído sería sometido a una biopsia. Tras el estudio anatomopatológico se certifica el tumor y recién el sábado 7 se informa de la existencia de otras inflamaciones linfáticas en la zona del mediastino (que compromete el tórax, corazón, los pulmones y otros órganos).

 

Las revelaciones del estado de salud fueron conociéndose a medida que la prensa fue hurgando de manera particular con otras fuentes médicas, que llevó finalmente a obtener un diagnóstico preciso que transmitir a la población.

 

Otra arista de esta historia es la polémica generada con la gentileza del gobierno de presidente brasileño Luis Inácio “Lula” da Silva, quien ofreció a su “caro amigo Lugo” la posibilidad de asistirlo gratuitamente en el moderno hospital Sirio-Libanés de San Pablo. El jefe de Estado carioca envió incluso un avión de la Fuerza Aérea para el traslado de la comitiva presidencial.

 

Tras las críticas surgidas de parte de autoridades del vecino país, ahora desde el gobierno anuncia que el Estado se hará responsable de los gastos de hospitalización y medicación, aunque también se aceptará el gesto altruista en materia de logística.

 

Entiendo que el presidente Lugo estará enmarañado en la incomodidad que le genera su enfermedad, por lo que no habrá pensado dos veces para aceptar la ayuda de su amigo “Lula”. Creo que viene afrontando con suma fortaleza su padecimiento puesto que en ningún momento demostró desfallecimiento sino por el contrario pareciera  que se puso las pilas y en lugar de entristecerse pensando en su dolencia está buscando distraer su atención cumpliendo una intensa actividad.  Al menos esa fue la actitud adoptada el lunes, en la víspera de su viaje a San Pablo.

 

Concluyo con esta modesta reflexión: cuanto más abiertas sean las puertas para la prensa habrá menos espacio para las especulaciones. El país está pendiente de la evolución del hombre que prometió transparencia en su gestión y la concreción de grandes cambios en beneficio de todos.

5 comentarios

Anónimo -

Pobre anga
Por Carolina Cuenca - carolina@uhora.com.py

Anónimo -

INCOMPATIBILIDADES TRANSITORIAS
Por Alfredo Boccia Paz

Anónimo -

CÁNCER Y POLÍTICA
Por Andrés Colmán Gutiérrez
No hay que ser dramáticos, pero tampoco minimizar la situación: Es la primera vez, en la historia contemporánea del Paraguay, en que a un presidente se le detecta cáncer, en vísperas de cumplir sus dos primeros años de gestión. En la balanza de evaluaciones sobre la tarea gubernamental hay ahora un elemento inesperado, que vuelve relativas muchas apreciaciones políticas.

Por más que los médicos digan que el mal es curable y permitirá a Fernando Lugo seguir gobernando con normalidad, no será tan fácil. Quienes conocen de cerca al cáncer, saben que la lucha es dura y dolorosa. Y ya están ahí los buitres de la política, especulando miserablemente con que una enfermedad les permita acceder a lo que no son capaces de lograr por vías institucionales.

Lo que le pasa al jefe de Estado hace más visible la realidad de muchos ciudadanos y ciudadanas, golpeados por dolencias que ubican inesperadamente ante el espejo de la vida y la muerte, y que no tienen el privilegio de ser asistidos por los mejores oncólogos, encargar sus análisis a un laboratorio de Harvard, o ser sometidos a tratamientos en el hospital más especializado de Brasil.

Pero Fernando Lugo es el primer mandatario y no un ciudadano común. El linfoma no Hodgkin amenaza no solo a su salud, sino también a la del sistema democrático. Es legítimo que el Estado le provea los medios y recursos necesarios para cumplir adecuadamente su función.

Uno le puede criticar muchas cosas al gobernante, pero eso no impide sentir compasión por la persona, expresarle solidaridad y desearle de corazón que pueda curarse. Actitud que tampoco implica perdonar errores, ni eventuales irregularidades en el ejercicio del poder, solo por hallarse enfermo.

El sistema republicano cuenta con mecanismos constitucionales de sustitución de un mandatario, en el caso de que haya impedimentos graves para gobernar, y está bien que los analicemos y los tengamos previstos, pero con la debida seriedad y respeto.

Mientras Lugo pueda cumplir su mandato, aún en delicado proceso de tratamiento médico, debe contar con el respaldo de toda la ciudadanía democrática, ante cualquier sector golpista u oportunista que pretenda aprovecharse de su estado de salud para conquistar indebidamente el poder.

Quiera Dios que se cumpla el milagro de una buena y pronta curación... y en una de esas hasta sea capaz de ofrecernos un mejor Gobierno que el realizado en estos dos primeros años.

CARTAS DESDE EL ESTE

Anónimo -

DEMOCRATIZACIÓN DE LAS COMUNICACIONES
En el marco del IV Foro Social de las Américas se desarrolló un panel denominado “La democratización de las comunicaciones en Latinoamérica”, con la participación de personas que trabajan en la prensa que coincidieron en reclamar la regulación legal del derecho a informar.

La excusa sería, según explicaron, la necesidad de garantizar que todos los sectores de la sociedad tengan “acceso a la comunicación, a la promoción de sus intereses, de su cultura, identidad, proyecto de sociedad, y de esta forma romper el monopolio informativo e ideológico de los grandes grupos de poder económico”.

Sin entrar a recordar en detalle que la regulación legal del derecho a informar, con excepción de las normas sobre la responsabilidad ulterior, condujo siempre, en todas partes, al establecimiento de algún tipo de censura gubernamental y de restricción de la libertad de expresión, parece necesario revisar otras consecuencias prácticas de la tesis del Foro Social.

No parece lógico pensar que el reclamo anterior pretenda obligar a particulares a otorgar este acceso a su costa.

Parece evidente que la intención del reclamo de garantizar que todos los sectores de la sociedad tengan acceso a la comunicación para la promoción de su proyecto de sociedad es que el Estado les financie el medio.

En la mayoría de los países del Continente, y también en Paraguay, el Estado ya posee y opera medios que deben destinarse a satisfacer ese reclamo, por ejemplo Radio Nacional del Paraguay y la Televisión Educativa “Arandu Rapé”.

No solamente eso, en la mayoría de los países del Continente, y también en Paraguay, el Estado presta auxilio económico sostenido a una amplia red de radios comunitarias (aquí no se analiza que en algunos países estas redes se han convertido en aparatos de propaganda oficialista).

En cualquier democracia, las redes públicas de radio y televisión y las redes sostenidas con dinero público deben servir y sirven para garantizar el acceso a la comunicación, a la promoción de intereses, de cultura, identidad, proyecto de sociedad.

Sin embargo, para el Foro Social esto no es suficiente. El Foro insiste en que, a pesar de que todos esos canales existen y están abiertos, es necesario regular a los otros medios, a los de los particulares, para “romper el monopolio informativo e ideológico de los grandes grupos de poder económico”.

El Foro Social no explica de qué monopolio está hablando cuando menciona el “informativo e ideológico”, pues los medios públicos ya lo rompen, en el supuesto de que exista como tal.

Pero la insistencia en hablar de un “monopolio informativo e ideológico” que está roto por los medios públicos o públicamente financiados, permite inferir que lo que estas personas pretenden no es solamente que el Estado les financie el medio sino, en realidad, romper con la fuerza coercitiva del Estado la preferencia del público por los medios particulares, privados.

En efecto, en las democracias nadie obliga a una persona a leer tal diario, a escuchar tal radio, a ver tal canal de televisión. Solamente en Cuba la gente es obligada a consumir la información producida por el gobierno. En el resto de América, aún en Venezuela, la gente elige los medios privados porque quiere y en todas partes se observa que son los medios privados los preferidos por la gente de manera amplia y sostenida. Las excepciones que hay confirman la regla.

Esa preferencia es la que el Foro Social desea prevenir con las regulaciones que reclama, para que sean sus mensajes los únicos que la gente pueda consumir, como ocurre en Cuba. Es lo que están haciendo en Venezuela. Y a esa pretensión de volver al autoritarismo denominan “progresismo”.



Anónimo -

¿QUÉ LES IMPIDE A LOS FACCIOSOS TENER SU PROPIA PRENSA?
Una de las cantinelas escuchadas constantemente de parte de los facciosos de todas las líneas y tendencias políticas actuales en nuestro país, son sus acusaciones contra diarios, radios y canales de TV. En general, para ellos la prensa libre existente es una especie de siniestra cofradía que actúa a oscuras, siguiendo ocultos designios particulares inconfesables, conspirando bajo el poncho contra los intereses de “las mayorías” y preparando el terreno para el éxito de inicuos proyectos de dominación y explotación de las masas sociales.

De esta torcida fantasía nacen los términos que utilizan para denominarla: “prensa capitalista”, “medios empresariales”, “prensa al servicio del imperialismo”, “los canales de las multinacionales”, “los noticieros del imperio”, “prensa apátrida”, o directamente “prensa mentirosa” o “ijapu”, como han calificado últimamente a este diario los voceros de la izquierda radical criolla.

Suponemos entonces que, por el contrario, en el lado correcto, puro y bueno están ellos, los voceros de las masas oprimidas y engañadas, los que defienden los intereses nacionales frente a la dominación imperialista, los portadores de la verdad y develadores de los engaños, y los auténticos representantes de la sociedad desinformada, desorientada y perjudicada por la prensa de los capitalistas poderosos.

Por ejemplo, recientemente, el conocido dirigente sindical paraguayo Víctor Báez Mosqueira anunciaba la intención de un movimiento sindical latinoamericano de “depender menos de los medios de comunicación tradicionales y empresariales”. Justamente él, que cuando era perseguido por la dictadura de Stroessner recibió de los medios independientes de la prensa local el respaldo, la solidaridad y divulgación de su caso, que lo hizo famoso y le permitió recibir ayuda y cooperación internacional, ahora es también de la opinión de que “esa prensa” (o sea nosotros, genérica y despectivamente considerados y calificados “tradicionales y empresariales”) no representa a las clases trabajadoras, no defiende sus intereses y oculta y engaña públicamente acerca de sus dificultades y sus luchas. Por eso dice que hace falta “democratizar los medios”.

Pero, aquí nos preguntamos ¿qué les impide a los sindicalizados, agremiados o asociados “demócratas” poseer sus propios medios y “democratizarlos”, como proclaman? ¿Qué les impide a la izquierda castrista o chavista de nuestro país, a los totalitarios facciosos de cualquier tendencia, a los gremios, sindicatos, movimientos y partidos de izquierda o derecha, tener su propia prensa?

En vez de crear medios de comunicación propios para salvar al pueblo de la mentira, de la ignorancia, de la desinformación y del adoctrinamiento tendencioso del periodismo “cipayo”, vociferan indignados contra la prensa que funciona normalmente en forma de empresa, que cumple con todas sus obligaciones legales y sociales como cualquier otra. Parece que muchos de estos “luchadores” creen que el modelo periodístico “auténticamente popular” tiene que ser el boletín de tipo parroquial, mediante el cual cada caudillo zonal –uno de ellos– mantiene informada a la célula que controla. Esta es la idea que inspira a muchas de las llamadas “radios comunitarias”, que hasta ahora no saben cómo mantenerse en el aire si no es con plata del Estado. Pero esto es solamente una rama del proyecto de los totalitarios, pues la otra es la del gran y único medio de comunicación nacional… en manos de ellos, por supuesto.

Lo cierto es que, imposibilitados de mantener una prensa propia, sindical, gremial, revolucionaria, “de liberación social” o con cualquier otro nombre con el que pretendan diferenciarse; y como no tienen la capacidad profesional y técnica de crear medios propios de prensa que sean creíbles, eficientes y competitivos, con el vigor suficiente para llegar a todos los rincones sociales y servir con veracidad y responsabilidad a la opinión pública, entonces optan por la salida más fácil y cómoda: presionan para que se suprima la libertad de prensa, que se dicten “leyes de prensa”, que el gobierno “regule” al periodismo, que los tribunales “les enseñen los límites”, que existan funcionarios públicos que tengan la facultad de sancionar a diestra y siniestra, para que se censure, se clausure, se hostigue o se ejerzan represalias “legales”.

Esto hicieron Fidel Castro y los dictadores militares latinoamericanos, sin excepción, y esto es lo que perpetra Hugo Chávez casi a diario, siendo un tanto más tímidamente imitado por otros de su línea. Los “revolucionarios” locales, por su parte, siempre tan quejosos de la prensa nacional, deberían hacer una visita a Cuba para inspirarse mejor; allí van a tener la experiencia directa de cómo vive una sociedad a la que se le suprimió todo su derecho a la libertad de expresión, y no tienen otra fuente de información que no sea la prensa de los propietarios del país y la del gran sacerdote de la ideología “libertadora”, Fidel Castro.

Habría que preguntar entonces a estos señores que organizan foros, por qué en vez de perder el sueño por causa de la prensa que aborrecen y quieren borrar del mapa, más bien no buscan organizar sus propios medios periodísticos. Podrían tener diarios y revistas de diverso tipo y formato, canales de TV y radios de gran alcance. Si no disponen de los recursos económicos necesarios, tal vez algunos de sus paladines como Hugo Chávez, Castro, Correa, Morales; o algún poderoso sindicato u organización política de países vecinos; y quién dice si hasta el dictador iraní Ahmadinejad o algún otro, les contribuirían gustosos para un proyecto así. Si pequeños grupos religiosos disponen de modernos y poderosos medios periodísticos, ¿por qué no una entusiasta asociación de ciudadanos “demócratas” hartos del periodismo empresarial?

A través de sus medios de prensa, libres ya de las odiosas cadenas de la búsqueda del lucro, de la hegemonía imperialista, de los voraces e insensibles intereses empresariales, podrían iniciar todas las luchas que quisieran, formular todas las denuncias que actualmente no pueden, o desmentir todas las falsedades que escuchan. A pesar de que hoy lo pueden hacer en cualquier medio periodístico nacional, pensamos que nada les podría ser más gratificante que practicarlo en un medio propio, ser dueños exclusivos de “su” libertad de prensa.

Sin embargo, saben muy bien por qué no lo hacen: son plenamente conscientes de que ningún medio de prensa facciosa, limitado a un sector social, a una sola línea de pensamiento político o a una asociación de organizaciones, va a lograr sostenerse sin tener apoyo de los lectores, los oyentes o los televidentes. Necesitarán quién los mantenga. Y ahí está el pa’ã.

Por ejemplo, Hugo Chávez y otros mecenas del totalitarismo marxista bolivariano quizás darán su contribución para el impulso inicial, pero no irían a ser tan estúpidos como para convertirse en el cuerno de la abundancia de recursos inagotables para algún barril sin fondo. En algún momento los voceros de la revolución tendrán que solventarse por sí mismos, esforzándose para intentar demostrar al pueblo que su proyecto es plausible. Tal vez la gente les crea.

Pero si no, podrían inspirarse en Patria, en Granma, en Pravda o Isveztia. El diario Pravda, por ejemplo, que fue poderosísimo órgano oficial del Partido Comunista de la ex Unión Soviética, financiado durante setenta años por el Estado soviético, disponía en Moscú de una planta de impresión y redacción de seis pisos que ocupaba cuatro hectáreas, con 10.000 empleados, y que al disolverse la URSS se derrumbó como un mamut de arena porque ni el propio director pudo ya cobrar un centavo de salario. Se acabó el dinero fácil del Estado, y los medios oficiales tuvieron el mismo fin fatal del aparato ideológico y político que los sustentaba.

Recordemos que igual sucedió aquí con el diario colorado stronista “Patria” y con el programa radial “La Voz del Coloradismo”, ambos de triste memoria. Eran financiados por la dictadura stronista con fondos públicos y con lo que les sustraían del bolsillo a los esclavizados funcionarios estatales (la suscripción les descontaban obligatoriamente de su sueldo cada mes). Derrocado Stroessner, “Patria” se hundió en el mismo sumidero de la Historia que sus patrones, dejando en la calle a un tendal de periodistas y empleados sin cobrar sueldos atrasados. Nunca pagó impuestos, IPS, luz, teléfono, agua, ni nada. Se puede vaticinar que este es el futuro de Granma cuando la pobre Cuba recupere la libertad.

Por la experiencia histórica es seguro que cualquier intento de imponer en nuestro país una prensa facciosa, servil, prepotente, que surja de sectores radicalizados y mantenidos por el Gobierno, por las hidroeléctricas, por los avisos del Estado, por financistas extranjeros o cosa por el estilo, tendrá la misma suerte que los casos que citamos.

Es el destino inevitable de todo medio de prensa que se asocia a un poder hegemónico y excluyente.