LA POLÍTICA PARAGUAYA Y EL LUCRO DE LA INSEGURIDAD
- Víctor L. Romero (*)
Es innegable que las campañas electorales son costosas en el Paraguay y coincidentemente los “asaltos del año” suceden generalmente con mayor frecuencia durante ese tiempo. Pero ya muy poco nos extrañamos de ello, porque desde hace tiempo nos vienen acostumbrando a través de los noticieros locales a hechos repletos de violencia, en los que las muertes por accidentes de tránsito y las producidas por crímenes violentos son noticias principales, las cuales ya superan en número por lejos a las ocasionadas por el cáncer, por ejemplo. De manera que nuestro principal problema nacional es este cáncer prevenible nuestro de cada día, capaz de causar dolor y frustración en la mayoría de los familiares de las víctimas de la inseguridad.
Este gobierno no ha podido prevenir que este mal enlute a nuestro pueblo y que cada vez vaya en aumento en vez de disminuir. Por el contrario, ignora a esta población mayoritaria que de una u otra manera ya ha sido víctima de la inseguridad, y en quienes ya se acrecienta el interés y el deseo de una regulación eficiente de la vida humana, capaz de facilitar la convivencia social y el bienestar de todos y no solo el de unos cuantos que lucran a gusto con la desorganización social existente.
Los dedicados a las ciencias del comportamiento humano sabemos que la agresividad primitiva que llevamos por dentro es parte de nuestra misma naturaleza, y que generalmente está bien controlada en un mundo civilizado de individuos saludables que viven regidos por normas prácticas y eficaces, en donde la prioridad es velar por la convivencia armónica de la colectividad.
En nuestro país, sin embargo, definitivamente hemos perdido toda moral del deber y de la responsabilidad hacia los demás, y la hemos reemplazado muy rápidamente por la moral del bienestar personal sin importar ni respetar la misma vida. Es ahí cuando la sociedad y el individuo más que nunca precisan de límites externos capaces de garantizar la convivencia social, y son los organismos regulatorios gubernamentales los que deben establecer dichos límites necesarios, haciendo cumplir las normas de convivencia. Si un gobierno es incapaz de establecer dichos límites, termina fomentando la violencia individual y colectiva en la sociedad.
Son también responsables de fomentar esta creciente violencia los organismos de seguridad, que facilitan la impunidad con la corrupción muy lucrativa para los mismos y, por último, es el mismo poder económico y político del país que no ha conocido otro medio más rentable que el de la corrupción y la impunidad, y por eso siguen apostando al mismo sistema y no están dispuestos a modificarlo por más que hablan de cambios. En el fondo, temen perder sus privilegios obtenidos en medio de esta desorganización.
Si verdaderamente queremos un país diferente, empecemos por modificar los factores que fomentan la inseguridad con medidas políticas adecuadas para tales efectos, y no solo satisfacer nuestras ansias personales de llegar al poder sin hacer nada al respecto. Desde luego, nuestros políticos se han convertido en meros expertos buscadores de poder, pero incapaces de alterar el caos y la inseguridad reinante en el país una vez electos. Si seguimos con los mismos políticos, seguiremos lamentando lo que nos pasa pero sin ver las soluciones necesarias. Por eso, en este momento, debemos pedir planes para solucionar este problema fundamental a quienes buscan ser electos y pedir cuentas al respecto a quienes ya fueron electos.
*Médico Diplomado del Board Americano de Siquiatría y Neurología.
victor2343@gmail.com
24 de Octubre de 2010
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