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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

ALGO DE ILUSIÓN

Por Benjamín Fernández Bogado 

El calor era insoportable ese día, pero a los que decidieron salir de sus casas no les importó el clima porque fueron movidos por la misma ilusión que moviliza a millones tras alguna justificación superior que los haga huir de la rutina de un país, que en febrero solo tiene aires de pesadez y angustia. Todos desde el presidente hasta el último de los paraguayos, querían encontrar un motivo para reconciliarse con un sueño que les diera ánimo y confianza. Que mostrara un camino diferente a la caminata en círculos que parece ser la constante en una nación donde cuando se habla de eso se dice: "Vamos a hacer un cambio de 360 grados", aplaudidos por todos pero que finalmente significa no haberse movido un centímetro del sitio escogido.

Esa noche inolvidable por muchas cosas, un hombrecito de 17 años simbolizaba un país. Nacido en el exilio económico de la Argentina se había hecho paraguayo por pedido de sus padres y como muchos había querido emerger social y económicamente jugando al fútbol. Juan Iturbe fue el escogido de los cerristas para simbolizar varias cosas. Bronca con alegría, frustración con ánimo, marginamiento con ilusión de construir algo diferente en un país donde para ser algo se debe salir en un periódico argentino o ponerse la albiceleste.

 

Ese a quien le dicen el "Messi-guaraní" representa en el imaginario colectivo del paraguayo -no solo del cerrista-, la rebeldía a una realidad que muy pocos pueden alterarla y que solo están condenados a cargarla. Iturbe, más que con sus goles, con su actitud, hizo que los aficionados el jueves pasado no quisieran irse del estadio. No deseaba esa hinchada la realidad que les esperaba afuera. La que está cargada de violencia y frustración. La que todos los días se lee en los diarios, se escucha en las radios o ve por televisión: un país teñido de corrupción, robos y desencantos. Hubieran pagado el doble para que Iturbe siguiera jugando esa noche. Para que esa picardía, rapidez y contundencia se hicieran parte de la vida de millones de paraguayos que para nada quisieran parecerse al canciller, cuyos antivalores son iguales a los atributos del futbolista, pero para su propio beneficio personal. Cuántos pícaros y corruptos saltaron en la semana en esa lista de planilleros del TSJE, que terminará como en la frase de Lugo que luego de nombrar a su sobrino dijo: "Él también tiene derecho a trabajar". Como en nuestro país trabajo con salario representan la misma cosa, hay 5.000 razones para los 5.000 recomendados que podrían decir lo mismo. ¿Acaso la ministra de Salud no argumentó igual su autoasignación y Lacognata afirmó que cuatro dictámenes le decían que cobrara en Itaipú y la Cancillería? Si esa es la lógica para los de arriba, ¿cuál es el problema con los de abajo?

 

Harto de dictámenes a la medida, autojustificaciones y promesas esta semana hasta el embajador japonés perdió la paciencia de miles de años y en un tono que en cualquier país serio hubiera significado su retiro como representante diplomático, le espetó a Federico Franco que ya no quiere más excusas. "Que se termine Clínicas" -bramó ante un presidente en ejercicio que solo atinó a sorber un apurado como desubicado tereré.

 

Por eso la gente aplaudió a Iturbe, él representa la alegría, la ilusión del gol, del que se sobrepone a las injusticias de la vida para terminar gritando sus goles que por poco lo ahogan de tanta felicidad ante un público que quería abrazarlo y hacerlo suyo en la cercanía del contacto físico.

 

A falta de cambios y agobiado por la misma corrupción de siempre, la gente solo se contenta con quien le dé algo de ilusión y en eso Iturbe le hizo un gol a la vida esta semana, a pesar de que por falta de cariño no se ponga nunca la albirroja de mayores.

 

1 comentario

Mariano Otazú -

JUAN ITURBE

Igual que muchos fanáticos del fútbol, desearía que el actual ídolo de Cerro Porteño, Juan Iturbe, juegue por la selección paraguaya. Sin embargo no comparto la presión que se está ejerciendo para que éste muchacho de 17 años, que ya jugó por la selección juvenil argentina, revea su postura. Me parece que la reacción es muy tarde.

“Iturbe es paraguayo” rezaba un enorme cartel el domingo en Ciudad del Este, donde Cerro disputaba exitosamente (2-1) su partido contra el local 3 de Febrero. Y se notó una extraña coincidencia, que tanto hinchadas cerristas como olimpistas se pusieron de acuerdo en pedir a Iturbe que vista la albirroja, basado en ese magistral debut que tuvo frente a Colo Colo donde marcó dos goles, por la Copa Libertadores de América.

Todos sabemos que Juan Iturbe nació en Buenos Aires, pero es de padre y madre paraguayos. Toda su niñez y su adolescencia, o toda su vida hasta ahora, lo pasó por aquí y es más paraguayo que la mandioca. Practicó fútbol en la calle, en las canchitas hasta que alguien lo llevó a Cerro Porteño y lo fichó.

De que en barrio Obrero no le hayan prestado suficiente atención hasta que se le perdió a este muchacho, es otra cosa. Y al respecto, alguna vez se tiene que hacer una profunda investigación para saber si por culpa de quién Cerro perdió a Iturbe y de paso unos 15 millones de dólares que algunos dicen que hoy costaría su pase.

Pues bien. Una vez que los dirigentes o el técnico o no se quién, no le dio a Iturbe la importancia que se merece y el jugador se fue a Argentina, cambió radicalmente la historia. El muchachito se sintió desprotegido y como tiene la nacionalidad argentina y unas tremendas condiciones futbolísticas, pues ellos se avivaron y lo llevaron a su selección sub 20. Jugó el sudamericano reciente en Perú y se ganó el apodo del “Messi guaraní”. Todos ya lo comparan con el extraordinario jugador argentino del Barcelona de España y algunos dicen que puede llegar a más.

Condiciones no les faltan y seguramente hasta junio, en que jugará por Cerro Porteño, va a demostrar todo lo que tiene para disfrute de los azulgranas. Y en mi opinión hasta allí nomás tenemos que llegar en su caso. No corresponde presionarlo, es muy joven y él ya eligió a Argentina para jugar en su selección. Una fuerte presión le puede perjudicar sicológicamente e, incluso, su nuevo club, el Oporto de Portugal, puede solicitar que no juegue más para cuidar su integridad física y sicológica.

Reaccionamos muy tarde, lo teníamos entre nosotros y no le supimos valorar, fue a Argentina, se desarrolló, se hizo conocer, fue transferido y todo, por lo que se tendría que respetar su decisión de vestir la albiceleste. Ya lo dijo él mismo: “Renunciar a Argentina sería volver para atrás y no quiero hacer eso”.

Iturbe es muy joven, respetémoslo. Él ya hizo su elección por culpa de mucha gente paraguaya que lo vio y no creyó en sus extraordinarias cualidades. Ahora ya es tarde.