BICENTENARIO: ¿SE VIENE, O YA PASÓ?
Todo indica que ya pasó la oportunidad (por no decir que la perdimos) de refundar nuestras repúblicas y repensar nuestros destinos como naciones latinoamericanas con motivo del Bicentenario de las respectivas independencias patrias.
En el caso de nuestro país, estamos a menos de tres meses y el tiempo no puede dar para otra cosa más que para lo que se está haciendo: iluminar, y a duras penas, unos que otros edificios históricos.
La reflexión viene por el lado de un análisis hecho sobre el tema por investigadores del Real Instituto Elcano de España, publicado recientemente en la Red por uno de ellos, Carlos Malamud, especializado en asuntos de Latinoamérica.
Los bicentenarios se vienen festejando desde el 2010, cuando les tocó la fiesta a Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México y Venezuela, a los que se sumarán este año El Salvador, Paraguay y Uruguay. Y pese a esta “multitud” de naciones en el mismo tren no se ha podido articular ninguna iniciativa regional o continental al respecto.
El trabajo de Malamud menciona que en principio surgieron ideas para dar a los festejos un fuerte espíritu “bolivariano”, pero los intentos fracasaron (por suerte), y no faltaron propuestas nacidas en España para un cariz iberoamericano.
Finalmente, ninguna de esas intenciones logró calar en el continente y las recordaciones de las gestas emancipadoras de inicios del siglo XIX han entrado en cauces exclusivamente nacionales.
Incluso, ese fenómeno se vio reflejado en la prensa de América Latina. Un estudio realizado sobre una muestra de 2.878 noticias seleccionadas sobre el tema arrojó que el 65,3% tiene un marcado carácter nacional y solo el 19,04% se relaciona con la política exterior de sus gobiernos.
La poca reflexión en nuestros países sobre el tema se trasluce también en los artículos de opinión, pues apenas el 3,5% de los mismos se ocupó de la celebración de los bicentenarios.
¿Por qué nos pasa esto? Uno de los motivos es coyuntural, porque casi todos los países están muy ocupados en atender sus problemas sociales, económicos y políticos y al parecer no sobran ganas ni tiempo para profundizar sobre el Bicentenario.
En el caso de Paraguay, deberíamos agregar que nos falta otro factor muy importante: recursos financieros. Existen además razones de fondo, que según el estudio están muy relacionadas, en primer lugar, al exceso de nacionalismo imperante en el continente y, en segundo lugar, a las importantes diferencias políticas entre algunos gobiernos.
Hay más datos y reflexiones que apuntan a que esta recordación histórica fue poco pensada y poco aprovechada para hacer cosas más importantes, más útiles que las iluminaciones y las serenatas.
Las luces en la Catedral Metropolitana están muy buenas, pero mejor sería poder lograr la transparencia de las instituciones; las 500 o 1.000 arpas tocando al unísono son muy bellas, pero también nos faltan, por ejemplo, más instrumentos de desarrollo y de renovación educativa. Ojalá no sean necesarios otros 200 años para lograrlos.
En el caso de nuestro país, estamos a menos de tres meses y el tiempo no puede dar para otra cosa más que para lo que se está haciendo: iluminar, y a duras penas, unos que otros edificios históricos.
La reflexión viene por el lado de un análisis hecho sobre el tema por investigadores del Real Instituto Elcano de España, publicado recientemente en la Red por uno de ellos, Carlos Malamud, especializado en asuntos de Latinoamérica.
Los bicentenarios se vienen festejando desde el 2010, cuando les tocó la fiesta a Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, México y Venezuela, a los que se sumarán este año El Salvador, Paraguay y Uruguay. Y pese a esta “multitud” de naciones en el mismo tren no se ha podido articular ninguna iniciativa regional o continental al respecto.
El trabajo de Malamud menciona que en principio surgieron ideas para dar a los festejos un fuerte espíritu “bolivariano”, pero los intentos fracasaron (por suerte), y no faltaron propuestas nacidas en España para un cariz iberoamericano.
Finalmente, ninguna de esas intenciones logró calar en el continente y las recordaciones de las gestas emancipadoras de inicios del siglo XIX han entrado en cauces exclusivamente nacionales.
Incluso, ese fenómeno se vio reflejado en la prensa de América Latina. Un estudio realizado sobre una muestra de 2.878 noticias seleccionadas sobre el tema arrojó que el 65,3% tiene un marcado carácter nacional y solo el 19,04% se relaciona con la política exterior de sus gobiernos.
La poca reflexión en nuestros países sobre el tema se trasluce también en los artículos de opinión, pues apenas el 3,5% de los mismos se ocupó de la celebración de los bicentenarios.
¿Por qué nos pasa esto? Uno de los motivos es coyuntural, porque casi todos los países están muy ocupados en atender sus problemas sociales, económicos y políticos y al parecer no sobran ganas ni tiempo para profundizar sobre el Bicentenario.
En el caso de Paraguay, deberíamos agregar que nos falta otro factor muy importante: recursos financieros. Existen además razones de fondo, que según el estudio están muy relacionadas, en primer lugar, al exceso de nacionalismo imperante en el continente y, en segundo lugar, a las importantes diferencias políticas entre algunos gobiernos.
Hay más datos y reflexiones que apuntan a que esta recordación histórica fue poco pensada y poco aprovechada para hacer cosas más importantes, más útiles que las iluminaciones y las serenatas.
Las luces en la Catedral Metropolitana están muy buenas, pero mejor sería poder lograr la transparencia de las instituciones; las 500 o 1.000 arpas tocando al unísono son muy bellas, pero también nos faltan, por ejemplo, más instrumentos de desarrollo y de renovación educativa. Ojalá no sean necesarios otros 200 años para lograrlos.
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