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CONTRA LA SUBA DEL PASAJE: MITOS, VERDADES Y LOGROS

Los manifestantes queman simbólicamente una pancarta. Foto: Magalí Casartelli

POR PELAO CARVALLO ⋅

No fue una gran explosión, pero las manifestaciones del miércoles sirvieron para demostrar lo que se venía.

En cuanto fue pública la decisión de Setama de solicitar del gobierno la ratificación presidencial para la suba del pasaje de colectivo a la rebuscada cifra de guaraníes 2547, muchas voces se alzaron, en lo íntimo y en lo público contra ese despropósito. Y todo hubiese salido de maravillas para los autodenominados “empresarios” del transporte sino es por que, inmediata y espontáneamente, el pueblo asunceno salió a la calle a gritar NO.

Es cierto, no fue una gran explosión, pero las inmediatas salidas de aquel miércoles de noche sirvieron para demostrar lo que se venía.

Un mito: facebook, es cierto que ahí se crearon grupos y eventos contra el alza. Pero a la primera asamblea en la facultad de filosofía la gente que llegó vino convocada de voz a voz o por mensajitos de celular antes que nada. Y a esa asamblea llegó gente que se representaba a si misma o a organizaciones.

Otro mito: una acción de jóvenes y estudiantes. Desde esa asamblea quedó claro que la lucha no era un tema exclusivo de jóvenes o estudiantes, trabajadores, desempleados, activistas de todo tipo estuvieron presentes ahí y, sin desmerecer la importancia numérica y anímica de lxs estudiantes, la lucha fue presentada como un movimiento de todxs lxs usuarixs.

Desde esa misma noche se multiplicaron las estencileadas, pintatas, volanteadas. Circularon originales de volantes y esténciles por facebook y otras redes. Buena parte de la ciudad recibió esta lluvia de información y convocatoria. El mercado 4, ya para la mañana del viernes estaba completamente volanteado.

Surgieron otras convocatorias y llamados, otros -como los encuentros de los sábados en el panteón al alero del Pa’i Oliva- se sumaron a luchar contra esta nueva amenaza a la dignidad y al bolsillos de la gente del Gran Asunción.

Una verdad: Esta lucha se ha realizado preferentemente desde una perspectiva sin partido. Lo que no quiere decir que lxs militantes y los partidos hayan estado fuera de esta lucha. Han estado, y desde el primer momento. Pero la dinámica asamblearia ha permitido que las voces individuales y colectivas se escuchen por sobre y por fuera de las dinámicas propias de los partidos.

Otra verdad: Las asambleas, constantes desde el mismo sábado de la primera marcha, han permitido que se expresen voces nuevas, diferentes y en este caso sí, preferentemente jóvenes y también ha permitido que se exprese una dinámica distinta y urbana de acción: se habla, se discute, se conversa todo el tiempo que sea necesario. Pero no se deja de salir a la calle a manifestarse, interrumpir el tránsito, “cazar chatarras” e interactuar con el pueblo que, sobre todo, espera a las chatarras en las paradas del centro.

La marcha del sábado 19 de marzo marcó el comienzo de esta nueva dinámica y, para ello, fue necesario quebrar algunas convenciones. Desde el panteón de los héroes y por Cerro Corá hasta llegar a Mariscal López y Perú la marcha fue.. convencional. En esa esquina la acción fue adquiriendo otro matiz. Jóvenes encapuchadxs y no hicieron pintatas por las paredes de esa esquina. Se quemó simbólicamente un colectivo de isopor y cartón. Y cuando algunos dirigentes de oenegés acordaron con la policía el fin de la manifestación.. el pueblo simplemente les pasó por alto. Y se hizo retroceder al primer colectivo, y al segundo y al tercero y cuando la policía intento detener a quienes pintaban los colectivos con la consigna “Fuera Chatarras”, el pueblo allí reunido les defendió y libró.

Desde allí y ya en plena cacería de chatarras se subió por Perú hasta el mercado 4. Espontáneamente. Pero en la asamblea de filosofía ese trayecto ya había sido propuesto. La manifestación tomó allí la contundencia de la acción directa.

Un logro: La asamblea se ha potenciado en la acción directa. El accionar directamente contra los colectivos, con fuerza pero sin violencia, el salir a la calle e incidir sobre el cotidiano de casi todxs quienes se mueven por el centro de la ciudad ha multiplicado la capacidad de la palabra de esta asamblea. Y quienes han participado de esta acción han reconocido en sí y en la lucha unida un nuevo potencial y una nueva fuerza. Gente, mucha de ella, que no había tenido este tipo de experiencia. Una lucha emientemente urbana y social.

Otro logro: Con asamblea, acción directa, facebook, redes y multiplicidad de convocatorias se incidió en la coyuntura y se detuvo algo que ya era costumbre en el panorama económico: Setama proponía y el gobierno acataba. Con la salida a la calle, con las expresiones virtuales, con la diversidad de convocatorias, se pudo frenar al gobierno, primero en manos de Franco y hasta ahora, en manos de Lugo.

Este accionar no ha sido fácil ni gratuito. Acostumbrados al dirigentismo, la asamblea debe ratificarse cada vez. No siempre se logra consenso y los métodos propuestos chocan entre si. Anoche la asamblea estuvo a un tris de quebrarse. Prácticas políticas anticuadas frente a otras nuevas se enfrentaron francamente. Por supuesto, a táctica elegida también conlleva riesgos. Ayer uno de lxs manifestantxs fue arrollado por un colectivo que aceleró al ver que se le intentaba detener. Otrxs manifestantes casi fueron heridos por ese colectivo. La policía ha intentado reprimir varias veces. Por suerte, y dentro de los logros, el rescate de lxs compas secuestradxs por la policía ha sido efectivo hasta ahora.

Más logros: Se ha logrado que se discuta sobre el transporte público. Es, por estos momentos, tema de conversación en todos lados. Incluso algunos se han permitido historiar y/o soñar nuestro sistema de transporte urbano. ¡qué vuelva el tranvía! se gritaba ayer y ¡no al subsidio! se grita hoy. El mismo gobierno se ve en la obligación de imaginar soluciones que no afecten directamente el bolsillo de lxs usuarixs. Aunque, un subsidio, nos afectará indirectamente.

Este escrito no puede terminar hoy porque la lucha está sucediendo ahora.  En el Panteón hay asamblea y por las calles circulan todavía las chatarras.

 

  • Los manifestantes queman simbólicamente una pancarta. Foto: Magalí Casartelli

 

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1 comentario

Susana Oviedo -

DE FACEBOOK A LAS CALLES

Asunción y muchas ciudades del país debieron ser escenario de intensas movilizaciones ciudadanas, contra la impopular, inoportuna y extorsiva pretensión -latente aún- de aumentar el precio del pasaje en el transporte público.
Claro, eso es lo que se esperaría si las expresiones de indignación volcadas en las redes sociales -sobre todo Facebook y Twitter-, sumadas a las tradicionales llamadas telefónicas y mensajes de textos a las distintas radios se trasladaran a las calles y tradujeran en acciones concretas de la sociedad civil.

Hasta la semana pasada, la capital y principales ciudades del país habrían estado perturbadas por manifestaciones masivas, pintatas de repudio, marchas y otras diversas formas de expresión ciudadana, a fin de que, por encima de cualquier otro interés, prevalezca el derecho del consumidor a la hora de decidir sobre cuestiones que afectan la economía familiar.

Algo que ocurre normalmente en países como la Argentina o Chile, donde la conciencia ciudadana sobre los derechos y obligaciones están asumidas con mucha madurez.

Desafortunadamente aquí, gran parte de los que manifiestan su hartazgo y exponen sus críticas contra el continuo castigo y falta de consideración hacia los ciudadanos, solo llegan a ese primer estadio: a la mera queja o al plagueo, como se dice en Paraguay. Una permanente omisión de responsabilidad ciudadana traducida en la pasiva actitud de aguardar siempre que otros tomen la iniciativa de avanzar al siguiente paso: al de las acciones. Es decir, hacer algo para incidir.

Hasta hace unos días, sobraban los motivos para que la gente de a pie sintiera bronca y las ciudades desbordaran de expresiones ciudadanas de hastío. Había aumentado el precio del combustible, encarecieron varios productos de consumo básico y, para colmo, se pretendía aumentar el precio de un pésimo, insalubre y deplorable servicio de transporte público.

Para colmo, ni los empresarios del sector ni las autoridades dieron ni dan señales ciertas de que en sus intenciones está garantizar un estándar de calidad. Y es que no se sienten interpelados por la indignación que se destila en la red internet y en los medios de comunicación.

Esta manifestación no reemplaza a la fuerza que sí posee una gran marcha de repudio o a pequeñas, pero perseverantes jornadas de protestas que, poco a poco, van formando conciencia y sumando adeptos.

Es lo que un puñado de estudiantes universitarios, autoconvocados a través de las redes sociales, vienen haciendo en repudio al deteriorado servicio de transporte y la pretensión, no desterrada, de incrementar el costo del boleto.

Una iniciativa plausible, considerando que el problema del transporte público debería interesar tanto a aquel que lo utiliza todos los días, como a los que no lo hacen, porque no están dispuestos a someterse al peligro y a la humillación que hoy representa viajar en ómnibus.

Por eso, aunque el grupo de jóvenes manifestantes hasta ahora no pasa de las 300 personas, consiguieron frenar un nuevo golpe al bolsillo ciudadano. Merecen un aplauso y la adhesión de todos, particularmente de los que aún no se animan a saltar de Facebook a las calles.

Las acciones de protesta deben continuar.

A los transportistas no les interesa la vida de los pajeros. Si no, ¿por qué mantienen en circulación los buses chatarras?

Las autoridades, empresarios y cuanta gente deciden sobre los demás, se sentirán observados y demandados, solo si esa ristra de plagueos desplegada en las redes sociales se vuelca a la realidad pura y dura, mediante la participación activa donde corresponda marcar presencia, elevar la voz de reclamo, defender los derechos.