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INTENDENTES Y CONCEJALES TIENEN LA OBLIGACIÓN DE DAR RESPUESTAS A LAS NECESIDADES

 

Transcurridos los 100 primeros días de su gestión, gran parte de los gobiernos municipales todavía no han dado claras muestras de estar a favor del desarrollo de sus comunidades. Si los ciudadanos no presionan a sus autoridades, muchas de ellas usarán los cargos que les otorgaron las urnas solo para enriquecerse, sin haber aportado nada para mejorar la calidad de vida de las personas que viven en los municipios.

Cuando se habla de municipalidades, la atención suele estar centrada en el Ejecutivo, es decir, en el intendente. No es, sin embargo, el único responsable de que el gobierno local funcione. Los concejales, que son el legislativo, constituyen el contrapeso y contralor de la autoridad principal. Es un rol que no se puede desdeñar.

 

Lo que se espera de los intendentes es que ejerzan el poder en favor de la superación de los problemas de sus municipios. Es decir, respuestas concretas a situaciones que afectan a sus habitantes en lo que atañe a transporte público, recolección de basura, infraestructura vial, ordenamiento del tráfico de vehículos, funcionamiento de mercados, manipulación de alimentos, puestos de ventas, limpieza de áreas públicas, ruidos molestos y otros aspectos de la vida cotidiana.

 

A los concejales que forman parte de las juntas municipales les compete no solo la tarea de aprobar ordenanzas que respondan a las necesidades, sino también de darle gobernabilidad a las comunas. Las votaciones tienen que ser a favor de la comunidad, no de intereses partidarios. La muy frecuente actitud de no dejarle trabajar -en los casos en que lo haga- al intendente, perjudica no al Ejecutivo sino al pueblo.

 

Salvo excepciones, donde desde los primeros días de gestión ya se notó una clara apuesta a una renovación y a un servicio eficiente, la mayoría todavía no despega de la desidia, la falta de iniciativas y la ausencia de liderazgo firme.

 

Asunción, por ser la capital donde confluyen a diario alrededor de más de un millón y medio de personas de otros municipios para trabajar o realizar gestiones, es la referente obligada del país. Su Municipalidad, sin embargo, hasta ahora no da señales claras de disponerse a cumplir las rimbombantes promesas del intendente Arnaldo Samaniego en su campaña proselitista.

 

Su más grande desafío es descongestionar el caótico tránsito que envenena las calles, exacerba los ánimos de los conductores y carcome la economía consumiendo más combustible por los embotellamientos. Si en los próximos meses -en cogestión con el Ministerio de Obras Públicas- no muestra resultados, podrá pensarse que su administración será tan pobre en resultados como la de sus predecesores.

 

Los 100 primeros días son una etapa en que las autoridades municipales exhiben ante la ciudadanía la tendencia que va a marcar el resto de su mandato. También son un tiempo de tolerancia, donde los que pagan sus impuestos desaceleran su impaciencia y observan hacia dónde van los depositarios de la voluntad popular.

 

En corresponsabilidad, los intendentes y concejales de los 240 municipios de la República tienen la obligación de satisfacer la demanda de una mejor calidad de vida de sus comunidades. Si no lo hacen es porque traicionan el mandato del Soberano que, en mayoría, depositó en ellos su confianza.

http://www.ultimahora.com/notas/416339-Intendentes-y-concejales-tienen-la-obligacion--de-dar-respuestas-a-las-necesidades

 

1 comentario

Anónimo -

Hasta ahora, el intendente Samaniego es un fracaso


Uno de los disparatados anuncios hechos por el entonces candidato a intendente de Asunción, Arnaldo Samaniego, en el estilo tontamente triunfalista que emplean en las campañas electorales, fue que resolvería el problema de los baches de Asunción en 48 horas.

No importa ya ahora preguntarse si alguien en su sano juicio podría haberle creído a Samaniego tal fanfarronada, porque la realidad política de nuestro país estrella contra el rostro de la ciudadanía inteligente y honesta una verdad irrefutable: no cuenta para nada cuán inepto sea el candidato, no interesa cuántos disparates sea capaz de pronunciar ni los papelones que haga, una mayoría le vota igual cuando el aparato partidario que le respalda funciona, y los fondos de que dispone para compra de conciencias se distribuyen adecuadamente.

Solo así puede entenderse que ciertos candidatos visiblemente mediocres ganen elecciones y que otros, con sobrados méritos y aptitudes, las pierdan.

Hace más de tres meses que Arnaldo Samaniego es intendente de Asunción, y la ciudad empeoró en todos los aspectos principales, es decir, aquellos que más directamente afectan a sus habitantes. Los pavimentos, que debían lucir impecables a las 48 horas, están en peores condiciones cada día. Porque además llueve y, pese a que este fenómeno es constante desde hace siglos y, por consiguiente, es también perfectamente previsible, los genios municipales todavía no pueden reparar sus secuelas.

De los semáforos, mejor no hablar. Ya estaban obsoletos hace quince años. La anterior intendenta habló mucho sobre ellos, pero no resolvió una sola dificultad relacionada con esos aparatos. Samaniego discurrió mucho, gastó mucha saliva acerca de la problemática del tránsito, mas, como era de esperar, en tres meses no dio un mínimo paso hacia la solución de nada.

La basura y la contaminación de la ciudad no son problema exclusivamente municipal, sino de la falta de educación, cultura y sensibilidad de los habitantes del país en general, sea que residan en Asunción o pasen por esta ciudad en calidad de transeúntes. No obstante, es la autoridad comunal la que tiene que educar, regular y sancionar y, por supuesto, pese a sus miles de funcionarios y contratados, no tiene quien realice eficientemente esta tarea urbanística elemental.

La epidemia de dengue que sufren actualmente las principales áreas urbanas es una de las peores consecuencias de la ignorancia y dejadez general; pero si las autoridades estatales y municipales son las primeras en abandonar sus obligaciones y desentenderse de sus responsabilidades, no es mucho lo que cabría esperar de una población como la que tenemos, que gradualmente se va habituando a la suciedad, al desorden y a la contaminación, y que se volvió incapaz hasta de percibir los daños que esta actitud causa en ellos mismos, en sus hijos menores y para el futuro de todos.

Hasta que demuestre lo contrario, a Arnaldo Samaniego hay que considerarlo actualmente como otro charlatán más de la política criolla, capaz de ganar una reñida elección por un puñado de votos, pero incapaz de solucionar, en tres meses, un solo problema, siquiera el menor, de la ciudad por cuya administración pugnó con tanto denuedo. Será quizás otro político de paso, que intentará emplear la intendencia capitalina como catapulta para alcanzar algún otro cargo político de mayor ambición.

Y los asuncenos tienen Samaniego para rato, pues acaba de comenzar su período. Si no fuera porque todos vamos a tener que padecer este estado de cosas, sería justo sentenciar: “¡Que se vean los que le votaron!”.

Pero, he aquí una de las peores injusticias del sistema democrático: que los que no lo votaron tendrán que pagar la misma factura que los que lo votaron. Y aun, a menudo, bastante más cara, pues sus amigos, adherentes y votantes siempre tendrán la chance de recibir algún “agradecimiento”, mientras que a los demás solo les queda la penitencia de pagar sus impuestos y tasas y recibir, a cambio, esta clase de administración.

¡Pobre Asunción!, ciudad condenada a ser gobernada por improvisados, ineptos e inescrupulosos. Al cabo de dos décadas de haberse introducido en nuestro sistema constitucional el cargo de intendente electivo, cabe realizar un sincero examen de conciencia: ¿Dio buen resultado este sistema? ¿O era mejor el anterior, cuando el Presidente de la República se hacía cargo de la calidad de las personas que escogía para intendentes y, por tanto, pagaba sus errores con su propio descrédito?

Una respuesta franca, fundada en los hechos, no complaciente con el populismo, nos daría, seguramente, una respuesta sorprendente. Por ejemplo, que si la ciudadanía no está en condiciones morales e intelectuales de escoger bien, es mejor que no reciba la atribución de elegir administradores comunales.

El intendente Arnaldo Samaniego todavía tiene tiempo de hacer algo, aunque, por lo que demostró en estos primeros tres meses de gestión, no hay que hacerse muchas ilusiones.

http://www.abc.com.py/nota/hasta-ahora-el-intendente-samaniego-es-un-fracaso/