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LA RADIO COMO MODELO DE PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA

  • Benjamín Fernández Bogado

Los altos niveles de analfabetismo en América Latina, que en algunos casos oscilan alrededor del 40%, nos han llevado a constatar una dura realidad: los ciudadanos leen poco pero escuchan mucho.

  Esta cultura ágrafa y auditiva ha propiciado el desarrollo de distintos modelos de radio para acercarse a la gente. Desde aquellos de enseñanza a distancia hasta los que plantean el debate telefónico como método o fórmula de enlace con la audiencia. Curiosamente, se ha constatado también que la radio no ha llenado, al menos en América Latina, ese nicho de oportunidades y demandas con un debate de calidad que permita acercar puntos de vista y contrastar opiniones de forma rigurosa y seria.

  Muchas veces, llevada por intereses comerciales y meros deseos de polemizar, la radio nos ha privado de convertirla en sustituto de la plaza pública donde anteriormente se debatían o contrastaban las opiniones ciudadanas.

 

  ¿Cuál es la razón de este déficit? Por un lado una especie de subestimación de su capacidad y de su papel. El que trabaja en una emisora por lo general se cree partícipe de una labor secundaria. Cree que aquello que realiza tiene menor impacto que lo que se transmite por televisión y es menos denso que el trabajo que se hace en los diarios.

 

  O sea que lo primero que hay que plantearse es qué hacer para revalorizar el medio o cómo construir nuevos programas con aristas atractivas que permitan volver a sintonizar el deseo del público a participar.

 

   Y en esto es importante destacar que si no existe una estrategia lo suficientemente atractiva, los oyentes de las radios en amplitud modulada continuarán su migración hacia las estaciones de FM, donde los niveles de discusión y participación son notablemente menores. Hacer que los programas para niños y jóvenes vuelvan a captar su interés para que retornen a las emisoras de AM debe ser uno de los ejes fundamentales de la discusión sobre el futuro de las emisoras en esa banda en un sistema democrático.

 

La tecnolog&iacutea como oportunidad

  Los notables avances tecnológicos y el inminente lanzamiento de las emisoras en amplitud modulada digital mejorando la utilización de la banda, ampliando con ello sus posibilidades y acercando la calidad del sonido a las del disco digital, son también otras fórmulas que permitirán hacer nuevamente atractivas a las emisoras de AM.

 

  La tecnificación, el Internet y las transmisiones de calidad utilizando fibra óptica representan otros nuevos aliados o competidores en la ruta hacia la consolidación de las emisoras o en la eventual reducción de sus oyentes.

 

   Debería entenderse que la tecnología nos plantea un nuevo reto desde un ángulo creativo. No es suficiente decir que la tenemos disponible si no la sabemos usar o si mostramos una actitud pasiva ante su avance.

 

  Debemos redescubrir esas posibilidades, y así como la imprenta significó el cambio del concepto del hombre con el conocimiento, el Internet, el símbolo de la globalización también nos desafía para encontrar nuevas formas de hacer radio con nuevos elementos y renovados talentos. No hay límites ni censuras en ese avance.

 

   México pretendió restringir el acceso a los medios de comunicación, mas en tiempos electorales fue posible ver carteles en la capital donde se destacaba la frecuencia radial en Internet para seguir lo que decían los candidatos al instante, en diferido y con una calidad de reproducción notable y sin ningún tipo de censura posible.

 

   Otro de los elementos notables que supone pensar en la comunicación del futuro es cómo serán nuestros estudios de radio. ¿Seguiremos haciendo los programas como siempre o tendremos que adaptarnos de forma positiva a estos cambios? Se harán los programas desde la cama, mirando el jardín, evitando los grandes desplazamientos que en zonas urbanas se vuelven casi en un martirio para el profesional cualquiera que sea su rama.

 

   En el futuro las emisoras públicas, las de onda corta, las que suponen ser el vehículo de ideas y proyectos políticos, tendrán que adaptarse a este cambio tecnológico de transmisión, procesamiento y difusión de los mensajes. Nuestros oyentes han cambiado.

 

  Seguir pensando sobre los mismos parámetros de antes supone conceder un espacio para la multiplicación del mensaje y con ello reducir la capacidad del medio y el poder de su mensaje. Vivimos tiempos de cambios notables.

 

   La funcionalidad del mundo que nos enseñaron no resulta suficiente para administrar realidades complejas y dinámicas. Estos cambios impactarán nuestras escuelas de comunicaciones, harán que la enseñanza tradicional se replantee modelos y opciones. No hacerlo supone no sólo perder las oportunidades, sino algo todavía más grave: oyentes.

 

   Dentro de este esquema de cambios, donde se combina la tecnológica con lo político y social, la radio también tiene un compromiso con la democracia. Debe replantearse sobre la realidad concreta del analfabetismo programas que tengan como objetivo promover el conocimiento y hacer que el mismo no resulte aburrido y, menos aún, complejo. Vamos a necesitar nuevos decodificadores en un mundo que se recrea a sí mismo permanentemente.

 

  Esta crisis debe significar no sólo amenazas sino también oportunidades. Habrá que buscar mecanismos que vuelvan a reconvertir nuestras radios en referencias de esa plaza pública distante y lejana donde se debatían las cuestiones de estado y que perfilaron el concepto de nuestra democracia por muchos años.

 

  Hoy eso es imposible, y si se suma la falta de credibilidad de la gente para con los actores políticos, vemos que la radio en la democracia tiene la obligación de plantearse nuevos escenarios y, porque no, nuevas aproximaciones.

 

Radio y democracia

  Los graves desajustes que suponen los cambios en la generación de la riqueza requieren de la radio un análisis sereno, una información justa, una conversación desapasionada y, sobre todo, una radio pro positiva. Un medio que repitiendo ideas nos convenzan de las ventajas de una globalización que no sólo implique miedos y desequilibrios, sino certezas y confianzas.

 

  Supone repensar la radio a partir de sus claras ventajas, pero con nuevas fórmulas que nos permitan hacer de ella un medio que se proyecte al siguiente milenio con un claro compromiso en entender primero la tecnología, hacer comprender al ciudadano y su tiempo y por sobre todo: fortalecer una democracia a la que poco se le sirve con evasión, polémica estéril y falta de imaginación.

 

   Debemos redescubrirnos en la radio, y a través de ella entender la nueva dimensión de la plaza pública, el nuevo compromiso del ciudadano, las nuevas oportunidades. Ese es el punto de partida y de llegada de un medio que nació con el siglo pasado y que requiere hoy más que nunca del ingenio para fortalecerlo y enriquecerlo.

 

* Director de Radio Libre 1200 AM en Asunción, Paraguay

 

(21 de junio del 2001)

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