HORQUETEÑOS CULTIVARAN ALGODÓN.
- Andrés Granje
Campesinos de Horqueta, en el Primer departamento de Concepción, piden al gobierno semillas para sembrar algodón, voceros del Ministerio de Agricultura y Ganadería señalaron que remitirán la simiente que tendrá un óptimo rendimiento por calidad y productividad. Hicieron este pedido según una información publicada, porque no están entusiasmados con el cultivo de Sésamo que tiene un precio muy bajo y prácticamente no salva los costos de producción. En cambio señalaron que el textil tiene un repunte en su cotización internacional y es probable que el año que viene se consiga un mejor precio, para que ello acontezca se debe comenzar a sembrar este año, logrando un rendimiento superior a los dos mil quilos por hectáreas. Además después de las últimas generosas lluvias, indican, que es el momento ideal para la siembra.
El algodón mucho tiempo fue considerado como el oro blanco del Paraguay, principal fuente de ingreso a las familias campesinas, su efecto social fue muy importante pues daba sustento a muchos habitantes por la cantidad de mano de obra que generaba su cultivo, en las pequeñas fincas siempre operaban en la tarea de siembra, cuidado y cosecha, todos los componentes del núcleo familiar, lo que abarataba la producción y dejaba mayor margen de ganancia a estas familias, en las producciones de mayor dimensión brindaba trabajo a muchos cosecheros que se dedicaban por meses a este menester, pasando de parcela en parcela, ganando un salario que aunque nunca fue muy elevado, por lo menos cubrían los gastos familiares.
Es bueno que ahora se piense nuevamente en este cultivo, pues es sabido que la agricultura mecanizada y empresarial de la soja, el trigo y el maíz, dan muy poca ocupación a los campesinos, estos no son cultivos de pobres, dicen, y con razón, los que saben, muy por el contrario del algodón, ahora depende del gobierno y los empresarios exportadores poner su cuota de compromiso ante el desafío, primero asistir convenientemente a los labriegos, con abonos, semillas e insecticidas para asegurar el buen rendimiento de la cosecha, y luego el precio justo por el producto, lo que motivara a mejorar cada vez mas la productividad de la siembra, lo que se constituirá en negocio redondo para todos los involucrados.
De esta forma se parara la migración interna y externa, que tanto mal hace a la nación, con familias desechas por el desarraigo y la diáspora, además de introducir divisas al país, tan necesitado de mejorar nuestras exportaciones. Como siempre decimos la tarea esencial para optimizar la producción es la asistencia técnica y de insumos, la capacitación técnica es fundamental, transmitiendo conocimientos a los campesinos sobre nuevos métodos que se adecuen a nuestra realidad, no es posible que los labriegos sigan cosechando como en épocas del Doctor Francia o Don Carlos A. López, debemos competir con los mejores productores de África y Asia, si queremos reconquistar nuevamente mercados mundiales, donde alguna vez el algodón paraguayo tuvo gran consideración, al tiempo de crear grandes hilanderías y fabricas de telas para transformar la materia prima en el país, dándole mayor valor agregado al producto.
1 comentario
Anónimo -
El Indicador Mensual de la Actividad Económica (Imaep), del Banco Central, confirmó el crecimiento del 13,8% de la economía en el primer semestre del 2010. El panorama es alentador, pero urge aprovechar mejor la coyuntura. El Gobierno debe crear las condiciones y la ciudadanía debe entender que el trabajo es la única vía para crecer. De esa manera no será ya necesario, por ejemplo, asistir con dinero a los más pobres. Estos tendrán la oportunidad de progresar solos.
Es indudable que, en términos macros, el Paraguay está viviendo un momento esperanzador en su economía. Los índices de crecimiento alientan a pensar en mejores tiempos aún.
Pero mismo por ser favorable, este tiempo es delicado, porque se presenta como una coyuntura que exige la debida atención por parte de todos para no dejarla pasar sin aprovecharla de manera óptima. Sería hasta criminal que a partir de ahora no se pensara seriamente en proyectar la evolución de la economía hacia un desarrollo en verdad sustentable y, por ello, orgánico y que al- cance a todos.
Hoy, por ejemplo, el Gobierno debe asistir a miles de familias que están en la franja de pobreza extrema, a través del programa Tekoporã, porque de otra manera esta gente seguiría hundiéndose en las ciénagas de la indigencia, para constituirse en el foco de un gran drama social para el país. Esta no es una experiencia úni- camente del Paraguay, sino responde a proyectos alentados por organismos internacionales, que ven la necesidad de una asistencia inmediata a los más necesitados mientras se elaboran estrategias para mejorar el escenario estructural de la economía.
Esta asistencia, que proporciona algunos pocos guaraníes a dichas familias, está condicionada y en algunos casos concretos ya da frutos motivadores, como la articulación de madres de Buena Vista, Caa- zapá, organizadas para aprovechar el monto que reciben y explotar el trabajo hortícola, o el aumento de la retención escolar en zonas del interior profundo.
Pero este sistema, asistencialista al fin, no puede ser perenne y precisa del más riguroso control para que sea bien aprovechado. No se debe olvidar que el dinero que se distribuye es de todos los ciudadanos y hay que pagarlo tarde o temprano. Los beneficiarios de- ben estar advertidos de esto y deben comenzar, sobre la base de esta pequeña ayuda, a aprender a trabajar para progresar solos.
Se debe instalar necesariamente la cultura del trabajo en todos los ámbitos y desalentar la proclividad de ciertos sectores a exigir "el ayudo" permanente, en el entendimiento de que la pobreza es una condición que crea en el Estado la obligación de mantenerlos por siempre.
El Gobierno debe desarrollar las disposiciones para que el Para- guay se convierta en una gran empresa productiva. El sector privado también tiene su responsabilidad en esto. De esta forma, los números macroeconómicos ya no serán simples enunciaciones lejanas para el ciudadano, sino el reflejo de una realidad en la que nadie necesite asistencia para subsistir, al contar con el marco propicio para prosperar por sí mismo.