EL JEFE RIDÍCULO
- Marzha Navarro
En pleno Siglo XXI me resulta inaceptable, detestable y hasta ridículo que propietarios o directivos de grandes empresas o inclusive de organismos internacionales, contraten o aun mantengan en sus cuadros superiores, a jefes autoritarios.
Es el jefecillo prepotente y ridículo que no ve a sus colegas como un equipo a coordinar, ve subalternos como rebaños, el que confunde los roles y se cree verdugo o policía, tal como aquel típico machito ultrapasado, de humor cambiante y antojadizo, que nos hace dudar de su educación, de su salud mental y o de su hombría en todos los sentidos.
Estamos en tiempos de amplia comunicación, de competitividad, de redes sociales activas, de integración comercial, económica y energética.
En tiempos de conciencia global, ecológica y ambientalista, de Derechos Humanos, de búsqueda constante de bienestar, de mejor calidad de vida. Donde el dictadorcito opresor no tiene cabida, no tiene que tener.
Hoy en día las empresas de visión incluyen monitoreos de psicólogos laborales que buscan ambiente de trabajo saludable y positivo para llegar a las metas y objetivos trazados con estrese cero.
El machito mandón, que manosea la secretaria, que abusa de su poder, que maltrata y humilla, que falta el respeto a los colegas de trabajo no debe ser tolerado por nadie. Colegas, clientes y consumidores, digamos NO a los jefecillos dinosaurios verticalistas, y sí al respeto entre colegas de la jerarquía que sea.
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