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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

EN TORNO A LOS FOGONES

 

 

El yvy como espacio de libertad constituyó la figura central hacia el cual convergieron las disquisiciones entre los pueblos Guaraní reunidos en Asunción.

Tajy potypy, el florecimiento de los lapachos, es el signo del cambio de los vientos cuando se mudan al ara pyahu o tiempo-espacio nuevo. En efecto, la primavera de Asunción fue el escenario del III Encuentro Continental del Pueblo Guaraní, una primavera de tormentas, granizadas, cemento, asfalto y esmog.

Bajo la consigna de Tierra, Territorio, Autonomía y Gobernabilidad, diversas parcialidades del tronco lingüístico tupí-guaraní estuvieron congregadas entre el 15 y 19 de noviembre en el ex Seminario Metropolitano para deliberar y buscar puntos de acción conjunta en la reivindicación de sus territorios ancestrales y demás derechos políticos, sociales, económicos y culturales, hasta ahora brutalmente avasallados por el fundamentalismo de la acumulación indefinida.

 

El yvy como espacio de libertad constituyó la figura central hacia el cual convergieron las disquisiciones, una tierra desmembrada en alambradas geopolíticas que cercan las arbitrarias fronteras entre el Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil; una tierra pulverizada por nubes de agrotóxicos.

 

La Capellanía de los Migrantes, mímesis de las antiguas reducciones donde la “barbarie” fue “cristianizada” e instruida en la “cultura del trabajo”, albergó al aty guasu, en el que, en oposición a los planes intervencionistas, los propios involucrados plantearon los problemas y soluciones que los atañen como pueblos originarios. Cada mañana, hora en que los oporaívas acostumbraban a dirigirse a la comunidad cuando las llamas de Kuaray atravesaban la neblina desde el levante, se efectuaba el ritual de consagración. Humo del pety, maracas, danzas y ayvu porã, las palabras hermosas.

 

Los reclamos fueron unánimes: jaiko asy, ojepe’apaite ñandehegui ñande yvy, ñañeñupã jajerurérõ ñanemba’éva. Explotación y muerte en los yacimientos mineros. Celso Padilla, nativo guaraní de Bolivia, destacó, sin embargo, los logros que obtuvieron bajo el gobierno de Evo Morales. Una asamblea constituyente declaró a Bolivia como Estado plurinacional. Un aimara llegó a la presidencia,  nativos guaraníes al Parlamento. Algo impensable y que para muchos pregoneros de la civilización resulta aún inaceptable. Inaceptable que un “indio de mierda”, como lo llaman los inquisidores del credo neoliberal, ahora esté debatiendo con el pueblo un marco jurídico a fin de poner coto a sus insultos. Una protección legal contra el racismo mediático. En Paraguay conocemos muy bien cómo los medios se escudan bajo la libertad de expresión para hacer apología del delito, la discriminación y el desprecio contra los “salvajes”. Recuerden al diario La Nación editorializando sobre la necesidad de quemar a los residuos del neolítico, como hicieron los países civilizados,  para despojarnos de la rémora que nos ancla en el atraso.

 

Teko y tekoha

En una conferencia trilingüe –guaraní, castellano y portugués– titulada Tierra/Territorio: Caminos de lucha en la recuperación y construcción para transformación de la realidad, el antropólogo Bartomeu Meliá se refirió al significado de la tierra como espacio social donde se desenvuelve la cultura: yvy’ÿre ndaipóri tekoha. Por ello, la lucha por la tierra encierra un concepto totalizador que no se limita a un medio de producción económica, sino de reproducción del ñe’ê, jeroky y ñembo’e, el conjunto del universo cultural. “Ñañorairõva’erã ñane yvýre, ñane rekóre”. Luchemos por nuestra tierra, por nuestra cultura.

 

El segundo eje temático de su ponencia versó sobre la transformación de las relaciones sociales de intercambio y circulación de bienes: el paso de la economía del jopói a la economía del tepy. En este sentido explicó que tepy, hepy o repy es venganza. El tepy, término que en el guaraní paraguayo se conserva bajo el sentido de coste o precio de algo, es el nuevo orden que se instala con la sustitución de la economía de reciprocidad generalizada. Economía del don y de la venganza, principios de intercambio que coexisten en la sociedad paraguaya.

 

Así también puso de relieve que la colonización no es cosa de 500 años atrás, sino que sigue hasta nuestros días. En este sentido subrayó que, por ejemplo, muchos guaraníes fueron contactados y reducidos hace apenas 30 o 40 años. Agregó que cuando zarpó de la península, hace ya cuatro décadas, encontrando hacia este lado del mar su lugar en nuestros fogones, existían innumerables núcleos tribales sin relacionamiento de ningún tipo con la sociedad nacional.

 

Finalizó su intervención refutando el clásico estereotipo que categoriza a los guaraníes como nómades, señalando que eran habilidosos productores agrícolas y, por lo tanto, asentados en sus tapýi en un marco estable de sedentarismo. A su sistema de producción contrapuso el actual, agroexportador y forestal, que no es productivo sino extractivo.  Enumeró que los guaraníes cultivaron más de 30 especies, entre ellas 11 clases de avati, 4 de manduvi, yety, mandi’o, etc. Todas estas actualmente bajo riesgo, ya que los cultivos transgénicos inutilizan las demás especies, apuntó citando a un especialista.

 

Por su parte, con un aguyjete peême têrara reta (les deseo la plenitud, familia de la tierra), Flora Elsa Cruz, mburuvícha guásu (en nuestro guaraní estas palabras son agudas, pero para otras távas son llanas) avá-guaraní de Jujuy, Argentina, habló sobre los desalojos que siguen sufriendo por el ensanchamiento de las fronteras agrícolas y ganaderas. Refirió también que para no seguir siendo minimizados con cifras demográficas subvaloradas, realizaron su propio censo y lo presentaron a las autoridades. En un aparte, cuando le consulté  sobre si percibe cambios positivos en las políticas ejecutadas durante los dos últimos periodos de gobierno, me respondió que el proceso es muy lento, pero que se ven avances en el reconocimiento de sus derechos, reconocimiento que se efectuó a partir de la manifestación y acción directa de los pueblos originarios. Se despidió con un jasurupái (muchas gracias).

 

Catalino Sosa, mbyá-guaraní de Paraguay, encaró directamente a los representantes del gobierno presentes, entre ellos Lida Acuña, presidenta del Indi, recordándoles la promesa hecha por el presidente Lugo de privilegiar a los nativos y que hasta ahora no puede sentirse por la inacción de las instancias pertinentes. Cuando se dispuso a hacer algo, principalmente en materia de salud, con un proyecto de ley que hacía cumplir las normativas existentes y reforzaba las exigencias precautorias en zonas de fumigación, bastó la amenaza de un tractorazo para desbaratar todo.

 

Declaración final

El encuentro se cerró con la lectura de un manifiesto en el que se consignaron las denuncias y solicitudes a las autoridades de los países instalados en sus territorios de antaño. El texto menciona que los guaraníes tienen un yvy marãe’ÿ que no reconoce las fronteras políticas, remarcando que la tierra es sagrada, fin y medio de la vida de nuestros pueblos. Además, se hizo un llamado al cuidado de la Madre Tierra, cuyas señales de agotamiento se están manifestando en la inestabilidad climática producto de la irracional explotación de los recursos.

 

Así también refiere que las divisiones geopolíticas han fragmentado los lazos culturales de la gran nación guaraní. Las hidroeléctricas, las transnacionales de la soja y el maíz genéticamente modificado no han respetado su derecho consuetudinario y etnocultural.  Expulsión de los kaiowá-guaraní con el aval del Poder Judicial en Brasil. Aprobación en la Argentina de la venta de una reserva a fundaciones de capital europeo, con todos los nativos adentro, como un paquete completo. Antología de demandas contra El Estado paraguayo ante la CIDH por incumplimiento en la restitución de territorios ancestrales. Requisitoria de mayores extensiones de tierra en Bolivia. Interpelación por el fin de la impunidad que rodea los casos de asesinatos de activistas indígenas.

 

 

Otro encargo fue la elevación a rango constitucional de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT. Nuestra Constitución contempla ese derecho a las culturas indígenas “como grupos anteriores a la formación y organización del Estado paraguayo” (Art. 62). No en vano los guaraníes llamaban al papel escrito muerto que habla.

 

La elección de nuevos representantes del Consejo Continental de la Nación Guaraní es el resultado en el plano institucional. Adicionalmente, aspiran a lograr mayor participación en las instancias de decisión política y democrática,  de tal manera a ser sujetos activos en la vida nacional de la que participan. Una delegación de representantes fue recibida por Fernando Lugo, quien aseguró que en diciembre, cuando asuma la presidencia pro témpore del Mercosur, entregará a sus colegas del Ejecutivo la declaración del encuentro y trabajará con ellos en la concreción de los reclamos.

 

Terminada la lectura del manifiesto, oñemboysapy kuatia guasu osêva’ekue ñande atýgui ikatuhaguãicha ñamboguata. Fue rociado (bendecido) el documento final a fin de que podamos hacerle caminar. El trío de viento y percusión Iyambae de Bolivia bajó el telón del cónclave con ritmos impregnados de aires andinos. La riqueza del mundo lingüístico guaraní quedó patente en la diversidad de variantes dialectales prácticamente ininteligibles entre sí. Pãi, mbyá, avá, aché, nañdéva, kaiowá, entre muchos otros, compartieron su lucha, sus vivencias y sus esperanzas. Entre el resonar de las maracas, los tambores y las flautas, aún reverberan los estribillos declamados por el chamán mbyá-guaraní: “Ñamonmbyte ñande ayvu renda”. Compartamos la morada que sirve de asiento a las palabras inspiradas.

 

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