RECIPROCIDAD COMERCIAL, UN ANHELO AÚN TRUNCO
- Econ. Félix Ortellado
En los últimos días se ha hablado con suficiencia del extraordinario crecimiento del PIB -en un 10%-, superando la expansión tradicional de un dígito si lo hubiere, sobresaliendo en las estadísticas las exportaciones de nuestras materias primas ya muy conocidas, como la soja y la carne. Todo esto apuntalado por los buenos precios internacionales y, fundamentalmente, al aporte decisivo de nuestro ministro de Economía como del favorable "clima".
También existe un aporte formidable para esta situación inédita de nuestra economía: la valorable participación del sector industrial, a pesar del escaso apoyo del Gobierno en su conjunto.
En este punto me referiré a las industrias "domisanitarias", dedicadas a la fabricación de productos de limpieza para el hogar y de higiene personal, como son los jabones de lavar, desodorantes, suavizantes, lavandinas, tocadores, aerosoles, sector en el que estoy experimentado clara y contundentemente la injusticia por falta de medidas económicas que garanticen una reciprocidad comercial sobre todo con nuestros "socios del Mercosur".
A 19 años de la creación del bloque regional, hay que decirlo con entera frustración, que continuamos reclamando nuestros consagrados derechos que nos permitan competir por lo menos en igualdad de condiciones dentro de la utopía del libre mercado.
Para mejor ilustración, basta mencionar que el negocio del mercado paraguayo de los productos de limpieza y desinfección asciende a US$ 80.000.000, del cual el 80% aproximadamente corresponde a los productos importados. Es decir, 64.000.000 de dólares se llevan afuera, quedando el saldo solamente del 20% de 16.000.000 de dólares para la industria nacional.
Tal situación se ve reflejada en las góndolas de venta al consumidor final de todo el país, ocupando los porcentajes mencionados en los espacios disponibles para la exhibición de los productos de limpieza, ejerciendo una posición dominante que raya la inmoralidad.
Ante esta discriminación recurrimos a nuestras "instituciones republicanas", reclamando que se cumplan las leyes nacionales de protección al medio ambiente, a los derechos del consumidor, igualdad en la percepción arancelaria, etc., o para que defiendan a la industria nacional. Nos encontramos como siempre ante una respuesta "patriótica" de la mayoría de nuestros funcionarios públicos del área económica: "No corresponde porque no permite la Organización Mundial del Comercio (OMC)", o "no se ajusta a las mágicas recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI) o las del Banco Mundial (BM)".
Ojalá que alguna vez los poderes del Estado, principalmente el Poder Judicial, tomen conciencia de que nuestro país se desarrollará íntegramente cuando apoyemos y fomentemos la industrialización, como herramienta de creación de fuentes de trabajo, reducción de la delincuencia, permitiendo una mejor distribución de la riqueza.
De no percibirse voluntad tricolor del Poder Judicial, pues, pongámonos todos de acuerdo en decir a un padre de familia desocupado y desesperado, o a un joven con ganas de trabajar que la bendita OMC, el FMI o el BM no permiten que el Paraguay haga lo mismo que los demás.
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