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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

ENTRE LA CHACARITA Y LA FAVELA

  • por Oscar López Deggeller

Teniendo en cuenta de que las dimensiones territoriales tienen enormes diferencias una de otra, la situación que se vive en ambas es similar. Desde las favelas de Río de Janeiro emerge una gran cantidad de delincuentes que se dedica al robo, al tráfico de drogas y otros ilícitos atendiendo la extrema necesidad que se vive en la zona. Los barrios bajos de Asunción viven la misma situación, en menor escala.

A partir de 15 ataques registrados desde la noche del martes pasado, efectivos del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE), pertenecientes a la tropa de élite de la Policía de Río de Janeiro, ingresaron en favelas de Río y Duque de Caxias, en las afueras de la capital carioca, donde fueron muertos diez sospechosos.

 

Los enfrentamientos luego del hecho tuvieron como protagonistas a los habitantes que se dedican al narcotráfico y a los efectivos policiales. Posteriormente, se requirió la intervención de la artillería pesada militar del Gobierno brasileño.

 

Trasladándonos al origen de la cuestión, los asentamientos denominados favelas son un conglomerado de pequeñas construcciones edificadas en las afueras de las grandes capitales brasileñas como Río de Janeiro y Sao Paulo. Las viviendas carecen de título de propiedad, la calidad de las mismas está por debajo de la clase media y carecen de servicios básicos.

 

En las diferentes favelas conviven personas de distintas edades, en su mayoría jóvenes, puesto que la esperanza de vida es mucho menor por la insalubridad e inseguridad reinantes. Ante la escasa información que se tiene sobre la vida en esos lugares, la cinematografía brasileña ofreció dos perspectivas de la misma, Ciudad de Dios (trata sobre la vida de un joven que vive entre dos bandas delictivas) y Tropa de Élite (donde muestra las vivencias de los agentes encargados de la seguridad de la zona).

 

Este último episodio en Río de Janeiro evidencia que la Policía brasileña, no puede frenar el avance de la delincuencia en las favelas.  Esta situación podría recorrer varios kilómetros, hasta la ribera del Río Paraguay, donde se sitúa el Barrio Ricardo Brugada, más conocido como la Chacarita.

 

Repentinos asesinatos, algunos por ajustes de cuentas, llenan las páginas de las secciones policiales de los diarios creando una situación similar a una favela brasileña.

 

En esta disputa, la Policía Nacional actúa en una notable desventaja porque algunos recovecos del barrio son inaccesibles. Esta situación posibilita la proliferación de pirañitas que, con el tiempo, podrían convertirse en “mininarcos”, como terminó la mayoría de los considerados “pequeños delincuentes”.

 

Llegar hasta los combates con armas de grueso calibre es un desenlace evitable a estas alturas. Si bien no existe aún una estructura de crimen organizado, ni grandes pandillas, la situación podría agravarse en caso de que no se tomen las medidas correspondientes.

 

La historia contada por Maneco Galeano en “Soy de la Chacarita” dista bastante de la realidad actual del barrio Ricardo Brugada, donde existen personas de escasos recursos económicos y de buen corazón rodeada de los autodenominados “marginales”.

 

3 comentarios

Anónimo -

Favelas. Se cree que en Río hay unas 700 y se estima que en ellas viven 1 millón y medio de personas. Bandas criminales, mayormente narcotraficantes, se refugian en esas barriadas pobres, en general ubicadas en las laderas de los “morros”, y ejercen el control territorial.
Operativos. La policía hace años realiza operativos contra los grupos delincuentes. Esta semana comenzó el último cuando fueron atacados autos particulares y policiales en calles aledañas. Hasta ayer eran 21 los muertos.
Estado y gobierno federal. Hay un plan de seguridad en marcha con vistas al Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. El gobierno de Río pidió ayuda a Lula da Silva para sumar efectivos.

Anónimo -

Río tiene casi mil favelas y allí viven 1 millón y medio de personas. Criminales, entre ellos narcos, se refugian en ellas, en general ubicadas en laderas de “morros”, y ejercen el control territorial.
La policía hace años realiza operativos. Pero esta semana la movilización fue inusual, con armas de guerra y hasta el apoyo de las FF.AA. Hubo al menos 51 muertos hasta ayer.
Río de Janeiro será sede del Mundial de Fútbol 2014 y las Olimpíadas de 2016.

Anónimo -

El difuso límite para que los militares combatan

Por ELEONORA GOSMAN

Mientras el Ejército entraba en acción en Río de Janeiro, con un intenso tiroteo en el Complejo del Alemán, en la capital de Guyana el presidente Lula da Silva insistió ayer que las fuerzas militares sólo actuarían como “apoyo” a la acción policial. El jefe de Estado, quien desde su llegada a esta ciudad habló varias veces con el gobernador fluminense Sergio Cabral y con el ministro de Defensa Nelson Jobim, reiteró lo que había dicho la noche del jueves al desembarcar en Georgetown: “Cabral tiene todo el apoyo del gobierno federal y le daremos lo que él pida, y que esté dentro de la ley”.
Lo cierto es que la Constitución brasileña solo prevé el empleo de las FF.AA.
en caso de conflicto con otro país y no en conmociones internas.
Es la regla que siguieron la mayoría de las reformas constitucionales posteriores a los procesos dictatoriales del continente, inclusive cuando se tratan temas del narcotráfico. Lula específicamente admitió, en una reunión con la prensa al salir de la cumbre de Unasur, que hay “una restricción legal” al empleo de tropas. “Nosotros apenas vamos a dar apoyo: quien tiene que detener es la Policía Militar de Río de Janeiro.”. Y abundó: “El Ejército apenas irá a apoyar, que es lo que justamente nos ha pedido Sergio Cabral” .
Pero cuando las FF.AA. entran en acción, el problema es dónde está el límite entre el “apoyo logístico” y la “intervención en combate”. Ese límite difuso fue lo que se quebró ayer cuando en el tiroteo se vieron involucrados soldados y no miembros de los cuerpos policiales encargados de la seguridad interna. Ese temor es lo que tal vez explique la rapidez con la que Lula abandonó Georgetown, donde no mantuvo ninguna bilateral ni habló con otros presidentes. Se limitó a realizar un discurso de despedida ya que ésta fue la última cita presidencial de un organismo regional que él ayudó a crear.
“Conversé mucho con Cabral y estoy feliz de saber que tenemos fuerzas para combatir el delito organizado. Muchas veces la pelea entre las corporaciones, que ocurrieron a lo largo de la historia, no ha permitido el trabajo junto. Hoy existe gracias al gobernador que lo ha facilitado”, dijo.
Los soldados, vestidos con ropa de combate que incluyó camuflaje, debían garantizar un cerco al Complejo del Alemán. Para que se tenga una idea, éste no es un morro ni una única favela. Es un conjunto de “comunidades” –una docena en total—que se entremezclan con barrios como Peña que fue de clase media y todavía mantiene cierta estructura residencial. El rodeo a esa vasta extensión no podía no terminar en tiroteos. Al punto que el oficial que comandaba las tropas declaró que estaban “listos para el enfrentamiento”.
Los especialistas advierten que lo que ocurre hoy es la consecuencia del abandono de las políticas de seguridad pública que no pueden quedar exclusivamente en manos de gobiernos provinciales. Es que lo que está en juego no es la existencia de mafias de la droga enquistadas en las favelas. Es también el problema de la corrupción en las fuerzas policiales y hasta en otros poderes públicos. En un análisis descarnado, en su último libro Tropa de Elite 2, el ex secretario de Seguridad Pública de Brasil, Luiz Eduardo Soares, advierte que las “milicias” integradas por policías militares han ocupado el lugar de los traficantes y manejan ya parte del negocio de la droga.