EL AÑO DEL BICENTENARIO DEBERÍA SER TAMBIÉN EL DE LA REVOLUCIÓN DEL EMPLEO
La población del Paraguay, según los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), 2008, excluyendo la población de los departamentos de Boquerón y Alto Paraguay, es de aproximadamente 6.163.913 habitantes, de los cuales 58% (3.611.049) reside en áreas urbanas y 41,4% en áreas rurales (2.552.869).
El 61,3% de la población es menor de 30 años de edad. La población económicamente activa (PEA), de acuerdo con la EPH, es de 2.981.126 (61,7%). El desempleo abierto afecta a 170.620 (5,7%) y la población subocupada es de 790.770 (26,5%).
Más de la mitad (54,9%) de los trabajadores que tienen empleo se desempeñan en el sector terciario (comercio, servicios, transporte, finanzas). El sector primario (agricultura y ganadería) absorbe al 26,5% y el secundario (industria y construcción) al 18,5%.
Estos son datos oficiales que exponen la situación del empleo en nuestro país. El panorama no es óptimo. Es por eso que se precisa una revolución en la cultura política, tanto del Gobierno (entendido como los tres poderes) como del sector privado. Hay una ecuación simple: a mayor empleo, mayor capacidad de consumo y mayor demanda de productos. Todo esto es igual a economía floreciente y bienestar general.
Terminamos un año espléndido en lo económico y eso debiera respaldar una campaña a favor de más inversión para propiciar más puestos laborales. Las perspectivas son excelentes: hay esperanzas en la minería, en la instalación de fábricas electrointensivas, en la expansión agrícola y, sobre todo, en el dinamismo de los servicios que se valen de la tecnología para fundar nuevas formas de trabajar en ocupaciones genuinas. Hay muchas oportunidades de trabajo independiente bien remunerado.
Al mismo tiempo en que se insiste en brindar el marco atractivo para las inversiones, es preciso insistir en la educación y en la formación, ya no solo de "mano de obra", sino de mentes capaces de responder a las nuevas exigencias laborales del siglo XXI. Se han roto viejos paradigmas. Hoy se necesitan conocimientos, especialización en una materia específica. La tecnología brinda extraordinarias oportunidades. Ya no corre eso de "yo puedo hacer cualquier cosa". Ahora se precisa otro perfil de trabajador, alguien que sabe hacer, y bien, algo bien definido. En muchos casos no es que no exista trabajo en el Paraguay. Lo que no hay es puesto para quien no está preparado profesionalmente.
Hay que entender también que muchos jóvenes han cambiado de mentalidad y ya no se piensan solo como potenciales empleados. Quieren hacer su propio camino. Y hay que facilitárselos: con orientación, con créditos para microempresas, con facilidades fiscales, inclusive. Existen ilimitadas viabilidades para construir un país renovado.
Quienes entiendan esto y obren en consecuencia, alcanzarán estatura de estadistas y propiciarán la gran revolución que espera el país: la del empleo pleno.
Estamos en las puertas del emblemático año del Bicentenario de nuestra Independencia. El 2011 debería ser de conmemoración histórica y de inflexión con miras al futuro. Una prioridad tendría que ser la instalación de una revolución laboral, una nueva dinámica de generación de empleos, instando a las inversiones productivas y aprovechando la excelente condición macroeconómica en que está el país a finales del 2010. Este será el mejor homenaje a una patria deseosa de mayor bienestar.
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