COMUNISTAS
- POR MIGUEL H. LÓPEZ ⋅
Lugo se está yendo. Se aleja. Va distanciándose de quienes prometió asistir.
El retiro de apoyo del Partido Comunista Paraguayo al gobierno de Lugo, más allá de los múltiples comentarios a favor o en contra que va generando, es una importante llamada de atención sobre lo que está pasando y el rumbo que va tomando el país.
Esta agrupación política, tal vez la más honesta y ética que conozca en su historia (hasta hoy) el Paraguay, traspasado de corrupción y malnacidos, después de por lo menos seis décadas, volvió a depositar alguna confianza en un Gobierno. Ese gesto debe interpretarse en su real dimensión.
Los comunistas paraguayos, como muchos de los que pueblan el mundo, siempre se caracterizaron por su honestidad, solidaridad, capacidad de análisis e inteligencia para entender, interpretar y actuar en los diversos escenarios. Si para el 20 de abril de 2008 -y ya en la etapa electoral previa de las generales- apostaron a respaldar el proyecto y el programa de gobierno que proponía Lugo, era porque definitivamente -con sus luces y sombras- constituía lo más progresista y social que podía lograrse en ese y en este momento.
Pasó el tiempo. En coyunturas críticas, en su primer gran tramo de gobierno, el ex obispo tuvo presente y acompañándoles a los comunistas, como garantía de honestidad y reserva moral. Lugo siguió dando tumbos y para sostenerlo mejor se articularon en el Frente Guasu con otros sectores de izquierda para dar un colchón político importante al Gobierno. Este siguió errático y haciendo caso omiso al reclamo que le hacían para que cumpliera su programa electoral. Al final, como hacen las palomas en las iglesias, Lugo cagó hasta a los fieles.
Hasta donde se conoce, los comunistas de acá son gente seria. Como prueba de ello está el recientemente desaparecido Ananías Maidana, incansable e indoblegable luchador por las causas del pueblo. Que ahora anuncien que se apartan de Lugo es un síntoma que debe preocupar al Gobierno. Tal vez no por su caudal electoral o por su movilización posible desde las bases o las masas, sí por la contundencia política y la veracidad de su análisis: Lugo se apartó del compromiso asumido con la gente que le votó. Efectivamente, el presidente va dando cada vez más giros hacia el sector más conservador de la sociedad, de ese que odia todo lo que huela a pobre o a programa social. De ese que no soporta que se invierta en casas populares o víveres para los indígenas o implementos para campesinos o tierras para la reforma agraria o salud gratuita para quienes ni siquiera tienen dónde nacer; pero que sí apoya el subsidio a la soja, cobro de bajos aranceles aduaneros para la importación de los industriales y simbólico impuesto (Imagro) a los productores, que representan el 40% de la actividad económica en el país. O créditos blandos que al final ni siquiera pagan como los transportistas. Ya ni hablemos de todos esos sectores y sus aliados en el Parlamento que se oponen al impuesto más justo que hasta ahora el mercado conoce: el Impuesto a la Renta Personal.
Lugo se está yendo. Se aleja. Va distanciándose de quienes prometió asistir. Va olvidando su compromiso programático y ejecutando políticas casi criminales desde su Ministerio del Interior o impopulares, como Hacienda, INDI, Indert, MAG, MOPC, etcétera.
Los comunistas sobrevivieron a la dictadura y demostraron estar en lo cierto. Ahora se alejan de Lugo porque abandonó la “ética y la justicia, pactando con el oviedismo fascista y toda la derecha”. Y no dejan de tener razón…
(Publicado en www.blogs.ultimahora.com)
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