ALGO SE OCULTA DETRÁS DEL EXCLUYENTE DEBATE SOBRE LA REFORMA AGRARIA
El apasionante desafío de generar el desarrollo rural en nuestro país, concepto este que excede ampliamente el término muchas veces indefinido o equívoco de la “reforma agraria”, solamente se logrará mediante un amplio consenso entre el Gobierno, los campesinos y el sector privado. Ahora bien, el diálogo excluyente que el Poder Ejecutivo mantiene con un grupo de violentos dirigentes “sin tierra”, relegando a históricas organizaciones de labriegos, así como a los productores y ganaderos paraguayos, se orienta en sentido exactamente contrario a la promoción del bienestar rural en el Paraguay, además de generar una serie de sospechas que deberían ser debidamente despejadas por el presidente Fernando Lugo y sus colaboradores inmediatos.
Tanto la Federación Nacional Campesina (FNC) como la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (MCNOC) expresaron recientemente su indignación por la reunión que el presidente Lugo, supuestamente a fin de “discutir la reforma agraria”, mantuvo la semana pasada con los cuestionados líderes que pretenden la compra de las tierras del brasileño Ulisses Rodrigues Teixeira.
Con su reprochable actitud, el Poder Ejecutivo privilegió a un sector que utiliza la violencia para sustanciar sus reivindicaciones, emitiendo así un peligroso mensaje al resto de la ciudadanía: su autoridad puede ser fácilmente doblegada a través de la aplicación de métodos extorsivos. A pesar de estar procesado por dirigir a un grupo de hombres encapuchados armados que en reiteradas ocasiones invadieron la propiedad de Teixeira, el controvertido “líder” José Rodríguez –procesado por la justicia en San Pedro– se pasea como Juan por su casa en las instalaciones del mismísimo Palacio de López y de Mburuvicha Róga, con el supuesto propósito de “debatir” con las más altas autoridades nacionales un tema de enorme relevancia como es el del desarrollo rural.
La condenable permisividad del Presidente de la República erige así en interlocutor de una sensible cuestión económica y social de la realidad nacional a un hombre con pésimos antecedentes en materia de respeto y cumplimiento de la ley.
Se da pie de esta forma al surgimiento de innumerables y legítimas sospechas sobre la verdadera intención del Gobierno, de donde se justifica el reclamo formulado por uno de los líderes de la MCNOC, Luis Aguayo, en el sentido de que “últimamente todo se maneja con un pequeño grupo privilegiado, sobre todo de San Pedro”, en directa alusión a la poderosa influencia que ejerce sobre Fernando Lugo el gobernador de dicho departamento, José “Pakova” Ledesma, y su grupo de radicalizados compinches.
En realidad, todos los indicios apuntan –una vez más– en dirección al reiterado y oscuro “interés” del oficialismo por adquirir las tierras de Ulisses Rodrigues Teixeira, algo que, a esta altura de los acontecimientos, no puede interpretarse sino como la pretensión de aumentar el tamaño de la “zona liberada” que se encuentra en la región.
Si el Gobierno no tuviera nada que ocultar, si lo que en verdad lo motivara fuera una real promoción del desarrollo rural en el Paraguay, debería convocar inmediatamente a todos los sectores involucrados en la cuestión –labriegos, productores, ganaderos y representantes del sector público– para abordar de manera transparente la problemática y buscarle una solución, con metas asequibles y de cumplimiento progresivo en el corto, mediano y largo plazo.
En reiteradas ocasiones durante su campaña presidencial, Fernando Lugo aludió a su compromiso para producir “una urgente reforma agraria” en el Paraguay, prometió “dotar de infraestructura a los asentamientos”, “mejorar las condiciones de vida de los campesinos” y “aplicar una reforma agraria que no se limite a la entrega de tierras”. Lamentablemente, pasada ya la mitad de su mandato, el único “avance” que ostenta el Ejecutivo es su empecinado y sospechoso interés por comprar las tierras de Teixeira. Todo lo demás ha quedado en el papel y en la historia. Mientras tanto, el campo y los campesinos paraguayos continúan desconociendo qué exactamente significa y a dónde lleva el tan promocionado “cambio” que el gobierno luguista asegura personificar.
http://www.abc.com.py/nota/algo-se-oculta-detras-del-excluyente-debate-sobre-la-reforma-agraria/
3 comentarios
Cristian Nielsen -
Agroexportación, monocultivo, agricultura familiar campesina, promover la industrialización de las materias primas agrícolas para la mayor generación de empleos, soberanía alimentaria, el 2% de los propietarios concentran el 85% de las tierras .
Simplezas como estas son impulsadas desde un partido político, cuyos dirigentes por ignorancia o necedad premeditada- se permiten mentir con total descaro.
Me refiero al plan de reforma agraria de Tekojoja, fogoneado por gente de excelente formación académica como el doctor Aníbal Carrillo Iramain, quien debiera dedicarse con exclusividad a su centro médico de la niñez y olvidarse de la dirigencia política, a menos que revise su base de datos y hable con mayor propiedad de lo que evidentemente ignora.
Para quienes no lo sepan, el doctor Aníbal Carrillo Iramain es un afamado médico pediatra, propietario del prestigioso Instituto Privado del Niño, asociado a su vez a los mejores sistemas de medicina privada prepaga cuya membresía cuesta, cuando menos, unos módicos 2.000.000 de guaraníes al año a una familia tipo que quiera contar con sus servicios. No es mucho, apenas el 14% del salario mínimo anual. Digamos que en una economía de mercado, hasta es una minucia. Con solo que dos miembros de la familia ganen el mínimo, tendrán que aportar apenas el 7% de lo que ganan para tener atención del primer mundo. ¿Me explico?
Pero volvamos al tema que preocupa al buen doctor, aparte de sus pacientes.
Don Carrillo, es un simple y garrafal error suyo afirmar que el 2% de los propietarios concentra el 85% de las tierras en el Paraguay. Es una falsedad, repetida una y otra vez, indigna del rigor metodológico en el que UD. ha sido educado.
Su error es tan primario que hasta da pena tener que señalárselo.
Tomemos la Región Oriental, que es la que concentra el 97% de la población del Paraguay, ligeramente superior a los 6 millones de habitantes.
En esta región, de las tierras con potencial agrícola, unas 2.800.000 hectáreas están siendo utilizadas por la agricultura mecanizada, de ellas, unas 2.400.000 en fincas de más de 20 hectáreas y unas 380.0000 en fincas de menos de 20 hectáreas (colonias alemanas, ucranianas, polacas y japoneses en Itapúa, producto de la inmigración de principios del siglo XX), todas cooperativizadas, por añadidura.
Otras 2.200.000 hectáreas de tierra agrícola de primera calidad están en manos de asentamientos coloniales campesinos. Lo que podríamos llamar, el resultado de la reforma agraria basada en el reparto de tierras, herencia de antaño o como quiera UD. llamar al culpable de este sistema fallido. Pero allí están, en manos de campesinos.
Ahora, ciñéndonos a estrictos patrones de producción y productividad, veamos los resultados.
De esas 2.800.000 hectáreas mecanizadas, don Carrillo, han salido los casi 3.000 millones de dólares exportados en 2010 en rubros agrícolas, no solo a partir de lo cosechado en el monocultivo de soja -como insiste su partido en su prédica monocorde-. Ha sido soja, si señor, el 26% de la cual ha sido industrializado AQUÍ, y también maíz, trigo, sorgo granífero y forrajero, girasol, lino, canola y otros cultivos que se utilizan para rotar el uso de suelos, mantener su productividad y cerrar el ciclo de eficiencia anual, algo que sus pensadores del partido ignoran porque por lo visto jamás visitaron las zonas de trabajo antes de emitir los decadentes informes de asesoría en los que UD. funda sus discursos. Sus técnicos prefieren la diatriba cómoda de escritorio a la constatación in situ que les va a ser necesariamente incómoda, porque no sabrían que hacer con el resultado de sus observaciones.
¿Y qué produjeron las otras 2.200.000 hectáreas de los asentamientos coloniales campesinos, una extensión que es casi el 80% de los perversos cultivos mecanizados? ¿Montos comparables a los anteriores, llegamos a los 6.000 millones de dólares de exportaciones? Le confieso que he buscado con bastante insistencia en las tablas de producción y exportación, del MAG, de Senacsa, del SEAG, del BCP y de otros organismos gubernamentales y el resultado es NADA. O cuando menos, son resultados tan insignificantes que no gravitan en las cifras de comercio exterior, ni siquiera en las de la economía interna.
Un simple dato me confirma este aserto: mientras nos instalamos como el cuarto exportador mundial de soja y derivados, producto de la demonizada agricultura mecanizada, nos estamos peleando a brazo partido en la frontera por evitar que ingrese un cajón de tomates argentinos semipodridos, para proteger a la eficiente producción nacional. ¿Esa es su visión de la soberanía alimentaria en el Paraguay?
Don Carrillo: Si personas como UD., y quienes piensan como UD., tuvieran alguna influencia real en la política nacional viviendo de mentiras, mitos, medias verdades e ignorancia estadística, el Paraguay podría estar en serios problemas. Pero, felizmente, hay mentes despiertas que viven el presente, ven venir el futuro y desprecian la estupidez, pero en especial, la mentira premeditada y malévola.
Y que sobre todo, están por delante de su anticuada y tonta visión de la economía de un país.
Me siento obligado a decir algo en su favor: Creo que UD. es un equivocado de buena fe, piensa que está apoyando una causa noble y que el país que UD. sueña es el que debiera triunfar.
Pero le tengo una noticia: estamos en el siglo XXI, la utopía socialista se ha hundido en el peor de los fracasos y es hora de que UD., y su partido, despierten a la realidad.
El país real no va a esperarlos. Simplemente, les va a pasar por encima si no toman la decisión correcta: o aceptan la realidad, o se apartan del camino.
Los procesos históricos, don Carillo, son inexorables.
Anónimo -
En los últimos días se rumorea fuertemente sobre la posible destitución del titular del Indert, Eugenio Alonso. La reforma agraria es la materia pendiente más importante del actual Gobierno. La misma no será posible mientras el propio Fernando Lugo no encabece el proceso y deje de someter al ente agrario a intereses mezquinos de grupos políticos y campesinos.
Las últimas estadísticas manejadas por el propio Estado paraguayo sobre la situación que se vive en el campo, no son para nada halagüeñas. La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) 2009 revela que la pobreza alcanza al 50% de los compatriotas que viven en el sector rural, es decir, ¡una de cada dos personas que residen en el campo es pobre!, lo cual significa que no tiene los ingresos suficientes para alimentarse, vestirse, estudiar, atender su salud, en aquellos niveles mínimos que puedan ser calificados de dignos.
En cualquier parte del mundo la reforma agraria está íntimamente ligada al desarrollo y, en un país eminentemente agropecuario como el nuestro, ella no es posible si los destinatarios no cuentan con un pedazo de tierra y los elementos y el apoyo necesarios para trabajarla y sacarle el mayor provecho. De ninguna manera este proceso puede ser considerado exitoso con la mera distribución de parcelas de inmueble.
La historia registra desde hace décadas varios intentos fallidos por implantar la reforma agraria en el Paraguay. Desde la creación del Instituto de Reforma Agraria (IRA) en la década de los cincuenta, pasando por el Instituto de Bienestar Rural (IBR) de la era stronista, hasta nuestro actual Instituto de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert), ninguna de estas entidades ha encontrado una solución de fondo al problema. El último intento del actual Gobierno de Fernando Lugo fue la creación de un engendro llamado CEPRA (Coordinadora Ejecutiva para la Reforma Agraria), que no es otra cosa que un conglomerado desordenado de instituciones que ha desembocado en un nuevo fracaso.
Todo esto demuestra que la solución de fondo no está en cambiar la denominación de las instituciones, en renovar las leyes que las rigen, ni en reemplazar permanentemente a sus responsables. Hoy, ante los rumores de cambio del presidente del Indert, se ha desatado una especie de guerra entre aliados del Gobierno, además de referentes del sector campesino que no hacen otra cosa que demostrar que la entidad se ha convertido en un coto político al servicio de intereses mezquinos. El propio titular del ente, Eugenio Alonso, ha advertido que no le dejan trabajar las presiones permanentes que sufre desde diferentes ámbitos.
El verdadero obstáculo a la reforma agraria tiene nombre y apellido: Fernando Lugo. La misma será apenas una quimera mientras el presidente de la República no se ponga a la cabeza del proceso, barra con aquellas personas y grupos que priorizan sus intereses personales y dote al Indert de los recursos técnicos, profesionales y financieros para hacerla realidad.
Maria -