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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

LA MASACRE DE CONSCRIPTOS EN FORTIN CORONEL MARTINEZ

Les envío un artículo que espero sea de su interés. Versa sobre la masacre de conscriptos en el fortín Cnel Martínez (Chaco Paraguayo) ocurrido durante el gobierno del Dr. José Patricio Guggiari (más conocido por José Pé). Este triste episodio es casi desconocido por la generación actual.

Con mis cordiales saludos de siempre

  • HUMBERTO ZARACHO

El derrocamiento del gobierno colorado del coronel Antonio Ezcurra (1904) fue aprovechada por Bolivia para iniciar la invasión progresiva del Chaco paraguayo, ante la debilidad exhibida por los gobiernos liberales. Ese mismo año fundaron el fortín Villa Montes, siendo este el punto de partida de la penetración boliviana en nuestro territorio. Al producirse las hostilidades en junio de 1932 el país del altiplano ya tenía construidos 29 fortines y ocupado 213.000 Kmts.2 de nuestro territorio, es decir, una tres cuarta parte del Chaco Boreal; en cambio el Paraguay apenas ocupaba 110.000 Kmts.2. Hubo de transcurrir tres décadas de anarquía política para que un presidente liberal, el Dr. Eligio Ayala, ordenara a nuestro escasamente entrenado y peor armado Ejército Nacional a contenerlos estableciendo, a su vez, algunos fortines para defender la soberanía nacional.


En el denominado “Sector Puerto Casado”, existía un tramo de 135 kmts de vía férrea perteneciente a la empresa de capital argentino Carlos Casado SA, la que facilitó al ejército paraguayo la entrada en aquella zona, posibilidad que no tenía en ningún otro sector del Chaco por la falta de caminos. No lejos del final de la vía férrea, en dirección sur, fue fundado el 17 de enero de 1927 el Fortín Coronel Francisco Martínez, en recordación al heroico defensor de Humaitá durante la guerra contra la Triple Alianza. Su primer comandante fue el Teniente José Atilio Migone, más tarde General de Brigada y en dos ocasiones Director de la Aviación en Campaña..

El 25 de febrero de 1927 fue cobardemente asesinado el Teniente 2º Adolfo Rojas Silva,  hecho ocurrido en el fortín boliviano “Sorpresa”. El autor fue el soldado Tejerina; este fue declarado héroe nacional y ascendido por el gobierno al grado de Sargento. La muerte del joven militar paraguayo, sumado a la ocupación sistemática del Chaco por Bolivia, agravó aun más las ya críticas relaciones entre ambos países.

El gobierno nacional se vio obligado a adoptar varias medidas de defensa tendiente a prever la guerra que se aproximaba inexorablemente. Uno de ellas fue el Decreto Nº 31.777 del 2 de noviembre de 1928, que fijó los nuevos asientos de las siguientes Unidades: a) RI1 “2 de Mayo”, Fortín Presidente Ayala; b) RI2 “”Ytororó”, Campo Grande; c) RI3 “Corrales”, Laguna Oieta; d) RI4 “Curupayty”, Fortín Coronel Martínez. Y por el Decreto Nº 32.226 del 13 de diciembre del mismo año se dispuso completar los efectivos de los dos primeros citados a 1.000 hombres cada uno, y 971 hombres para los dos siguientes (1). Sin embargo no pudo llegar a completarse sus cuadros por la falta de efectivos.

En esos años de preguerra las condiciones en aquellos lejanos parajes de la patria eran sumamente precarias, y los militares suplían sus necesidades y penurias con gran esfuerzo. Un prestigioso militar de la época relata que en febrero de 1931, en una entrevista con el entonces Ministro de Guerra y Marina General Manlio Schenoni, le expuso “con frases breves y acaso un tanto exaltadas la inquietante situación que imperaba en el ejército: descontento general y manifiesto en el cuerpo de oficiales; promesas de ascenso sin cumplirse por excusas que a nadie convence ni satisface; descuido de la defensa nacional en los últimos tiempos, con los fortines del Chaco en estado lamentable y destartaladas sus instalaciones, incluso líneas telefónicas y telegráficas tendidas durante la actuación de sus antecesores en el ministerio; oficiales y soldados que pasan desnudeces, hambres y miserias (semanas más tarde ocurría lo del fortín Coronel Martínez); falta de pago de muchos rubros del presupuesto de guerra, aún con respecto a las necesidades más apremiantes de la Escuela Militar…” (2) A pesar de la escalofriante realidad señalada lamentablemente el General Schenoni hizo oídos sordos. Al final el 14 de abril de 1931, acuciado por estos problemas y por la reacción engendrada por la masacre de Fortín Coronel Martínez, tuvo que presentar su renuncia al cargo de Ministro de Guerra y Marina

Pero sigamos con el relato del jefe militar: “Anterior a la renuncia de Schenoni se había sublevado la tropa en el fortín Coronel Martínez ocupado por el RI4 “Curupayty”, al mando del Mayor Juan Manuel Garay; llevaban los soldados meses sin cobrar sus modestos haberes, pasando hambre y vestidos con pedazos de bolsa de arpillera. El motín fue sofocado no sin derramamiento de sangre. Schenoni trató de responsabilizar al comandante del regimiento de lo ocurrido, pero a mí me consta que Garay, no en una oportunidad sino en varias, bajó a Asunción para informar de la situación angustiosa de sus tropas, sin que el Ministro de Guerra nada hiciera por remediar la situación creada. Como es natural, el lamentable episodio tuvo repercusión en la prensa y en el Congreso, donde Schenoni tuvo que soportar una feroz arremetida de la bancada opositora. Los colorados le abrumaron con datos y cifras que él desconocía por completo por no haberse molestado nunca en recorrer las guarniciones del Chaco una sola vez durante todo su ministerio” (3).

A su vez, un afamado dirigente liberal al referirse al suceso indica que: “El 5 de abril de 1931, ocurrió un amotinamiento en el Fortín Coronel Martínez, del Chaco, sector Puerto Casado. Este Fortín estaba bajo el mando del Mayor Manuel Garay (después Coronel). Componían su efectivo 250 hombres. El resultado de este amotinamiento fue la muerte de tres conscriptos y la herida de ocho. La causa, falta del pago de sus haberes, falta de vestuarios y de alimentos y prolongación indebida del tiempo de servicios. Interpelado el Ministro de Guerra por los periodistas dijo que el exceso de tiempo en el pago de los haberes era debido a que dichos pagos se venía haciendo con fondos extraordinarios desde la revolución de 1922, y que este atraso se cubría a medida que se daba el licenciamiento. Que las provisiones llegaban al Chaco con toda regularidad, pero que desde el año pasado se había disminuido la ración de acuerdo con el número de calorías fijado por la Sanidad Militar; que ni el Comando de unidad ni los Intendentes se habían quejado al Ministerio de estas deficiencias, por lo que no ha podido tomar conocimiento de ellas para remediarlas. La tenaz oposición de la prensa, que no desaprovechaba estas oportunidades para intensificar sus ataques, que si no eran provocados por los del gobierno eran del agrado de algunos de ellos, convencieron al General que había cesado de inspirar confianza al Presidente de la República…” (4)

Un brillante militar veterano del Chaco, escritor e historiador, por su parte reseñó lo siguiente: “En abril de 1931 ocurrió en el fortín Coronel Martínez un incidente de horrorosa significación moral y física, la tropa de conscriptos del RI4 Curupayty en masa tuvo un choque sangriento con el cuerpo de oficiales. Hubo varios muertos y heridos y la tropa fue dominada. Las causas del incidente consistían en que los conscriptos habían llegado a 3, a 4 y a más años de servicios… Llegó un momento en que los conscriptos decidieron licenciarse por su cuenta, y así lo ejecutaron…. Dejo que el lector se haga cargo de cuanto contribuyó este desgraciado incidente en exaltar los ánimos de la nación toda, ya que fue la comprobación de la incapacidad del gobierno oligárquico liberal para cubrir las exigencias rutinarias del reemplazo de conscriptos en un regimiento del Chaco. A todo esto habrá que agregar todavía las noticias diarias que se recibía en todo el pueblo sobre la mísera vida en los fortines; los soldados vestían en ocasiones chiripá de bolsa de lona, y para comer tenían que dedicarse muchas veces a la caza…” (5)

Hay que acotar que, para movilizar a los jóvenes en edad militar que se negaban a cumplir con el servicio militar, los gobiernos liberales recurrían al tristemente célebre Batallón Pombero, que los arreaba y los conducía a la fuerza hasta los cuarteles. En efecto, los jóvenes compatriotas se escondían de las patrullas del Batallón Pombero para evitar cumplir con el servicio militar por no estar de acuerdo en participar de las revoluciones civiles y otras reyertas que se registraban continuamente durante la égida del Partido Liberal. Se denominaba Batallón Pombero porque los reclutadores actuaban de forma silenciosa y solapada, preferentemente de noche, cayendo de improviso en las casas urbanas, compañías y valles de las áreas rurales (6).

Esta medida de fuerza no era suficientemente eficaz para llenar los cuadros orgánicos de las unidades militares, razón por la cual casi nunca podían completarse los efectivos. Además, según el testimonio del Dr. Dionisio González Torres, profundo conocedor de nuestras antiguas tradiciones y costumbres, al ser licenciados del servicio militar los conscriptos comenzaron a peregrinar hasta el Santuario de la Virgen de Caacupé para agradecerle por haberle permitido sobrevivir a los enfrentamientos armados suscitados entre los liberales. Esa antigua tradición es practicada hasta hoy por los jóvenes servidores de la patria.

Un combativo político colorado e historiador dejó documentado su opinión al decir: “No vamos a referir aquí aquel hecho insólito que se dio en denominar LA MASACRE DEL FORTIN CORONEL MARTINEZ ocurrida el 5 de abril de 1931, cuya documentación completa se halla en el Diario de Sesiones del LXI período legislativo (de abril a setiembre/1931), Imprenta Nacional, 1933, PORQUE LA MATANZA DE LOS CONSCRIPTOS ACAECIDA EN AQUEL LUGAR DE LA PATRIA, no solamente es un terrible baldón para el Partido Liberal, sino que la reproducción de esos documentos no se atrevería a hacer ningún paraguayo, por más antiliberal que fuere, ya que ellos son la exhibición al desnudo, de un pestilente cáncer de la historia nacional” (7). Juicio espantoso que lesiona a profundad, hasta hoy, el alma nacional.

Aunque el Congreso Nacional constituyó una Comisión para investigar las causas de la masacre, el gobierno del Dr. José Patricio Guggiari (mas conocido por José pé) buscó minimizarlo y conducirlo al olvido. Y, en cierto modo, logró su objetivo cuando apenas seis meses después, en aquella lúgubre mañana del 23 de octubre, se desencadenó la masacre de estudiantes que se movilizaron ante el Palacio de Gobierno para reclamar la defensa del Chaco. En la actualidad son muy pocos los que conocen la existencia de aquella tragedia nacional.

NOTAS:

(1) General Marcial Samaniego. “Las FFAA de la Nación en el decenio de la preguerra del Chaco hasta la victoria de Boquerón”, Imprenta Militar, págs. 59 y 60

(2) Coronel Arturo Bray. “Armas y Letras”, Tomo II, pág. 53, Edic. NAPA Nº 10, Julio de 1981

(3) Ibidem, pág, 70

(4) Dr. Rogelio Urízar. “Los dramas de nuestra anarquía”, II Tomo, Editorial Fundación Ross, págs. 699 y 700)

(5) TCnel Antonio E. González. “Preparación del Paraguay para la Guerra del Chaco”, TOMO I,  págs. 88 y 152, Editorial El Gráfico, Asunción, 1957

(6) Dr. Dionisio González Torres. “Folklore del Paraguay”, Editora LITOCOLOR, pág. 320, año 1996

(7) Enrique Volta Gaona. “23 de Octubre, caireles de sangre en el alma de la patria paraguaya”, EL ARTE SA, 2ª Edic., pág.142

3 comentarios

christian madelaire -

por que no comentan tambien que su "artillero "corazón de acero" i mejor dicho corazón pollo, corrió de su puesto de avanzada dejando una pieza valiosa de artilleria que en aquellos tiempos eran escasos por las vicisitudes que atravesaba nuestro ejército... valiosa pieza de artilleria (mortero) que alfredo steoessner les entregó a los bolivianos

Olivia González Aguirre de Petrini di Monforte -

Escueto y al grano. Muy buen análisis. Ojalá no cometamos los mismos errores.

Enrique Ramón Sánchez Sandoval -

Excelente artículo qe nos ilustra con toda claridad y sencillez los pormenores de aquellos tiempos álgidos y desconocidos previos a la Guerra del Chaco, documento que hay que divulgarlo y hacerlo conocer a las generaciones nuevas.