JORGE RUBIANI: "NO ES UNA MERA EVOCACIÓN NOSTÁLGICA"
Un recorrido por la Asunción escondida, perdida e invisible, es lo que propone el historiador Jorge Rubiani en su nuevo libro Paraguay 200 años de historia e imágenes. 1811-2011.
El arquitecto e historiador Jorge Rubiani habla sobre su nuevo libro, edición de lujo, Paraguay 200 años de historia e imágenes. 1811-2011, que ya está en circulación y se puede consegurr en la Librería Intercontinental. El método de trabajo de este volumen es interesante de destacar, pues se han contrastado las imágenes históricas de edificios y lugares con el presente, o sea cómo se ven en la actualidad. Rubiani señala que este enfoque se debe a la "inquieta cámara" de Dany Adorno, quien buscó los mismos ángulos para que el lector compare "si la confrontación con lo antiguo se ha dirimido a favor de una mejor calidad de vida". Pero, mejor, enterémonos de estas novedades por la versión del mismo autor.
--¿Cómo surgió el proyecto?
--Es un propósito no muy novedoso, la confrontación de imágenes del pasado con la actualidad, pero en este caso le aportamos los datos históricos para que la gente comprenda a qué nos referimos. Sobre todo introducimos tres consideraciones fundamentales en la consideración del paisaje urbano, que son: primero, la Asunción invisible, la que no vemos porque está soterrada, está escondida, está sumergida; después está la Asunción perdida, la que hemos perdido por demolición, por menosprecios de las autoridades de las distintas épocas; luego está la Asunción escondida, desconocida, y tiene que ver con eso que está, pero que no vemos porque ha sido escamoteado a la vista del público o ha sido modificado en muchos aspectos y la gente no lo reconoce. Aparte de eso está la ignorancia sobre el valor de esos elementos del pasado.
--¿Se han elegido algunos edificios emblemáticos de la ciudad?
--Nos ocupamos de los paradigmas más dolorosos de nuestra historia, que son la Catedral, el Panteón, el Palacio, etcétera, que ya no están en condiciones de ser apreciados o admirados porque han sido absolutamente devaluados o menospreciados a lo largo de todo este tiempo.
--¿Cómo fue la selección de esas imágenes antiguas?
--Nosotros tenemos una colección muy importante de imágenes antiguas, que llegan a la cantidad de cinco mil aproximadamente; son fotografías antiguas y otras no tanto.
--El método de trabajo en esta publicación ¿cuál fue?
--Dany Adorno le agregó las imágenes actuales con una dirección explícita, en cuanto que se hicieran las fotografías actuales desde los mismos puntos que se tomaron las antiguas fotografías. Eso también nos llevó a descubrir que la calidad de las imágenes del pasado no eran nada desdeñables y muchas veces, a pesar de los colores y de la tecnología actual, no llegamos a la altura de esas imágenes antiguas. Eso fue en el aspecto visual.
--Se observan textos que acompañan las fotografías...
--Después del aspecto visual está el conocimiento de la historia que voy desarrollando para entender los fenómenos que nos aquejan, no solamente por el regodeo de los relatos históricos o por una tendencia hacia la melancolía, sino con un criterio pedagógico y sobre todo autocrítico de lo que pudimos haber hecho y nosotros no lo hicimos.
--Cuando dice "nosotros", ¿a quiénes se refiere?
--Me refiero a los paraguayos y, en su componente más importante, a aquellos que tuvieron una responsabilidad concreta. En este caso yo pensé que el Bicentenario iba a ser una posibilidad de revisar estas conductas y sobre todo robustecer el sentido de pertenencia, el de arraigo, que son los que promueven la responsabilidad social y colectiva, y lamentablemente no fue así. Nos desperdigamos en actos, en celebraciones que no conducen absolutamente a nada. Eso conduce que al día siguiente de las celebraciones estemos en las mismas condiciones o peor de lo que nos encontramos ahora.
--Esta publicación es una recordación a los doscientos años...
--Evidentemente, es una evocación al Bicentenario, pero como motivador de actitudes. Como reflexiono en el libro, una reflexión creativa, una reflexión que produzca acciones correctivas sobre lo mal que hemos hecho en el pasado. Sobre todo pretende sensibilizar a la gente, que no es una mera evocación nostálgica, sino que realmente es un punto en el lugar que más nos duele, a ver si reaccionamos de alguna manera.
* Un fragmento
El autodespojo de lo auténtico
Hasta mediados del siglo pasado, Asunción había conservado lugares que promovían un genuino sentido de pertenencia, de comunicación y contactos. Desaparecieron con el correr del siglo que pasó, en cada uno de nuestros ’esplendores económicos’, golpes de picos y palas. O por la inapelable acción de las maquinarias. Por lo que, sin pausa y con prisa, se fueron desmantelando barrancos y promontorios, arroyos y bosques. Le siguieron edificios antiguos, recovas y corredores, todos demolidos o intervenidos de mil maneras equivocadas, perdiéndose con ellos los sonoros nombres de nuestros lugares originales. Cuando quedara casi nada por destruir y en beneficio de tanto ’adelanto’, llegó finalmente el turno de patios y jardines. Fue cuando empezamos a consagrar a los carteles publicitarios como más importantes que la convivencia con la naturaleza, y a los automóviles más importantes que los peatones. Obnubilados por la modernidad y concibiendo este vocablo como equivalente a civilización o progreso, nos dispusimos el autodespojo de todo lo que nos recordara lo auténtico, lo propio, lo insustituible, desde la lengua y costumbres ancestrales, hasta nuestros edificios coloniales.
(*) Fragmento del libro. Edición del autor, 2011.
0 comentarios