Blogia
HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

EL HOMBRE NUEVO

 

Por Manuel Ferreira Brusquetti

El advenimiento de la democracia al Paraguay ha generado cambios importantes en sus condiciones económicas. Estas transformaciones han afectado el tipo de persona que precisa el país para poder crecer y desarrollarse integrando a amplios sectores de la población a nuevas calidades de vida.

Para ilustrar esta situación es preciso hacer un poco de historia. El proceso democrático se inició con la liberalización del mercado cambiario y financiero, le sigue una progresiva desregulación e integración de los mercados de bienes y servicios y aún no se ha conseguido fortalecer hasta hoy los mercados financieros secundarios, aquellos donde las empresas pueden vender bonos y acciones y los inversionistas contribuir con sus ahorros al desarrollo.

En la dictadura, el Estado no sólo era el principal canalizador de fondos, sino también era el principal generador de contratos para el sector privado. El medio ambiente económico exigía que los empresarios se encontraran conectados a instancias de poder, ya que esto les permitía tener acceso a relaciones de padrinazgo con las que podían obtener contratos a través de licitaciones arregladas para inversiones gubernamentales, cuotas en productos de importación, tarifas o inclusive bloqueos para los productos de la competencia, que las autoridades encargadas del control de actividades ilegales hagan la "vista gorda" en el momento del control de sus mercaderías y otras cosas por el estilo.

 

La democracia trae consigo al mercado como nuevo sistema de asignación de recursos. Esta transformación produce efectos importantes en la forma de hacer transacciones que existía hasta ese entonces en el país. Ya los padrinos no están "categorizados" como en el stronismo, sino que se introduce un conflictivo sistema de competencia al interior del sistema que se traduce en el reparto del botín del Estado. Esta situación abre dos canales de reproducción: por un lado, el incremento del prebendarismo y, por el otro, la mayor rapacidad de los funcionarios en el poder. Si a esta situación le agregamos la ineficiencia del Estado podemos tener una idea bastante clara de la evolución del Estado en nuestro país.

 

El Paraguay ha sufrido un cambio estructural fundamental que significó su migración del Estado como principal institución asignadora al mercado. Hemos entrado a este nuevo mundo con las calificaciones equivocadas. Donde se necesita ser eficiente, somos prebendarios, donde debemos ser honestos, somos corruptos, donde debemos hacer cálculos y proyecciones, somos improvisados, donde hay que mirar a largo plazo somos cortoplacistas, donde hay que invertir desinvertimos, donde hay que ser trabajadores somos holgazanes, donde necesitamos estar unidos nos peleamos, donde debemos volvernos vendedores somos compradores.

 

Debemos generar un cambio de visión fundamental para afrontar con nuevas calificaciones el nuevo mundo que se nos presenta y que nos impone restricciones que no podemos cambiar. Para ello, es necesario invertir en educación y salud, en generar el capital humano que nos va a permitir lograr niveles productivos que nos exigen las circunstancias.

 

Debemos ser patriotas para construir el país y no sólo a la hora de defenderlo, como hemos demostrado sobradamente a lo largo de nuestra historia. Debemos volvernos ambiciosos en el buen sentido de la palabra. Debemos empezar a considerar al Paraguay como la comunidad imaginaria que es y donde el valor de un paraguayo al que no conozco y ni siquiera ví es tan alto como el de mi pariente. En este marco es fundamental una clase política que pueda acompañar los procesos generados por este nuevo hombre paraguayo.

 

Con este hombre nuevo, podemos encarar modelos de gestión exitosos, tanto empresariales como estatales o colectivos, y que éstos puedan tener efectos transversales y abarcantes para impulsarnos fuera de la pobreza y el atraso. Hasta tanto solo podemos tener paciencia.

 

0 comentarios