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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

LOS PARTIDOS FRENTE A LOS BOLIVARIANOS

En la busca de justificativos para los intolerables privilegios que los partidos políticos han construido para sí con dinero del pueblo, una de cuyas manifestaciones es la masiva contratación de recomendados en Justicia Electoral, los políticos que defienden esa injusticia dicen que ella es necesaria para asegurar la vida de los partidos y para evitar el triunfo del movimiento bolivariano en Paraguay.

Todos los diputados y senadores implicados en la defensa de esta irregularidad están ahora haciendo declaraciones en ese sentido.

 

Al analizar esa línea argumental sorprende su perversidad moral tanto como la ignorancia histórica supina en que se basa.

 

En efecto, los diputados y senadores que están sosteniendo en público que es necesario recurrir a la injusticia y al privilegio que la genera para contener al adversario deberían explicar en qué son diferentes de Jorge Rafael Videla, el militar argentino que derogó la Constitución de su país para matar a quienes no estaban de acuerdo con su visión “cristiana” del mundo.

 

Las armas son distintas, Videla tenía blindados mientras los legisladores tienen recomendaciones, pero los diputados y senadores deberían explicar si el principio de ambos es diferente: El fin justifica los medios.

 

Deben explicar lo que se pide que aclaren porque es evidente que para obtener el fin que buscan hacen cosas inmorales, construyen un orden injusto, pues lo hacen sin problemas. Y lo defienden.

 

La “recomendación” es inmoral. Muchos de los políticos que ahora la defienden la criticaban duramente cuando los funcionarios de Alfredo Stroessner recomendaban. Entonces era inmoral. Hoy sigue siendo inmoral.

 

Es inmoral porque privilegia a unos, los amigos, y olvida o perjudica a otros, todos los demás. Es inmoral porque no promueve el mérito sino el compadrazgo. Es inmoral porque implica el uso indebido de influencias. Y es una vergüenza que haya que recordar su inmoralidad manifiesta a diputados y senadores del Congreso Nacional.

 

Hay una lección constante y uniforme que surge de la Historia. Esta es la de que los pueblos prefieren soportar estoicamente muchas injusticias, pero que “cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad” (Thomas Jefferson, Declaración de la Independencia de Estados Unidos, 4 de julio de 1776).

 

Que los diputados y senadores que defienden los injustos privilegios que los partidos políticos paraguayos se han atribuido al margen de la Constitución y de la ley no conozcan esta lección de la Historia pone en evidencia no solamente su escaso nivel cultural y su pésima formación política sino, lo que es mucho peor, el peligro que corre la institucionalidad paraguaya en manos de gente que no sabe lo que está haciendo.

 

Todas las grandes revoluciones de la Historia, la inglesa de 1648, la norteamericana de 1776, la francesa de 1789, la rusa de 1917, la iraní de 1978, la egipcia del 2011, todas sin excepción significativa alguna, se explican, independientemente de la evolución posterior que hayan tenido, en el hartazgo del pueblo ante los privilegios que se otorgan a sí mismos los detentadores del poder.

 

Esto mismo es lo que ocurrió en Venezuela con el “Caracazo” de 1989, una violenta explosión en contra de los privilegios que se habían adjudicado a sí mismos los partidos tradicionales venezolanos (el socialdemócrata Acción Democrática y el cristianodemócrata COPEI), que dio origen al entonces pujante movimiento bolivariano.

 

Los senadores y diputados paraguayos son tan ignorantes de esa historia que presentan como defensa de sus partidos ante el movimiento bolivariano justamente aquello de lo que el movimiento bolivariano se nutre para destruirlos.

 

A estos senadores y diputados defensores del privilegio hay que explicarles que esos privilegios son precisamente los que justifican al movimiento bolivariano y que para dejar sin argumentos al bolivarianismo hay que abolir los privilegios y trabajar por la moral.

 

 

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