CARPEROS
Por Miguel H. López
El nombre comenzó a generar curiosidad en los últimos días en el país, y hasta los más creídos periodistas no dudaron en maniobrar la palabra con cierta ironía y maledicencia. El término viene asociado a las ocupaciones de parcelas y la reivindicación de propiedades para sintierras.
Los carperos son campesinos, en gran parte, sin asentamientos suficientes para cultivar. Aunque tienen grupos en muchos lugares, provienen mayoritariamente de los departamentos de Alto Paraná y San Pedro, y son ramificaciones o desprendimientos de otras organizaciones agrarias. Su novedad radica en el hecho de que repentinamente tomaron por asalto la visibilidad pública, y dejaron en evidencia que la aparente calma en torno al conflicto por la tierra está lejos de solucionarse y menos de recibir una respuesta favorable a escala nacional desde el Gobierno.
Este martes, el nombre Liga Nacional de Carperos irrumpió en las emisoras con un revelador hecho que recordaba a la época de los gobiernos colorados: ocupaciones masivas de propiedades en San Pedro. Nombres tan poco usuales como Seis Mil Defensores de Guayaybíi, Castillo Cué, Fortín Cué, u otros más famosos por los conflictos por tierra como Capi'ibary, Encina Cué, Yrybucuá y Santa Rosa del Aguaray, se arremolinaron de nuevo en torno a un viejo drama socioeconómico: la necesidad de tierras para su cultivo, y la inexistencia de políticas públicas para dar cabida a una efectiva reforma agraria integral y sustentable.
La sorpresa y novedad, sin embargo, no eran tanto. Ya a principios de enero de 2011, hace dos meses, la dirigencia de carperos advirtió que habría ocupaciones masivas si el Gobierno no solucionaba el problema de tierra, y que la acción se extendería por todo el país de modo simultáneo en todas las propiedades que vienen reclamando, en algunos casos desde hace tres años y sin respuestas, ya sea por su no explotación por parte de los terratenientes o porque son tierras fiscales.
Esta nueva oleada de ocupaciones, que tiene a un aparente nuevo frente campesino, ya comenzó a recibir infiltración de grupos políticos colorados tal vez en su afán de inestabilizar al Gobierno y, a la vez, sacar rédito electoral. Sin embargo, esta situación no invalida sus reclamos y tampoco modifica el método de ocupar para después recibir de una u otra manera visibilidad y atención oficial, porque los organismos y canales institucionales no funcionan.
Por ahora, el saldo está cerca de 100 dirigentes detenidos, en lo que los propios organismos de DDHH llaman criminalización de las luchas sociales, y un pleito feroz entre agentes fiscales y el titular de la Policía Nacional por procedimientos de desalojo. Mientras, los sintierras siguen esperando hasta el hartazgo y ocupando progresivamente parcelas, aguardando que el Ejecutivo ejecute alguna política que aplaque los reclamos, aunque sea por cumplir una pequeña parte de su promesa electoral.
La nueva reacción, ahora bajo el rótulo de carperos, no es otra cosa que un viejo drama para nuevos tiempos. Y no hace más que exponer descarnadamente la realidad de cientos de miles de paraguayos que, al no tener más nada que perder, inician estas cruzadas a veces viviendo bajo carpas por años, esperando que el Indert se digne en realizar una simple mensura.
La lucha por la tierra sigue siendo tomada a la chacota por el Ejecutivo. Tal vez si Lugo fuera a vivir bajo hule por unos días sepa mínimamente lo que sufren estos compatriotas y entienda por qué incluso algunos ocupantes llegan a esgrimir frases lapidarias como esta: "Saldremos en ambulancia o en cajón; de todos modos, vamos a morir en la calle".
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