REGULADAS Y TRANSPORTE PÚBLICO
Algunas empresas de transporte público han iniciado sus ya conocidas “reguladas”, reduciendo la cantidad de buses en servicio como una forma de presión para lograr el aumento del pasaje tras el incremento registrado en el precio del gasoil. En una situación normal el parque de vehículos que prestan este servicio es insuficiente y los cientos de miles de usuarios que a diario deben utilizarlo se ven obligados a viajar apretujados y en condiciones humillantes para llegar a sus lugares de trabajo o estudio. Con la disminución de las unidades, la situación se vuelve sencillamente intolerable. Con el argumento de reclamar el alza del boleto, los transportistas someten a la ciudadanía a cada vez mayores incomodidades. El abuso cometido contra la población debe motivar una intervención enérgica en este sector por parte de las autoridades.
Es que el servicio de transporte público es estratégico en Paraguay. Ante la ausencia de otros sistemas alternativos –nuestro país, a diferencia de otros en la región, carece de tranvías, trenes, subterráneos, etcétera– los buses juegan un papel central para mantener en movimiento el aparato productivo y comercial, la administración pública, la educación en colegios y universidades y la vida social y recreativa. No puede, por lo tanto, permitirse que un elemento tan crucial se encuentre en manos de extorsionadores, de un grupo cerrado de personas que lucran ofreciendo un servicio de pésima calidad y poniendo en riesgo la vida de los usuarios. Una profunda revisión de todo el sistema de transporte público es una urgencia ya impostergable porque las deficiencias actuales se traducen no solo en problemas para quienes viajan en los buses, sino también para los demás ciudadanos. Los buses chatarra son un factor determinante en el tránsito anarquizado y peligroso en Asunción y su área metropolitana.
De igual manera, la contaminación del aire por efecto de la circulación de automotores viejos y el colapso de la red de calles y avenidas se atenuarán significativamente si se encara con coraje y decisión una renovación y modernización del sistema de transporte público.
Con acierto, la Secretaría del Transporte del Área Metropolitana impuso multas y sanciones a las empresas que sacaron menos buses a las calles. Constituye este un primer paso importante para castigar, con la ley en la mano, los abusos hacia los usuarios. A estas acciones debe sumarse la apertura de un debate sobre la problemática del transporte, partiendo de la premisa de que se trata de un sector estratégico, y con la meta de llegar a mediano plazo a cambios y mejoras sustanciales. Es indispensable abrir ese mercado a nuevas inversiones, a la llegada de empresarios honestos dispuestos a adecuar sus servicios a las normas técnicas, laborales y a los parámetros mínimos de calidad. Una política de créditos con miras a la adquisición de automotores nuevos es otro elemento que debe considerarse. Y, paralelamente, acelerar la implementación de proyectos alternativos, como el Metro-bus, el sistema con paradas fijas que a semejanza de los metros y trenes en otras ciudades del mundo unirá San Lorenzo con Asunción.
No son medidas radicales ni impracticables. El criterio es simplemente permitir el acceso de nuevas personas, nuevas prácticas y nuevos hábitos al transporte público, un espacio hoy ganado por quienes prefieren chantajear a crecer o adaptarse a las exigencias actuales.
5 comentarios
Anónimo -
El representante de la Asucop, Juan Vera, en una reunión que mantuvo con el titular de la Corte, Luis Benítez Riera, manifestó la preocupación del sector por las reiteradas resoluciones emitidas por los jueces a favor de los buses chatarra.
Según la Asociación de Usuarios y Consumidores del Paraguay (Asucop), nueve empresas del transporte público continúan trabajando con resoluciones judiciales, pese las pésimas condiciones en las que se encuentran.
Éstas son: 29 de Setiembre, San José, Virgen del Pilar, Condubus Limitada, Julio Correa, Circular S.A., Lago Azul de Ypacaraí y otras líneas.
El presidente de la Corte prometió interiorizarse sobre esta situación.
Anónimo -
Guido Rodríguez Alcalá
Van a subsidiar a los transportistas, según parece. El subsidio consistiría en darles combustible más barato. El combustible más barato, supuestamente, cumplirá una función social; es decir, permitirá que no suba tanto el precio del pasaje; luego que la gente no se queje. Esto es lo que se dice, aunque las quejas de la gente no se tengan en cuenta por lo general. Lo que cuenta son las medidas de fuerza de ciertos grupos con poder y que pueden causar mucho daño, como los transportistas, que pueden dejar paralizadas a las ciudades con sus huelgas activas. Huelga activa significa atorrantear en vez de trabajar; para no dejar que los demás trabajen. Es lo que pasa cuando unas cuantas docenas de individuos bloquean ciertos puntos estratégicos de Asunción, atacando a los ómnibus y pasajeros de empresas que trabajan.
Porque no se debe generalizar. Cuando se dice huelga activa de transportistas, se dice huelga de los transportistas ineficientes, que exigen privilegios porque o si no son incapaces de mantenerse. Las empresas de transporte que trabajan bien no necesitan contratar menores de edad (no imputables) para romper vidrios y cabezas con cascotes y balines. Pero existe una nivelación para abajo, que consiste en crear las condiciones necesarias para que también puedan mantenerse las empresas ineficientes. Por eso en toda huelga activa hay empresas apedreadas y empresas apedreadoras. La idea es mantenerlas contentas a todas, porque son imprescindibles en caso de elecciones. A veces se las quiere contentar por simple populismo, como pareciera ser el caso ahora.
Conste que ya existe un subsidio al gasoíl, que es perfectamente absurdo. El precio del petróleo se fue a las nubes. Como diría Perogrullo, el hombre de las verdades obvias: Si sube el precio del petróleo, sube también el precio del gasoíl, un derivado del petróleo, y también el precio del transporte del petróleo. Si subió el combustible en el resto del mundo (incluyendo Inglaterra, que tiene petróleo), tiene que subir también en el Paraguay, salvo que se venda el combustible a pérdida, como sucederá con Petropar, que tiene asegurada una pérdida de unos ocho millones de dólares al mes -si es que el petróleo no sube todavía más-. Estas son las verdades de Perogrullo, el personaje de tantos chistes sobre lo obvio. Pero no nos riamos de Perogrullo. Estaríamos mucho mejor si ese buen señor viniera a dar un seminario a la clase dirigente paraguaya, que por lo visto aprendió mucho menos con los seminarios del BID y del FMI. Cuando no se puede avanzar volando, hay que avanzar cojeando, dijo el viejo Goethe. Yo me conformaría con que se avanzara gateando.
Y bueno, gracias a las presiones de ciertos sectores, y en especial de los transportistas, se subsidia el gasoíl. Esto es volver a la Doctrina Nicanor, que dejó un déficit de casi 300 millones de dólares en Petropar. Pero se va a superar a Nicanor, porque también habrá subsidios especiales para los transportistas. ¡Qué genial! Da la impresión de que Horacio Cartes nombra a los asesores de Fernando Lugo.
Anónimo -
El anuncio hecho por el presidente Fernando Lugo de que el Estado subsidiará el gasoíl para el transporte público, de manera que no subiera el precio del pasaje, es un tema que debe llevar a analizar el fondo de una cuestión que parecería concer- nir exclusivamente a lo económico, pero en la que afloran intereses políticos, secuelas de la corrupción y absoluta incapa- cidad de este Gobierno para manejar situaciones de crisis.
El pasado 10 de marzo, el presidente de Petróleos Paraguayos (Petropar), Juan Alberto González Meyer, anunció que el precio del gasoíl se elevaba de 4.700 a 4.950 guaraníes. La medida llamó la atención porque el presidente de la República no se hallaba en el país y su sustituto legal, el vicepresidente, no te- nía noción alguna de la medida.
La primera consecuencia de la decisión fue que los empresarios del trans- porte público pidieran un aumento del precio del pasaje de 2.300 a 2.500 gua- raníes. Casi inmediatamente, el consejo de la Secretaría de Transporte del Área Metropolitana (Setama) emitió un dictamen señalando que el precio del pa- saje debía ser de 2.547 guaraníes, con lo que estaba cantado que quedaría en 2.500 guaraníes, para que los empresarios siguieran aduciendo que pierden dinero.
A su vuelta al país, el presidente Lugo anunció, el 24 de marzo, que el precio del gasoíl volvería a su precio anterior y que el pasaje no se incrementaría, pues se hallaría un mecanismo compensatorio para los empresarios del transporte. Ese mecanismo es el subsidio.
Y aquí aparecen varias cuestiones que se deben tener en cuenta. En primer lugar, aunque indudablemente el alza en el precio mundial del petróleo reper- cutió en el gasoíl, no hay certeza con respecto a porcentajes concretos de inci- dencia, pues continúa la sospecha de que una buena parte del costo operativo de Petropar sigue oculta en una maraña burocrática difícil de desentrañar.
Es difícil no pensar que hay una "recaudación" -a más de beneficios inau- ditos para funcionarios de una empresa en quiebra, como Petropar- que in- fla esos costos operativos.
Como consecuencia de este affaire del subsidio, también viene a cuento el tema de Setama, un organismo que debió ser técnico, pero que es eminente- mente político, y cuya función principal es cohonestar la pésima gestión de los empresarios del transporte público paraguayo, el peor en Sudamérica. Así co- mo está, Setama no tiene razón de ser.
Por último, cabe recordar que todo tipo de subsidio lleva en el Paraguay directamente a la corrupción. Más aún si se trata de subsidiar a los transpor- tistas paraguayos, que no tienen escrúpulo para proclamar que viven perdien- do dinero con el transporte, pero que están cada vez más ricos y no desean largar el negocio por nada del mundo.
Ni aunque se hubiera mantenido el alza en el precio del gasoíl, se pudo haber justificado un mayor precio del pasaje, desde el momento en que los empresarios del transporte no van a mejorar su servicio, porque eso no está en su ánimo, en su naturaleza, en su forma de pensar. Lo único que ellos quieren es más dinero, sin considerar en ningún momento reajustar también la cali- dad de su servicio.
Obligar a la ciudadanía a subsidiar al sector empresarial más retrógrado del país será otra demostración de la falta de ascendencia moral de este Gobierno. Lo más sensato será negarles un privilegio para el que no han acumulado nin- gún mérito, y evitar así a la ciudadanía una nueva y pesada carga.
Brigitte Colmán -
Un día aumenta el precio del gasoíl, y media hora después de que se haya hecho público el anuncio, los empresarios del transporte piden que se aumente el precio del pasaje.
Y claro, se entiende que si van a gastar más en combustible, es comprensible también que el precio del servicio que prestan tenga que variar.
Lo que no tiene sentido alguno es que sigan intentando convencernos de que anga trabajan a pérdida y que son patriotas, ya que el servicio que ofrecen es malo, malísimo.
TRANSPORTE DE GANADO. Estaba a punto de decir que los colectivos transportan a los usuarios como si fueran ganado vacuno.
Pero no. Afirmar algo parecido sería un desacierto. Pues sabemos que en este país las vacas tienen privilegios que los ciudadanos no conocen.
Es más importante cuidar que las vaquitas no se estresen, pues eso pondría en riesgo la calidad de la carne y ya sabemos que nadie quiere comerse un asado de carne dura, y ni se diga una milanesa dura como suela de zapato.
La cuestión es que un insignificante ciudadano de a pie, de esos que no tienen moto ni auto, y que dependen del servicio de transporte público, debe soportar todo tipo de malos tratos.
Para comenzar, es imposible determinar a qué hora pasará la línea que uno necesita. Los buses no tienen horarios, y eso es cuando trabajan "normalmente". Si como en estos días se les ocurre hacer la famosa regulada, estamos fritos. Un usuario puede llegar a esperar entre media hora y hora y media.
Ahí ya puede olvidarse de llegar a tiempo al trabajo y debe ir preparándose para escuchar los plagueos del jefe. Aunque eso no es de incumbencia de los empresarios del transporte. Supongo que ellos no hacen uso de las unidades que tanta riqueza les dan.
PELIGRO SOBRE RUEDAS. Dudo de que los empresarios dueños de las líneas hayan subido alguna vez a un ómnibus de su propiedad. Dudo de que alguno de ellos se animara a poner en peligro su integridad física mezclándose con el pueblerío.
Basta de suponer: mejor imaginemos por un rato las experiencias nuevas que vivirían si se animaran alguna vez a ir en colectivo al trabajo.
Para comenzar, van a esperar mucho tiempo en la parada; bajo el sol implacable, esto no será nada agradable. Ahí se van a enterar de que en este país no hay refugios para los usuarios que esperan su micro con estoicismo bajo la lluvia o bajo el sol.
Cuando hayan logrado abordar un transporte público, cuando hayan tenido la suerte de encontrar un lugarcito en la estribera, en plena hora pico, se van a enterar de lo que significa realmente "calor humano".
Y ahí van a experimentar los diferentes niveles de la socialización: les van a empujar, les van a pisotear el juanete, les van a estirar la cartera, recibirán mochilazos y, al final, se van a acostumbrar a escuchar al chófer gritando que "más atrás hay lugaaaaar".
Pero lo mejor de todo será cuando un hierro oxidado -triste recuerdo de un asiento acolchado- les rompa el pantalón.
Les va a dar rabia y querrán ir a quejarse, pero no servirá de nada. Porque todo usuario del transporte público sabe que los transportistas en este país hacen lo que se les da la gana.
Samuel Acosta -
Huelgas, chatarras, reguladas, inseguridad, maltratos y ahora ¡pasaje a 2547!, es el colmo del cinismo al que han llegado las autoridades del sector transporte que tuvieron una caldeada reunión en la tarde este martes para concluir con que la cifra mencionada es lo que corresponde de aumento ante la suba del gasoil. ¿Cuánto más soportarán los usuarios?.
Si se hace un cronograma en menos de una semana el usuario del transporte público en el área metropolitana paso de todo. El lunes antepasado se levanto para ir al trabajo y no encontró colectivos. Estábamos en huelga; ¿el motivo?, los chóferes antes que presionar a sus jefes - los empresarios - para que le disponga de colectivos en buenas condiciones, se manifiesta por seguir manejando chatarras de hasta 30 años de antigüedad.
Con la huelga se vino la violencia y nuevamente los pseudos sindicalistas reventaron parabrisas de colectivos que no se plegaron a su medida de fuerza con los pasajeros incluidos que vivieron momentos de terror.
A finales de la semana pasada un golpazo. La empresa de Petróleos Paraguayos (PETROPAR) de la nada decreta un aumento en el costo del gasoil, y por su puesto, una hora más tarde ya estaba sobre la mesa de la Secretaría del Transporte del Área Metropolitana (SETAMA) un pedido de aumento del pasaje.
La cosa no termina ahí. Este lunes, la gente tuvo que venir literalmente colgada en los colectivos que iban y venían repletos porque los empresarios decidieron unilateralmente sacar menos coches a las calles en la ya conocida regulada de manera a presionar al gobierno el aumento del boleto, siempre, claro perjudicando a los usuarios.
Y el colmo llegó esta tarde. La SETAMA se reúne con los principales actores de negociación, es decir, sindicalistas, empresarios, representantes de usuarios y el gobierno. La votación da 4 a 1 a favor de que se aumente el boleto por la friolera suma de 2547 guaraníes. Sí, por esas chatarras a las que muchos se ven obligados a viajar por las estriberas, con cachaca de fondo y un chofer que se pasa gritando más al fondo, más al fondo, cuando que no hay espacio ni para un alfiler.
La suerte esta jugada. La recomendación llegará a más tardar a primera hora de este miércoles sobre el escritorio del presidente en Ejercicio, Federico Franco. Veremos si el vicemandatario tiene la suficiente cintura política para responder a las necesidades de la ciudadanía, a la que dice servir.