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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

MARZO PARAGUAYO

Andrés Granje

Se recuerda el decimo segundo aniversario del marzo Paraguayo, la gesta civil protagonizada por la juventud paraguaya en marzo de 1999, quizás la mas importante realizada en defensa de la democracia, en los anales de nuestra historia solamente comparable con el movimiento comuneros de Antequera y Castro en la época de la colonia, calificada como el primer grito de libertad en América, los trágicos sucesos del 23 de Octubre de 1931, estudiantes masacrados en los jardines del palacio de gobierno por pedir armas para ir a luchar en el chaco contra la invasión boliviana, luego no se tiene registros de gestas cívicas tan encomiables y principistas de la ciudadanía en general.

Que después grupos de logreros y oportunistas políticos se hayan beneficiado de manera miserable con el fruto del sacrificio de los jóvenes, que hayan capitalizado esas luchas para llegar al poder, robar dinero, ganar influencia política con practicas corruptas y canallas, no es culpa del marzo paraguayo, ni de sus genuinos protagonistas. La juventud y los que murieron y resultaron heridos en los trágicos y gloriosos sucesos, no pensaron en lo que después iba a suceder, en ese momento había que salvar la república del peligro autoritario que significaba Oviedo, manejaba a voluntad a su Presidente títere Raúl Cubas y avanzaba con sus pretensiones totalitarias de sojuzgamiento de la sociedad Paraguaya, el asesinato del Vicepresidente Argaña, fue el detonante del descontento popular que propicio las movilizaciones que tumbó al régimen fantoche.

Los escépticos de siempre bastardean sobre este acontecimiento preguntándose ¿para que sirvió, el marzo paraguayo, si al final los únicos beneficiados fueron los avivados de siempre?, sin embargo a esa gente, tenemos que decirles que a pesar de la impostura de nuestros políticos que sobre la sangre y el sacrificio de tantos compatriotas edificaron un poder inicuo, para acumular dinero e influencia política, lo mas importante que se logro fue no caer de vuelta en el autoritarismo, ciego, torpe y retrogrado que por tanto tiempo tuvimos como modelo de gobierno, que a pesar del recuerdo idílico de los nostálgicos de la dictadura, en ese tiempo no vivíamos mejor, porque no podíamos hablar libremente, no podíamos opinar, disentir, comentar, movernos, porque se perseguía al que pensaba distinto, ese solo hecho ya justifica al marzo paraguayo.

Después la tarea quedo inconclusa, hasta diríamos que hubo retrocesos, nuestra democracia y sus instituciones son caras y de mala calidad, con resultados pobrísimos para aliviar las inequidades sociales, tenemos corrupción como entonces, no pudimos sanear nuestra administración publica, nuestra justicia es mas injusta que nunca, reina siempre la impunidad, creció el narcotráfico y el consumo de drogas, la delincuencia y la inseguridad también, pero estos desajustes en democracia son mas fáciles y posibles de subsanar. En ese rumbo debemos direccionar nuestras acciones para honrar la memoria de los mártires del marzo paraguayo a doce años de la gesta patriótica.

6 comentarios

Norman E. Stark C -

AGRADECIMIENTO DE FAMILIARES DE VÍCTIMAS DEL MARZO

Por este prestigioso medio deseo presentar mis agradecimientos a la señora Desirée Masi y al señor Andrés Colmán. A la señora Masi porque en sesión del Congreso recordó a los héroes del Marzo paraguayo, entre ellos a mi hijo Manfred. Debo decirle, señora, que siempre he seguido con interés sus intervenciones en el Congreso, y en ellas se evidencia que usted se mantiene leal a los ideales que abrazó en sus tiempos de estudiante, los sigue persiguiendo con el mismo entusiasmo de los primeros años. Yo creo que la lealtad absoluta no se da a las personas, sino a los ideales; por ellos luchamos, sufrimos y no tememos enfrentar a la muerte. Muchas personas se unen por un ideal, pero algunas pierden el entusiasmo, sea por cobardía o por intereses personales, y los abandonan.

Siempre he sido un profundo admirador de la mujer paraguaya, cuando veo una, veo la inmensa abnegación con que mi madre siguió a mi padre durante más de 60 años de matrimonio; veo la paciencia infinita de mi esposa quien en mis largas ausencias, hizo de papá y mamá sin quejarse nunca; y veo a mi hija que con dulzura nos acompaña en esta recta final de nuestra existencia.

No puedo olvidar a la mujer de la Residenta que después de perder a su esposo, a sus hijos, a sus padres y hermanos, en vez de dejarse dominar por el dolor se lanzó valientemente a reconstruir con sus manos desnudas su desolada patria. Una vez más señora, gracias por su constancia y valentía. Es usted una auténtica mujer paraguaya.

Al señor Colman Gutiérrez, le expreso mi admiración por ser quien jamás ha olvidado a los héroes del Marzo Paraguayo, no ha dejado nunca de recordarlos, en su esperanza, de que su coraje sirva de ejemplo a los jóvenes de hoy. A través de sus escritos ha reavivado los ideales que los llevó a desafiar y aceptar la muerte, pues sabemos que si no somos capaces de enfrentarla es porque aquellos no son verdaderos, sino meras poses.

Finalmente a los que participaron de aquellos cobardes asesinatos, les recuerdo unos versos que aprendí de niño: "No son muertos los que yacen en tumbas frías, muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía". Estos muertos vivientes siempre se sentirán solos, aun rodeados de multitudes, se sentirán miserables aun rodeados de riquezas, y se sentirán despreciados, aun aplaudidos. Les deseo larga vida.



Cnel. R CIC 121.706

Anónimo -

Otro aniversario

por Alcibiades González Delvalle

El miércoles se cumplió el XII aniversario del asesinato del vicepresidente de la República, Dr. Luis María Argaña. La tragedia nunca se aclaró porque vive atrapada en un laberinto judicial, político y mediático. Lo que parecía un caso fácil para la policía se complicó de tal modo que lleva camino de quedarse en la nada. Entre la víctima y los victimarios se alzan poderosos grupos –imposible de abatirlos– que se impusieron la tarea de enredarlo todo. Desde el invento de un “testigo”, como el delincuente Gumercindo Aguilar, hasta un veterinario que “descubrió” que el Dr. Argaña ya estaba muerto cuando lo mataron.

Esta fantasía de la muerte anterior a la muerte es la que más gusta, la que más éxito tiene. Por ello se reitera por encima de cualquier mínima racionalidad, sin miedo al ridículo, con tal de instalar la duda y esconder al verdadero asesino. Solo así se entiende el mucho tiempo empleado en divulgar la ficción a los cuatro vientos. Esta estrategia tiene sus efectos en los cerebros que nunca pensarían por cuenta propia; que nunca se preguntarían cómo es posible que todavía puedan moverse los brazos de una persona fallecida hacía ocho o más horas con lo que se desmentiría la existencia científica de la rigidez cadavérica. Sería como negar la ley de la gravedad. Se recordará que la televisión mostró a los camilleros acomodar los brazos del Dr. Argaña para conducirlo al sanatorio.

No alcanzo a entender el reiterado afán de presentar un asesinato como muerte natural, además ocurrida muchas horas antes en un sitio distante de donde hubo el atentado, Diagonal Molas casi Venezuela. Para sostener que la muerte ocurrió en otro lugar habría que negar la existencia de ese atentado, lo cual es imposible por las muchas pruebas que lo confirman. ¿En qué momento se contrató a los pistoleros para montar la farsa? ¿O los familiares ya sabían, unos días antes, que el Dr. Argaña iba a fallecer de un ataque al corazón y se pusieron a buscar delincuentes que mataran a un muerto? ¿Cuánto tiempo lleva organizar el atentado contra alguien nada menos que un vicepresidente de la República, aunque sea para esconder su “otra” muerte?

A esta tragedia le siguió otra al tercer día: la masacre de 8 jóvenes –uno de ellos murió después– en la plaza del Congreso. Este es otro caso que se intenta deformar seguramente con los mismos fines del anterior: ocultar a los verdaderos asesinos a quienes tampoco la justicia llegó a descubrir.

Se recordará que también la televisión registró estos momentos: El gran estruendo que armaron los oviedistas con la explosión de petardos para cubrir el sonido de los proyectiles, pero no tanto como para que no se los pudiese escuchar e identificar; la alarma que dieron los periodistas que cubrían la sesión en el Palacio Legislativo acerca de las balas que se estrellaban contra el edificio, provenientes de los altos del Zodiac. En la tele se veían con nitidez los resplandores de las armas de fuego.

Está igualmente registrada la presencia de algunos diputados en el Cuartel Central de Policía que pedían, con desesperación, que se interviniese el edificio del Zodiac. Como si esto fuera poco, se tiene al ministro del Interior, capitán Carlos Cubas, hermano del presidente de la República, quejándose de la insubordinación del jefe de Policía que solo recibía órdenes, dijo, de Lino Oviedo a través del teléfono. La repuesta policial para cumplir con el pedido de los parlamentarios, y las órdenes del ministro del Interior, era que no había efectivos que fueran al Zodiac para acabar con la balacera. Cuando al fin se hicieron presentes a nadie encontraron. Es de sospechar que los pistoleros fueron avisados por la misma policía para que abandonasen el sitio.

Es posible que desde el edificio del Congreso se produjera también algún tiroteo, pero habría sido en respuesta de la que se registraba también desde el Correo.

Recordemos que todos los fallecidos y heridos se encontraban en el bando contrario al oviedismo. Da miedo que los asesinos anden sueltos porque podrían regresar.

En homenaje a los muertos, a sus familiares, a la pacificación de los espíritus, recordemos estos aniversarios por lo menos desde el sentido común y con un poco de piedad y de respeto hacia las víctimas y sus familiares.

Anónimo -

Es necesario que los gobernantes recuerden las reivindicaciones y los ideales del Marzo paraguayo


Hay lecciones de los acontecimientos que sirven para mirar nuestro presente y nuestro futuro. Y que nos alertan que nuestra democracia no está asegurada, por la sobrevi- vencia de aquellos que sembraron el terror y, sobre todo, porque hay deudas que siguen impagas y acaso agravadas.

Las mentiras sobre los hechos y sus causas no importan. Pues siempre terminan sucumbiendo al hedor de sus propios engaños. Sí importa detenernos a observar a sus protagonistas y aclarar en qué situación nos encontramos respecto a sus luchas y sus banderas.

Nuestro proceso hacia la democracia se encontró con un poder paralelo. El civil, con simulacro de autoridad. Y el de facto, con pretensiones de restaurar el autoritarismo fascista. La débil institucionalidad ofrecía un panorama sombrío sobre el país.

Cuando el Congreso entendió que el retorno al pasado era inminente, apeló al juicio político contra el primero. Y entonces un magnicidio conmovió a la República. Los ciudadanos comprometidos con la democracia, junto a los campesinos y una juventud indignada, coparon las plazas frente y alrededor del Cabildo.

Las protestas fueron salvajemente reprimidas. Las hordas de la barbarie ensombre- cieron a la patria. Pero la resistencia fue heroica. Hubo mártires, cuya sangre nos recla- ma y nos conminará siempre, con la certeza de que jamás hay que humillarse ante los asesinos de la libertad.

En una semana de lucha libertaria y de vergüenza criminal, triunfaron quienes abra- zaron y abrazan los símbolos de la democracia, del pluralismo, del poder ciudadano y de una vida con dignidad.

Esas claves que alimentan la esperanza de un pueblo de construir una patria mejor están vivas y plenas de energía. Su lectura nos dice un "nunca más" a la dictadura. Nos recuerda que la paciencia del pueblo tiene un límite. Que la libertad no es para que los políticos se aprovechen del poder para beneficio de sus ambiciones insaciables.

Y a pesar de que recaímos en la inutilidad y en la corrupción de los gobernantes, quienes se olvidan de que el desencanto es siempre una chispa a estallar, se debe en- tender que las justas reivindicaciones de la sociedad no pueden ser ignoradas ni trai- cionadas.

Esas reivindicaciones son los derechos de todos los paraguayos y de todas las paraguayas -y, en fin, de la totalidad de los que habitan nuestro suelo patrio- a una existencia más digna, a una calidad de vida que esté acorde con la exigencia del mundo actual.

Reclaman la erradicación de la pobreza, de la ignorancia y el atraso.

Las lecciones del Marzo Paraguayo no acaban en la inclaudicable defensa de la democracia. Se proyectan a la lucha de los campesinos por la tierra propia, a la movi- lización de los jóvenes en aras de una educación con igualdad de oportunidades para todos, a la concentración de los ciudadanos por sus inalienables derechos al trabajo, al salario decoroso, a la vivienda, a la salud y a los servicios públicos a escala humana. Y también a la presencia activa y crítica de los intelectuales y periodistas en abrigo de la libertad, del predominio de la verdad y de la meritocracia.

Son las banderas flameantes que quienes están en el poder no deben despreciar.



En las históricas gestas del Marzo paraguayo, protagonizadas en 1999 por jóvenes, campesinos, sindicalistas y una ciudadanía que se resistían a volver al pasado autoritario, la patria salvó una reacción salvaje para seguir su camino hacia la democracia. Recordar la heroica resistencia al fascismo, cuyas heridas hasta hoy no están cicatrizadas, es una responsabilidad ineludible en defensa de nuestras libertades. Y de los ideales de un Paraguay más justo y solidario. Ese país que grita por doquier sus reivindicaciones y lo mucho que todavía falta por construir.

Anónimo -

Está en nuestras manos,pero no estamos unidos
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Pa'i Oliva - www.paioliva.blogspot.com

¿Qué quedó del Marzo Paraguayo?

Ciertamente que aquello de "Dictadura nunca más" se cumplió. Y los planes de un ex general quedaron en suspenso. También el dolor, que todavía compartimos, de ocho familias que perdieron a Manfred, Henry, Tomás, Armando, Arnaldo, Cristóbal, Víctor Hugo y José Miguel. Y, por supuesto, el convencimiento de que en el subsuelo de nuestra identidad corre un reguero de valentía que aflora históricamente en diversas ocasiones.

¿Qué no logramos en el Marzo Paraguayo?

Ciertamente que no nos robaran aquella gesta los "comerciantes" del poder. Me refiero a los politiqueros, a favor o en contra de los que luchábamos en la Plaza, que no se movieron del televisor porque su deseo era que después todo continuara igual que antes.

Pero, esa valentía del Marzo Paraguayo, ingrediente de nuestra identidad, ¿sigue todavía?

Por supuesto que sí.

Se muestra en la sociedad civil que se está rebelando contra la suba del pasaje y de la canasta familiar o contra los buses chatarras. Aunque con dos limitaciones. Una, que esta sociedad civil no se une para estar organizada. Otra, que esto molesta a los partidos, que hacen todo lo posible para dividirnos.

Somos todavía un país inédito que no ha encontrado "su hora". Y no por fatalidad, sino porque no nos unimos para poner entre todos el reloj histórico "en hora".

Anónimo -

Está en nuestras manos,pero no estamos unidos

Pa'i Oliva - www.paioliva.blogspot.com

¿Qué quedó del Marzo Paraguayo?

Ciertamente que aquello de "Dictadura nunca más" se cumplió. Y los planes de un ex general quedaron en suspenso. También el dolor, que todavía compartimos, de ocho familias que perdieron a Manfred, Henry, Tomás, Armando, Arnaldo, Cristóbal, Víctor Hugo y José Miguel. Y, por supuesto, el convencimiento de que en el subsuelo de nuestra identidad corre un reguero de valentía que aflora históricamente en diversas ocasiones.

¿Qué no logramos en el Marzo Paraguayo?

Ciertamente que no nos robaran aquella gesta los "comerciantes" del poder. Me refiero a los politiqueros, a favor o en contra de los que luchábamos en la Plaza, que no se movieron del televisor porque su deseo era que después todo continuara igual que antes.

Pero, esa valentía del Marzo Paraguayo, ingrediente de nuestra identidad, ¿sigue todavía?

Por supuesto que sí.

Se muestra en la sociedad civil que se está rebelando contra la suba del pasaje y de la canasta familiar o contra los buses chatarras. Aunque con dos limitaciones. Una, que esta sociedad civil no se une para estar organizada. Otra, que esto molesta a los partidos, que hacen todo lo posible para dividirnos.

Somos todavía un país inédito que no ha encontrado "su hora". Y no por fatalidad, sino porque no nos unimos para poner entre todos el reloj histórico "en hora".

Anónimo -

Nosotros no olvidamos

Por Andrés Colmán Gutiérrez

"Si hoy muero, será por mi patria", dijo ese viernes 26 de marzo de 1999. Dos balazos lo dejaron tendido sobre la acera frente al Teatro Municipal. Tenía 20 años, estudiaba Informática, miembro del Centro Familiar de Adoración Cristiana, fanático del Club Olimpia. Se llamaba Henry Díaz Bernal.

"Abuela, voy a casa de unos compañeros", mintió para no preocuparla. Compró botellas de agua y las trajo a los campesinos en la plaza. Vino "solo por unos minutos" y se quedó hasta el final. Tenía 25 años, estudiaba Ciencias Contables. Se llamaba José Miguel Zarza.

"No me puedo quedar mirando la tele, mientras allá están luchando", le dijo a su esposa, Marta. Se despidió con un beso de sus dos hijos. En medio de la refriega, auxiliaba a una persona de avanzada edad en la acera del Correo, cuando una bala le dio en la espalda. Tenía 36 años, analista de sistemas, miembro del Partido Liberal Radical Auténtico , funcionario de Hacienda. Se llamaba Armando Daniel Espinoza.

"¡Déjenme, tengo que volver!", protestó contra los médicos que trataban de curarlo. Herido durante el primer ataque a la plaza, fue trasladado en ambulancia al Hospital de Clínicas, pero regresó en la misma ambulancia a seguir peleando, hasta que otra bala lo silenció para siempre. Tenía 37 años, próspero comerciante, esposa, tres hijos. Se llamaba Víctor Hugo Molas.

"¡Roipota yvy, ndaha'éi ñembotavy!", gritaba desde las filas de la Federación Nacional Campesina. Llegó desde Caaguazú tras el sueño de una mejor vida en el campo. Hoy el asentamiento lleva su nombre. Tenía 35 años, esposa, cinco hijos. Se llamaba Cristóbal Espínola.

Nadie recuerda si dijo algo. Estaba siempre en primera fila, decidido, valiente. Tenía 29 años, electricista, vivía en Luque. Está sepultado en el Panteón de los Héroes de su Concepción natal. Se llamaba Tomás Rojas.

"¡No se rindan!", exclamaba defendiendo la plaza tras las barricadas, cuando una bala horadó su pecho. Tenía 28 años, fue presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias y Tecnología de la Católica. Se llamaba Manfred Stark González.

"¡A pesar de todo valió la pena!", exclamó con la V de la victoria, al volver de una larga internación en São Paulo. Sus heridas en la plaza le costaron la vida, casi un año después. Hasta último momento siguió abrazado a su bandera. Se llamaba Arnaldo Paredes.

Son los ocho Mártires de la Plaza, que hace 12 años dieron la vida por un ideal que ellos llamaban patria. Hay quienes ya no los recuerdan. Nosotros no olvidamos.