ODISEA HOSPITALARIA
Nada hay mas deprimente, que acudir a un hospital público, ya sea como enfermo o acompañando a una persona con síntoma de algún mal, en este caso el tan fatídico y lamentable del dengue, que hace que estos centros de salud se vean abarrotados de gente, se sufre desde la llegada al centro medico, como aconteció este viernes en el hospital nacional de Lambaré, la larga e interminable cola para realizar gestiones tan simples como inscribir el nombre en un registro, requisito esencial para recibir las primeras atenciones, como un auscultación preliminar que va a determinar si finalmente son necesarios los análisis laboratoriales imprescindible para el tratamiento y la medicación del mal. Lo único que les puede decir es que en el Hospital de Lambaré donde fui, lo que en cualquier otra parte debiera ser algo rápido se torno una pesadilla interminable y en donde fue posible apreciar las tremendas precariedades que tienen estas dependencias estatales.
Ustedes saben que ni siquiera tienen una computadora para llenar la planilla de admisión, deben hacerlo de forma manual perdiendo minutos preciosos y se genere una larga cola, donde es posible apreciar a personas de la tercera edad con la enfermedad a cuesta esperando realizar el simple trámite, mujeres embarazadas o con niños en brazos, esperando con el dolor a cuesta, después viene la verdadera vía crucis, pues aun tratándose de la sala de urgencia, la espera se hace verdaderamente interminable, allí no existe orden establecido depende del humor de médicos y enfermeras para hacer pasar a la gente al gran salón que hace de consultorio múltiple.
Allí se ve el estoicismo del paraguayo, con que paciencia aguarda la atención, sin saber el tiempo que llevará esa espera y los resultados que tendrá, ante los pocos reclamos una altanera y fastidiada enfermera contestaba que no tenían la culpa, que ese viernes a la tarde había solamente un medico para tantos pacientes y además que el mismo se sentía con algunas dificultades de salud a consecuencia de tan extenuante jornada, la verdad que es inútil tratar de discutir o hacer comprender a las enfermeras, médicos o funcionarios que el malestar no es contra ellos, finalmente son victimas también de la situación, de la injusticia y de la sin razón que es la norma en las dependencias públicas, sino contra el sistema perverso que les somete a ellos como a los pacientes a tantas humillaciones y agobios diarios en la lucha por conseguir un poco de salud,
Al final perdimos por abandono lo único que precisábamos era que algún facultativo leyese lo que indicaba las pruebas laboratoriales hechas en un centro privado, para saber el nivel de plaqueta y otros valores del análisis sobre dengue que habíamos realizado, ante ese cuadro desesperado donde veíamos a personas realmente necesitadas de atención que esperaban con resignación y desesperanza, optamos por salir del hospital dirigirnos a una consulta privada para que finalmente un facultativo haga tan simple lectura del análisis, Pudimos comprobar cuanto se ha perdido en tan pocos meses en calidad y solidaridad en los hospitales públicos y cuan necesarios son cambiar los paradigmas de atención a la gente en los centros sanitarios del país.
Andrés Granje
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