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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

PARA LUCHAR EN CONTRA DE LA INSEGURIDAD EN SERIO, HAY QUEATACAR EN TODOS LOS FRENTES

Sin una fuerte inversión social que eleve la calidad de vida de los segmentos que viven en la pobreza extrema, una Policía Nacional depurada de corruptos y la participación ciudadana, no habrá avances significativos en la lucha contra la delincuencia. Hasta ahora, ningún plan resultó, porque al débil sistema punitivo no le acompañaron las medidas que apuntan a soluciones sostenibles en el tiempo. Urge acabar con los discursos, para comenzar una apasionada campaña contra las diversas formas de atropello a la vida y los bienes de las personas.

En el Paraguay, el 20 por ciento de la población; es decir, 1.200.000 personas, están insertas en la miseria. Esa problemática como el incremento de la delincuencia son el resultado de los deberes mal hechos. Las "recetas" de los diversos gobiernos para aumentar la seguridad, hasta ahora, no han pasado de ser nada más que respuestas a las presiones por el aumento del índice de hurtos, robos, asaltos, violaciones y otras manifestaciones de las transgresiones a las leyes. Por eso es que, en la práctica, los resultados son pobres y carentes de relevancia como para decir que se transita el camino correcto.

 

El Gobierno del presidente Fernando Lugo, a través de su brazo competente en el asunto -el Ministerio del Interior- ha dado a conocer el contenido de su Política Nacional de Seguridad Ciudadana (PNSC). En esencia, es más de lo mismo. El documento no hace sino ratificar que en los papeles todos conocen lo que hay que hacer, pero el problema radica en que hasta el momento nadie se ha plantado para ejecutar las acciones de combate a los enemigos de la sociedad.

 

Por de pronto, la urgencia es poner una barrera a los asaltos de "temporada" que ya han dado sus primeros zarpazos con botines significativos. Es evidente que las medidas preventivas de las instituciones financieras no son suficientes ante la audacia y el despliegue de armas de los asaltantes. Por lo tanto, hay que reforzar en hombres y equipos a los encargados de proteger los bienes y la vida de las personas en todos los ámbitos.

 

Paralelamente, es necesario revolucionar por dentro a los cuadros policiales para que dejen de ser los primeros promotores de la inseguridad -por acción o por omisión interesada- en el país. Es imperioso abrir una etapa de reeducación y dignificación a la que acompañen reajustes salariales significativos para los uniformados. Una de las tareas más difíciles para concretar en hechos los lineamientos generales de la política es reconvertir la Policía para que sea aliada de los ciudadanos, no de los delincuentes siendo ellos mismos tales o recibiendo sobornos para despejar el camino a los que van a cometer ilícitos.

 

El Ministerio Público y el Poder Judicial también tienen que sumarse a la lucha contra los inadaptados. De nada vale que la Policía cumpla su rol si es que no funciona el sistema judicial para dejar fuera de circulación a los que ponen en permanente alerta y zozobra a los pobladores de la República.

 

Las políticas públicas que buscan la reducción de la pobreza tienen que ofrecer resultados positivos verificables, de lo contrario quedan como simples recursos discursivos. El aumento del gasto social destinado a cubrir educación, salud, vivienda y otros aspectos fundamentales es más que imprescindible. En pleno conocimiento de la enfermedad que aqueja a todos en materia de seguridad, es imperioso iniciar una campaña de educación que abarque a los diversos actores sociales para que se involucren con convicción y responsabilidad a la tarea de luchar contra la inseguridad. Es harto sabido que hay que atacar el mal de raíz. Pues bien, que empiece el proceso.

http://www.ultimahora.com/notas/371262-Para-luchar-en-contra-de-lainseguridad-en-serio,-hay-queatacar-en-todos-los-frentes

2 comentarios

Anónimo -

TODOS SOMOS VICTIMAS POTENCIALES
Andrés Granje
La información es clara, concisa, no deja margen para la duda, la inseguridad, no disminuye, sigue campeando el día a día de la gente, 20 atracos se cometieron en 13 días según informó Ultima Hora, esta cifra contabiliza solamente los robos y asaltos ocurridos en Asunción y Central. Pero lo mas grave y hasta pintoresco fue lo acontecido el jueves a la noche cuando una persona de nombre Omar Báez, se encadenó a las puertas del Mariscal López Shopping al comprobar que a su vehículo le robaron en el estacionamiento del complejo, sus cuatro cubiertas, dejaron el rodado sobre gatos hidráulicos, encadenarse y llamar a la prensa para denunciar el hecho fue una sola acción, cuando recibió la explicación de los guardias que la empresa no se iba a hacer cargo de la perdida, porque en el ticket se especificaba claramente que no se hacía responsable por las perdidas ocasionadas en el predio.
Ante el escándalo mediático la empresa no tuvo mas remedio que prometer a Báez que le repondría las cubiertas sustraídas, pero que pedía tiempo hasta el lunes para resolver el caso. El tema generó polémica, pues si bien es cierto que en los tickets de todos los estacionamientos públicos, donde se pague o no estacionamiento, se deja constancia que la empresa no se responsabiliza por robos que se puedan cometer en los vehículos que son guardados en estos estacionamientos. Entonces cual es la ventaja que brindan a los potenciales clientes que acuden a estos locales, si finalmente actúan igual que los supuestos cuida coches de la calle, que finalmente en caso de robo o percances no tienen mayores responsabilidades, aunque digan que van a cuidar el bien confiado.
Es más, muchos de estos locales privados publicitan la amplitud y seguridad del estacionamiento del lugar, pero luego no se hacen responsables de pérdidas o percances que sucedan a los móviles. Pero el tema capital a destacar es que vivimos en la inseguridad total en el país. Esto demuestra igualmente como las grandes asimetrías sociales atentan contra la calidad de vida de toda la población sin distingos entre ricos o pobres. Nadie esta a salvo de la violencia de la delincuencia, por más altura que tenga la verja protectora de su hogar o más electrificada que este la muralla circundante. Mientras siga creciendo el número de desocupados y subocupados dentro de las urbes crecerá el peligro de la inseguridad en el país, por más guardias que tengan estos shopping.
El primer esfuerzo de los gobiernos y de la sociedad en general debe dirigirse a disminuir la pobreza extrema llegando a la miseria que soportan muchas familias de barrios marginales, con la generación de empleos, capacitando a la juventud para sacarles del vicio y la vagancia. Después, sanear las fuerzas policiales, buscando más eficiencia y menos corrupción, de la misma forma que mejorar nuestro sistema judicial, burocrático, lento y permeable a los acomodos y la laxitud. De otra forma seguiremos lamentándonos, añorando tiempos idos ya irremediablemente perdido en la niebla del pasado, lo que si es un derecho inalienable es que podamos vivir en un ambiente de orden y seguridad, con leyes severas que castiguen los delitos y policías cancerberos del orden y la paz publica. Para ello lo primordial es solucionar las asimetrías sociales que es el caldo de cultivo de la delincuencia.


Anónimo -

¡QUE RISA, LA POLICÍA


Andrés Granje
Parece una cuestión anecdótica, mueve a la risa y al comentario, es como en esas películas cómicas donde los libretistas recurren a mucha imaginación para promover la risa de la gente, confieso que la primera reacción fue la de reírnos de buenas ganas cuando dieron la información por la televisión, lamentablemente la cuestión es grave, y esto que podría pasar por un episodio simpático y folclórico es el reflejo de la inutilidad policial en su expresividad más patética.




La gavilla de malviviente habían asaltado un transporte de productos lácteos, alertado una patrullera que andaba por la zona persigue a los delincuentes, hasta ahí todo bien, el vehículo perseguido vuelca y sus cuatro ocupantes, cuatro en total, buscan huir adentrándose entre matorrales y baldíos en un tramo de la carretera que une Luque – Aregua. Uno de ellos es detenido, dos se meten en los matorrales, pequeño bosquecillo y el tercero aprovechando que los policías abandonan la patrullera y se meten en la espesura abandonando el vehículo con motor en marcha aborda el móvil y se aleja del lugar.
Es inexplicable que los efectivos del orden primero abandonen su móvil segundo que no se hubieran tomado la molestia de sacar la llave o apagar el motor, todo esto fue constatado por numerosos vecinos que acudieron curiosos ante el ruido de la persecución, el vuelco y los disparos, es decir no es ninguna invención periodística, es la crónica de lo acontecido. Felizmente y con apoyo de otras unidades que acudieron en auxilio los policías pudieron detener a los otros delincuentes, para limpiar la vergüenza de la primera pusilánime acción de los agentes.
La primera reflexión que surge es que poco capacitado están nuestros agentes policiales, que les enseñan en las escuelas de suboficiales, como es posible que cuestiones elementales de procedimientos no puedan llevar adelante para conjurar una situación de conflicto como el protagonizado, aparte la falta de apoyo de otras unidades para detener a los delincuentes, llegaron primero los periodistas con cámaras y grabadoras que los refuerzos policiales para perseguir a los forajidos.Aterra pensar en mano de quienes están la seguridad ciudadana, gente tan poco instruida para la función escogida, da miedo, con razón abundan los hechos delictivos en el país pues aparte de la impericia por la malísima formación profesional de los uniformados debemos soportar también la corrupción galopante dentro de una institución que ha sido totalmente permeable y sus miembros involucrados en graves hechos de asociación criminal que hasta el momento no se ha podido erradicar, ni siquiera morigerar.
El trabajo del Ministro del Interior y el Comandante de la Policía Nacional a la par de seguir comprando armas y equipos necesarios para la institución debieran insistir en una mejor formación profesional de los efectivos policiales y una formación ética y moral mucho más firme y acrisolada de los aspirante a ocupar cargos en la Policía Nacional.