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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

BENDECIDOS

por Félix Flor Merzario

Hay que reconocer que nuestro país está bendecido. Tenemos como presidente de la República nada menos que a un ex obispo. Como nunca existe gente laboriosa que se dedica a vender toda la madera posible, claro que muchos hablan de una masiva deforestación, que no le importa casi a nadie, aunque tenemos las consecuencias encima. Los niveles de inseguridad son alarmantes, pero los jefes policiales ya prometieron el combate directo al delito, si no se cumple no es cosa de ellos. La atención sanitaria cada vez más está en decadencia, ciudades aisladas por falta de puentes y caminos, la piratería en aumento y el tráfico de armas y drogas a la orden del día. Además, estamos ubicados en un lugar privilegiado en el ranking de la corrupción.

Gracias a la inoperancia del presidente de la República, Fernando Lugo,  hasta ahora no somos vecinos de Brasil y Argentina, sino siervos obedientes de ambas naciones. El primero nunca reconoció a nuestro país sus derechos en Itaipú, y nos tiene como perros falderos, para entregarnos migajas; mientras el segundo nos mantiene  en jaque hostigándonos con medidas como la última que impidió el transporte de contenedores de los empresarios locales.

 

La inseguridad en nuestro país es cada vez más acuciante y la labor del ministro del Interior, Rafael Filizzola, deja mucho que desear. La ciudadanía es asaltada en su propia vivienda y ni qué decir en las calles, comercios y bancos.

 

No hay que olvidar también que debido a esta situación los supuestos campesinos sin tierra, que no son más que simples sinvergüenzas que buscan apoderarse de los montes para vender las maderas, tomaron la justicia por mano propia. Con potentes armas y encapuchados, asaltan propiedades, se apoderan de ellas  y se burlan de la justicia. Además, los seudodirigentes campesinos imputados por la justicia son recibidos en el Palacio de Gobierno como grandes amigos y personalidades.

 

Estos seudodirigentes crearon una zona liberada en la zona de San Pedro, y las autoridades gubernamentales en vez de hacer respetar la Constitución nacional, los apoyan con víveres y otros para seguir actuando al margen de la ley.

 

La salud, uno de los caballitos de batalla de Lugo para las elecciones, también es una de las áreas más castigadas por la ineptitud del Mandatario. La mayoría de los hospitales están desabastecidos de medicamentos y ni qué decir de profesionales médicos y ambulancias.   

 

El Ministerio de Salud, a cargo de la Dra. Esperanza Martínez, más bien se convirtió en un botín políticos para las autoridades, solo tratan que algún correligionario esté al mando de algún hospital, no les importa si la atención es buena.

 

El pueblo paraguayo tampoco se priva del privilegio de  tener caminos en lamentables condiciones, ejemplos claros son los de los departamentos de Ñeembucú, Caazapá y Concepción, que con un pequeño aguacero ya quedan totalmente aislados. Mientras tanto, el eslogan del ministro de Obras  Públicas y Comunicaciones, Efraín Alegre, es “Vamos por buen camino”.

 

En el tema de la corrupción ocupamos el segundo lugar en América. Esto demuestra que en estos últimos dos años de mandato, Lugo no hizo absolutamente nada para mejorar la situación.

 

Los compatriotas que migraron a otros países también fueron olvidados por Lugo, quien prometió que en menos de dos años ya estarían todos de vuelta para compartir con su familia y contarían con fuentes de trabajo seguro.

 

Pero no hay que olvidar también a los privilegiados parientes de Lugo y sus mujeres. Un ejemplo claro son su sobrina Mirta y su hermana Mercedes, ambas de simples maestras que andaban en colectivo, actualmente viven en lujosas viviendas y andan en vehículos de último modelo. Ni qué decir de sus mujeres.

 

El pueblo lo que necesita es un presidente que se preocupe realmente por la situación económica y social de nuestro país y no una persona que solo gaste su tiempo en preocuparse de la mujeres y el bienestar familiar. Es momento que el Presidente cumpla su rol de ser representante de todos los paraguayos y no de unos pocos privilegiados, es decir, “la bendición debe ser para todos”.

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