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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

JUVENTUD


  • Alicia Saucedo

Con mucha tristeza veo cómo muchos jóvenes desperdician su vida volcándose al alcohol, sin control. Es muy triste, porque nos habla de mucho vacío y desesperanza, que no se llena en las casas ni con los amigos. Los domingos suelo ver jóvenes que amanecen tirados por la calle, en último estado, dormidos o casi inconscientes. Es una imagen lastimera, que a uno le hace pensar que necesitan de mucha contención y de una intervención que asegure su salud mental.

3 comentarios

Hernán Burguez -

“Camino a la perdición”

La cárcel industrial “La Esperanza”, ubicada en la parte posterior de la Penitenciaría Nacional de Tacumbú, fue planificada para reinsertar en la sociedad a personas que cumplieron casi la totalidad de sus penas por algún delito o crimen cometido. Cuenta con un sistema penitenciario copiado del Brasil, donde en teoría los reos trabajan, aprenden un oficio, generan ingresos económicos para ayudar a sus familiares, se alimentan en forma equilibrada, y cuentan con las comodidades para vivir como un verdadero preso, pero en la práctica, esto no es tanto así, y las irregularidades advierten que el reclusorio va camino a la perdición. Las autoridades del Congreso deben tomar cartas en el asunto, ya que los administradores del Ministerio de Justicia y Trabajo no están cumpliendo sus funciones como corresponde, permitiendo que se cometan hechos de corrupción.

Antes, el ingreso de la droga y la bebida alcohólica era cero, los visitantes se molestaban por el riguroso control que ejercían los guardias; ahora, durante la requisa ya encuentran drogas, armas blancas y alcohol, lo que indica que los encargados de la seguridad interna permiten la circulación de estos vicios. Y es probable que toda una “rosca” de guardias y hasta funcionarios administrativos estén operando.

Fuentes del propio penal revelaron que en el sitio se practican los mismos vicios que existen en la cárcel de mayores.

La penitenciaría industrial se está perdiendo, primero, porque los jueces permiten el albergue en el sitio de presos peligrosos, asaltantes, robacoches, extorsionadores, asesinos, que aún no reúnen las condiciones para su reinserción, ni siquiera están condenados.

Cada preso está identificado, están los líderes de sus pabellones, de quienes los guardias deben cuidarse. Los presos pagan pequeñas sumas de dinero a los guardias de turno para, por ejemplo, fumar droga, o para jugar a las cartas hasta altas horas de la noche.

El reo alineado, que se “desalinea” en un momento dado, es llevado y golpeado, y posteriormente sanado mediante los enfermeros del lugar, logrando de esta manera que no trascienda a nivel público.

Existen reos que fungen de chofer y recorren la ciudad con el móvil “celular” de la penitenciaría, pero nadie dice nada.

La semana pasada, una requisa llamó la atención de la ciudadanía, pero la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados ni se inmutó en verificar. Vecinos señalaron que escucharon, algo ya normal para ellos, ráfagas de disparos dentro del penal, y que no les preocupaba porque era adentro. Sin embargo, los presos llamaron a la prensa para pedir ayuda ya que fueron agredidos salvajemente por los guardias que actúan en forma ilegal, sin el acompañamiento del juzgado y la Fiscalía de Ejecución Penal.

Hace seis meses, hubo una situación similar, como otras tantas, en la que varios presos fueron garroteados por los guardias, y luego llevados clandestinamente a otra cárcel regional para ser ocultados, ya que la Comisión de Derechos Humanos apareció, pero no se percató de nada; entonces, todo quedó en el oparei.

En la última requisa, un interno alertó que adentro había 50 heridos, y un miembro de la citada comisión del Congreso, pese a tomar conocimiento, no se preocupó en verificar.

Los guardiacárceles siguen ejerciendo sus funciones sin dar intervención a los jueces de Ejecución. Justamente, esto está comprobado con el caso Nelson Escurra, alias “Kure Blanco”, quien mató gente, en asalto y en fuga del penal de Emboscada. Cumplía su condena hasta que fue trasladado a la cárcel de Encarnación sin orden judicial alguna. Fue una buena maniobra que hicieron los funcionarios penitenciarios a espaldas de los jueces para liberarlo. Pero hay otros casos en que los traslados se realizan con la venia de los magistrados sin medir las consecuencias, como es el caso del envío de delincuentes como el “Cabezón” Ruiz Díaz, procesado por asalto y robo de alrededor de G. 2000 millones a bancos y financieras de Asunción y Central. Pasó de Tacumbú a “La Esperanza”, ni siquiera tiene condena.

En Tacumbú es imposible reformar el sistema penitenciario, por lo que ya decidieron a nivel gubernamental dar un corte definitivo al mal que domina, cerrar definitivamente una vez terminada la construcción de la nueva cárcel a ser erigida en Emboscada.

La Esperanza, corre el mismo riesgo de llevar, a la larga, la misma suerte que Tacumbú, pero aún las autoridades del Congreso están a tiempo para intervenir y recuperar, para que esa cárcel vuelva a ser la que era, “cárcel modelo”, donde realmente se logre reincorporar a un reo en la sociedad.

Augusto dos Santos -

Niños de la calle, una verdad que camina

Algo no funciona bien en las politicas públicas de un paìs con tantos niños que piden limpiar el parabrisas de papás de niños del mismo país que tienen autos; algo esta mal en un paìs con tantos funcionarios cobrando sin trabajar y tantos niños trabajando; algo huele mal en una ciudad cuyos niños huelen cola de zapatero para sobrevivir sin comida; ¿Que se puede festejar un dia como hoy?, nada, salvo la esperanza.



Algo no funciona bien cuando temen la expresiòn "niños de la calle" y la esconden bajo construcciones semànticas estrambòticas como "niños en situaciòn de " no se que cosa. Es como cuando el FMI nos habla de economìa abisal por no decir Miseria.
Para mostrarles la esperanza a los niños (Martires de la intolerancia, como estupendamente lo define nuestro periodista Narciso Meza ) es muy poco lo que debemos hacer: fijar el objetivo de la mirada crítica donde corresponde. Es cierto que existen muchas ONGs que reciben dinero del exterior para hacer trabajos que posiblemente sean, en algunos casos deficitarios, pero seguirnos por el discurso oficial de acusar a las ONGs de todos los males es sencillamente ver el la hierba y no el bosque. El gobierno es el principalìsimo responsable de todo este mal que vivimos, mas aun teniendo en cuenta que no se trata de un gobierno que aterrizò ayer en un campo desconocido: es un gobierno con 60 años en el poder mas absoluto.
Otra responsabilidad es de la sociedad civil. Hay un sector de acumulaciòn (ya con tentaculos en el mundo pùblico como en el privado) que esta cada vez mas indolente con la pobreza. Gente de gafas negras que tienen estomago para recordar a supuestos " padres haraganes" ( otro mito) cuando ven un niño pidiendo monedas y no son capaces de equiparar al suelo minimo o incluir en la seguridad social a la empleada domestica.
Los niños de la calle son la sinceridad que camina. Son la radiografìa de un paìs enfermo de indolencia. Somos nosotros en los fantasmitas menudos que nos piden "mil -í".
Hagamos algo por construirles un lugarcito en la esperanza, mientras no sea tarde.

Agustín Pérez Cerrada -

TRADICIONES ORALES

Aquella imagen de los nietos sentados alrededor de sus abuelos, parece estar en trance de desaparición. Cuando proliferan los estudios etnológicos, con un esfuerzo importante por la recogida de tradiciones, de música o narraciones populares -muchos de los cuentos tradicionales proceden de esta fuente-, se da la paradoja de que dentro de la familia puede estarse olvidando la memoria de su historia.

Con la falta de convivencia entre generaciones -y otros casos en que los hijos viven con uno solo de sus progenitores- se origina un quebranto de las tradiciones orales familiares: los más jóvenes pierden no sólo la noticia de sus antecesores o de parientes colaterales, sino también carecen del conocimiento de relatos o historias que los mayores han conservado de su experiencia de vida. La comunicación entre edades diferentes, en la que cada una comunica a la otra sus saberes, enriquece a todos; los más pequeños seguramente serán expertos en las nuevas técnicas de la comunicación y los abuelos expertos en vivir.

Las encuestas confirman que lo que más les gusta a los niños es estar con sus padres; ello con independencia de que la familia sea la comunidad primaria de enseñanza y aprendizaje: allí se aprenden las virtudes y valores básicos, allí cada persona encuentra su propia identidad. La convivencia familiar, la conversación con los padres, supone para los niños un importante factor educativo al fomentar su capacidad de expresión verbal, ayudándoles a pensar y escuchar, y, por ende, a comprender mejor.

La educación de los niños exige una importante inversión de tiempo; pero muchas veces se resta dedicación a la familia, quizá con la preocupación por la economía, pero olvidando su papel como educadores.

Esa dedicación paternal de ninguna manera puede suplirse, ni siquiera con la elección de un colegio de élite. Una parte importante del fracaso escolar tiene relación con la falta de apoyo de los padres o de los hermanos mayores. De seguro, aprenden mejor los niños que se saben seguidos en sus tareas escolares, o que escuchan de labios de sus padres la narración de un cuento, cuya sola lectura no aporta los matices de la voz ni el calor explicativo de la presencia humana. La sociedad será más solidaria y menos violenta si los padres dedican más tiempo a sus hijos; y, seguramente, la nostalgia de los tiempos de convivencia será una buena herencia.