Blogia
HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

PARALIZANTE E INSERVIBLE MERCOSUR

Se conmemora hoy el vigésimo aniversario del Tratado de Asunción, suscrito en nuestra capital el 26 de marzo de 1991 por los presidentes Carlos Saúl Menem, Fernando Collor de Mello, Andrés Rodríguez y Luis Alberto Lacalle Herrera. Tanto en Argentina como en Brasil, Paraguay y Uruguay se realizarán actos alusivos a la fundación del Mercado Común del Sur (Mercosur); pero es sobre todo aquí, cuna del proceso integrador, donde tendrán lugar las principales recordaciones. Para los paraguayos, sin embargo, los eventos no tienen por qué revestir un carácter de celebración; poco o nada hay para festejar.    

Ningún júbilo podría exteriorizarse cuando ni siquiera el primer artículo del tratado ha sido puesto en práctica. Allí se expresa que el Mercado Común implica: “La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países, a través, entre otros, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente”.    

Que la libre circulación de bienes no existe y que las restricciones no arancelarias no han sido efectivamente eliminadas es para el Paraguay una realidad cotidiana en los puestos fronterizos. Es más, a fines del año pasado, nuestro país fue sometido a un ultrajante bloqueo de su comercio exterior por parte de un grupo de sindicalistas argentinos, envalentonados por un mal disimulado apoyo de las más altas autoridades de su país, en lo que ha constituido un hecho que afrentó a nuestra soberanía nacional y que amenaza con repetirse en cualquier momento.    

En su parte introductoria, el mismo artículo señala que “los Estados Partes deciden constituir un Mercado Común, que deberá estar conformado al 31 de diciembre de 1994”. Pues bien, veinte años han pasado ya de la firma del tratado y dieciséis de la fecha mencionada, y sin embargo el mentado Mercado Común no existe. Hoy el Mercosur constituye solamente una unión aduanera imperfecta, plagada de contradicciones y trabas que lo dejan muy distante del proyecto original.    

Por lo demás, no existen las mínimas condiciones para que la creación de tal Mercado Común pudiera concretarse, puesto que el socio principal del bloque, Brasil, nunca ha demostrado su disposición a aceptar ni a incorporar al proceso de integración el principio de supranacionalidad, requisito indispensable para pensar en una real consolidación del Mercosur.    

Es preciso decirlo con toda sinceridad: el Mercosur constituye actualmente una estructura burocrática onerosa e inservible, sin ningún tipo de incidencia favorable en la vida de los más pequeños: Paraguay y Uruguay.    

Además del perjuicio económico y comercial que representa para nuestro país, el Mercosur ha significado la limitación de nuestra potencialidad, ya que nos impide celebrar acuerdos bilaterales con otros países o grupos de países, cercenándonos injustamente la posibilidad de expandirnos en términos comerciales, de captar nuevos mercados y de ampliar nuestro horizonte internacional, tal como sucede con otras naciones de Sudamérica, fundamentalmente en Chile, Perú y Colombia.    

Nuestros presidentes, sin embargo, en vez de priorizar el proceso económico-comercial en sí mismo, han privilegiado la construcción política del bloque, mediante la creación de organismos tales como el Parlamento del Mercosur, otra institución absolutamente también inservible y onerosa, que no significa ningún avance en términos de integración. Con esa medida pretendieron imitar el modelo de la Unión Europea, pero olvidaron que las instituciones comunitarias no surgieron ni fueron fortalecidas sino hasta después de la consolidación del mercado común.    

El desvarío ha llegado incluso a niveles inusitados, porque ante este panorama de declive y falta de consolidación del proceso en sí mismo, se ha optado por la equivocada vía de la ampliación del bloque, pretendiendo incorporar al mismo al régimen del gorila Hugo Chávez, perseguidor de la empresa privada en Venezuela, el cual adoptó, imitando a Cuba, un sistema económico que es diametralmente opuesto al libre comercio y el mercado abierto, que se supone es el objetivo del Mercosur.    

En medio de todas estas profundas y agudas contradicciones se mueven nuestros presidentes, fieles sí a una tradición retórica integradora que dista mucho de una real voluntad política de superar los problemas que hoy afectan estructuralmente al Mercosur, prestos para aparecer en instantáneas fotográficas en banquetes en los que lucen amplias sonrisas, pero incapaces de asumir una realidad innegable: así como está, el bloque no sirve.    

Lo habían concebido sus fundadores como una herramienta apta para la promoción del desarrollo económico y social de sus pueblos; hoy no es más que un instrumento al servicio de los poderosos, principalmente del Brasil, que lo utiliza sin ambages como medio de dominación. Días atrás lo señaló lapidariamente uno de los signatarios del Tratado de Asunción, el presidente Lacalle Herrera: en el Mercosur el comercio entre los socios se rige “de hecho por la ley del más fuerte”.    

Si nuestra presencia en el bloque va a servir únicamente para legitimar las aspiraciones hegemónicas de un solo país; si de él no se derivarán beneficios concretos para nuestra gente; si a pesar de la remanida retórica integradora debemos continuar siempre suplicando a los demás “socios” el respeto por los derechos más fundamentales de nuestra soberanía, entonces el Paraguay ya no tiene más nada que hacer en el Mercosur. Su existencia ya no es viable ni productiva para nosotros.

10 comentarios

Anónimo -

Salvar las diferencias en el Mercosur

La celebración de los 20 años de conformación del Mercosur encuentra al bloque económico sin poder superar algunos inconvenientes. Para Mendoza la situación es fundamental, en razón de que gran parte de la producción agrícola tiene como destino el mercado brasileño.

Edición Impresa: miércoles, 06 de abril de 2011
Votá(0)
Imprimir
Enviar
A veinte años de su conformación -el 26 de marzo de 1991- con el Tratado de Asunción, firmado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, el Mercosur, considerado el proyecto internacional más relevante en el que se encuentran comprometidos los cuatro países, aún mantiene diferencias que resultan necesarias solucionar para que el bloque funcione con los mecanismos buscados en su creación.

La conformación del Mercosur no fue fruto de la casualidad. En el mundo se habían creado distintos bloques económicos, como el Nafta -en América del Norte- o el Mercado Común Europeo, que con el correr de los años fue sumando países, incluyendo aquellos que habían integrado el bloque comunista. Ello derivaba en que los países de América del Sur, que no integraban el Pacto Andino, buscaran algún tipo de unidad a los efectos de no quedar al margen de la corriente que tenía el mundo globalizado.

Los primeros pasos fueron lentos, aun a pesar de que el denominado Protocolo de Ouro Preto lo dotó de personalidad jurídica y de un instrumento que permitiera establecer políticas comerciales comunes, una zona de libre comercio y de unión aduanera.

A modo de ejemplo puede señalarse que, en el caso de Uruguay, la aplicación del libre ingreso de mercaderías -en el caso específico del vino- fue postergado hasta tanto ese país pudiera realizar un cambio necesario en la conformación de sus viñedos -logró una importante reconversión hacia la variedad tannat- a los efectos de evitar que sus productores se vieran afectados por el ingreso masivo de los vinos básicos argentinos.

Una situación que se mantiene aún con Brasil, que demora la internalización del protocolo vitivinícola, ante la presión ejercida por sectores vitivinícolas de Río Grande do Sul, en razón de que en esa zona brasileña aún persisten extensiones de viñedos con variedades de escasa y nula calidad enológica.

De todos modos, también cabe señalar que ese tipo de inconvenientes ha sido salvado por el trabajo en conjunto que han efectuado las entidades privadas de ambos países y que se van fortaleciendo con el paso del tiempo, como una reciente visita que realizaron empresarios brasileños en su intención de asociarse con bodegueros mendocinos para promocionar el vino en ese país, basándose en el hecho de que en el corto plazo el consumo de vinos superará a la producción con que cuenta Brasil.

No fueron esos los únicos inconvenientes por los que debieron atravesar los productos mendocinos para el ingreso a Brasil. Como consecuencia de las diferencias que se produjeron entre los dos países (la Argentina impuso trabas al ingreso de electrodomésticos y calzados), ese país dispuso trabas para-arancelarias para la circulación de ajos y frutas, aduciendo que necesitaban profundizar controles aduaneros, lo que generó inconvenientes y demoras en la provisión hacia ese mercado.

Ha transcurrido ya un tiempo más que suficiente, desde la conformación del Mercosur, como para que aún persistan diferencias entre los países. La situación genera además de los inconvenientes señalados, que las expectativas de los exportadores se acoten, especialmente para los productores e industriales locales, en razón de que Brasil es el principal mercado hacia donde se dirige la gran mayoría de la producción local, incluyendo ajos, manzanas, peras, aceitunas, aceite de oliva, además de los vinos.

Anónimo -

El Reino Unido presiona a la UE para acordar con el Mercosur
26/03/11
PorSEBASTIÁN CAMPANARIO


A 16 años del inicio de una de las negociaciones mas largas y frustrantes de la diplomacia comercial internacional, el acuerdo para crear una zona de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea –que está empantanado por la reticencia de Europa para reducir subsidios a la agricultura– podría retomar impulso a partir de un aliado impensado para la Argentina: Inglaterra.
“Buscaremos convencer a nuestros socios de la UE de la conveniencia de dejar algunos tecnicismos de lado y lograr avances concretos en la relación con el Mercosur este año o a más tardar en 2012”, comentó a Clarín Ben Lyon, jefe del equipo del Foreign Office –la oficina de Relaciones Exteriores del Reino Unido– para el G-20.
La declaración del funcionario inglés llega en un momento de extremo pesimismo en la Cancillería con respecto a esta negociación comercial que comenzó en 1995 y nunca pudo avanzar. La semana pasada finalizo en Bruselas la cuarta ronda de conversaciones entre la UE y Mercosur para un tratado de libre comercio sin una fecha precisa para intercambiar las primeras ofertas, lo que para los observadores supuso un frenazo respecto a la aspiración inicial de concluir el acuerdo en 2011.
Al término de cinco días de tratativas a puerta cerrada, la Unión Europea (UE) y los países de Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay) reconocieron que todavía “se debe trabajar intensamente en todas las áreas de negociación” para alcanzar un acuerdo “exhaustivo, equilibrado y ambicioso”.
La Comisión Europea, que negocia en nombre de los países de la UE, y el Mercosur “continuarán preparando internamente ofertas comerciales mejoradas. Cuando finalicen, decidirán conjuntamente una fecha para un intercambio simultáneo”, se señaló en un comunicado.
En términos económicos, los subsidios agrícolas de la UE –principalmente de países como Francia o Polonia– le cuestan a la Argentina unos 150.000 millones de dólares , de acuerdo a estimaciones privadas. Como el Reino Unido tiene muy poca actividad agrícola, en este tema esta totalmente alineado con la Argentina. “Seguiremos trabajando en esta dirección (para que se bajen subsidios) en todos los foros internacionales, incluidas las reuniones del G-20, de Francia este año y de México en 2012”, sostuvo Lyon.
La Unión Europea tiene firmados por separado acuerdos de comercio con Chile, México: y más recientemente con Perú y Colombia.
Antecedentes Después de la firma del Acuerdo Marco Interregional (AMI), en diciembre de 1995, la Unión Europea y el Mercosur emprendieron negociaciones para “promover un mayor acercamiento politico y económico”.
En ese lapso, la UE incorporo nuevos socios y firmo acuerdos con Chile, México, Colombia y Perú, entre otros países.
La magnitud de los subsidios agrícolas, que perjudica a la Argentina en unos 150.000 millones de dolares, el principal eje de la controversia que impide avanzar.

Anónimo -

Los dólares antes que los principios



Por tercera vez en un corto periodo de cuatro meses, el presidente uruguayo, José “Pepe” Mujica, volvió a instar a la Cámara de Senadores del Paraguay a aprobar el ingreso de su compadre bolivariano Hugo Chávez al Mercosur. Esta vez, el llamado fue hecho ante la presencia del propio gorila venezolano, en el curso de la visita que este último efectuó ayer a Montevideo. Este tipo de actitudes injerencistas e impertinentes deben ser rechazadas de plano: aquí nadie le dice al Jefe de Estado o al Parlamento uruguayos qué deben o no deben hacer.

Está claro que la digna postura mantenida por los parlamentarios nacionales es vista por los presidentes de los demás países del bloque como un impedimento que obstaculiza seriamente la concreción de negocios petroleros con el fundador del denominado “Socialismo del siglo XXI”, engendro que, al decir del presidente salvadoreño Mauricio Funes, ni el propio Chávez sabe exactamente en qué consiste.

No deja de ser llamativo que la invocación charrúa se produzca el mismo día en que Uruguay y Venezuela suscribieron diversos acuerdos de carácter bilateral, entre los que sobresale notoriamente un acuerdo que establece la explotación conjunta de dos pozos de petróleo venezolanos. De acuerdo con lo que nos demuestra la experiencia, esta suele ser la forma preferida de Chávez para granjearse “adhesiones” incondicionales: exhibiendo su petrochequera y repartiendo dadivosamente los recursos en los que su país es sobradamente rico.

Por eso andan todos muy enojados con el Senado paraguayo, tal como también lo evidenció la propia presidenta argentina, Cristina Fernández, en el curso de la última Cumbre del Mercosur, cuando incluso se permitió el lujo de exigir al presidente Fernando Lugo que “movilice” cuanto antes a los senadores paraguayos en el sentido de los enormes intereses que a ella y a su país los obligan con Chávez.

Para disimular su afán desmedido, recurren a argumentos trillados, tales como el expuesto ayer por el presidente Mujica, en el sentido de que el ingreso de Chávez al bloque permitirá “mitigar la asimetría natural que existe en el Mercosur entre los países más pequeños y los más grandes”. Excusa fácil y despropósito inconcebible, ya que si así fuera en realidad, Brasil y Argentina serían precisamente los menos interesados en promover el ingreso de Venezuela al grupo, puesto que con ello estarían introduciendo al mismo a un elemento que les disputaría liderazgo.

En verdad, ellos precisan imperiosamente que Chávez entre al Mercosur para poder concretar acabadamente todos los negocios petroleros que pretenden sellar con el país caribeño. Es evidente que si Venezuela fuera un país pequeño, pobretón y sin recursos naturales que explotar, el interés de nuestros “socios” por incorporarlo al bloque sería nulo. En este sentido, actúan con la misma “falsedad y doble discurso” que ellos mismos atribuyen a las naciones que actualmente se encuentran involucradas en el conflicto de Libia: solo les interesa el petróleo.

Pero resulta que ahora la perdiz se levantó en el lugar en que ellos menos lo imaginaban: el Paraguay, país al que estimaban fácil de convencer y domesticar, dada la afinidad ideológica que mantienen con el presidente Fernando Lugo, miembro confeso de su desprestigiada comparsa bolivariana.

De allí que se olviden rápidamente de los conceptos más elementales del derecho internacional con los que ellos tanto se llenan la boca cuando se trata de denostar a sus enemigos: respeto por la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos, reconocimiento a la institucionalidad propia de cada país. No, todo lo pasan por alto, permitiéndose hasta el derecho de mandonearnos a los paraguayos y a nuestros representantes, a los que se tilda incluso con epítetos irrespetuosos, atropellando así nuestra dignidad nacional.

Y cuando se les recuerda que el propio Mercosur tiene una cláusula democrática que impide el acceso de Chávez al bloque de integración regional, miran para otro lado o se hacen los distraídos, porque a su compadre hay que perdonarle todos los excesos y atropellos que ha venido cometiendo sistemáticamente contra la libertad de expresión, el respeto a los derechos humanos y la plena vigencia de la institucionalidad democrática en su país, condición exigida por el Protocolo de Ushuaia como indispensable para participar en el proceso.

Todo es letra muerta a la hora de “reivindicar” los derechos de Chávez. No se dan cuenta ellos –el interés por el petróleo parece enceguecerlos– de que el deschavetado líder bolivariano solo tiene en mente utilizarlos, servirse del Mercosur para ganar legitimidad internacional, para que el mundo deje de considerarlo como un pintoresco caudillo latinoamericano y lo termine aceptando como miembro de un bloque de gente más o menos presentable.

Entre tanto, los senadores paraguayos deben seguir manteniendo inalterable su compromiso con la dignidad de su pueblo, rechazando invocaciones, insultos y hasta tentaciones crematísticas, como las que se ventilaron públicamente a fines del año pasado. Es preciso hacer llegar al mundo entero un mensaje claro y contundente, máxime en el año del Bicentenario de nuestra Independencia: la República del Paraguay no admite imposiciones ni ha decidido poner precio a su honra y a la de sus hijos.

http://www.abc.com.py/nota/los-dolares-antes-que-los-principios/

Anónimo -

CHAVEZ Y EL MERCOSUR
Andrés Granje

El Presidente del Uruguay José Mújica, reavivó la polémica sobre el Ingreso de Venezuela al MERCOSUR, cuando en su país un día antes de la visita del mandatario Venezolano Hugo Chávez, afirmó que sería bueno que el congreso Paraguayo votará a favor del ingreso de Venezuela, señalando que de esa forma los países mas pequeños del grupo se verían mejor representados y tendrían mayor peso dentro del bloque dominado por los dos grandes Brasil y Argentina. Estas afirmaciones rotundas del mandatario Charrua, es elocuente muestra de lo que piensan los demás miembros del Mercado Común, del descontento existente en el grupo por la negativa paraguaya a permitir el ingreso de Venezuela al MERCOSUR, ya que los parlamentos de Brasil, Argentina y Uruguay aceptaron y solo se espera la autorización del parlamento guaraní.

En verdad en el Paraguay el tema Venezuela y en especial la peculiar forma de gobernar del presidente Chávez, autoritario y bocón, poco apegado a los formalismos democráticos y verborragico hasta los exabruptos, cobro protagonismo recién con la ascensión de Fernando Lugo al poder, pues antes en tiempo de Nicanor Duarte Frutos y del gobierno colorado, se firmaron los acuerdos mas comprometedores con la Venezuela chavista, en temas tan conflictivos como los contratos con PEDEVESA, sin embargo bastó que Lugo asumiera y que la prensa atacara los acuerdos firmados entre Lugo y Chávez en medio de los festejos de la asunción en el Departamento de San Pedro en agosto del 2008. Para comenzar la demonización de los acuerdos que mas son declaraciones de buenas intenciones, que hasta ahora no se materializaron en hechos concretos.

El supuesto acercamiento con Venezuela, a través de afinidades ideológicas no tiene mucho asidero, la trama urdida es delirante, dan a Chávez poderes e influencias que ni siquiera los Estados Unidos de Norteamérica jamás logro en América. Un poco mas que si se permite la entrada de Venezuela al MERCOSUR, este país será el eje de una segunda Rusia en tiempo de la Unión Soviética en la América del Sur, nada mas lejano e irrealizable, primero porque nuestros vecinos Brasil y Argentina no permitirían mella al liderazgo que ostentan en la región y segundo porque Venezuela no tiene el poder suficiente para lograr una hegemonía que como idea es posible que lata en el sentimiento de Chávez y de muchos venezolanos pero que sería de difícil ejecución por medio del MERCOSUR.

Lo que podemos apreciar es mucho fanatismo en toda esta discusión, no se recurre al raciocinio sino a la ignorancia y la prepotencia para intentar afirmar argumentos en pro y en contra del ingreso de Venezuela al MERCOSUR, no hemos visto en ninguno de los otros países del grupo donde también se discutió el tema la fragilidad argumental que se exhibe en el Paraguay ni el temor de que Venezuela pueda ser el gran ogro destinado a tragar la libertad y la democracia vigente en los demás países de la región, a menos que estos críticos al ingreso nieguen que en Uruguay Argentina y Brasil exista democracia en estos momentos.

Camilo Filártiga Callizo -

¿20 AÑOS DE INTEGRACIÓN?

El vigésimo aniversario del Mercado Común del Sur (Mercosur) se cumple en medio de un escaso entusiasmo por parte de los gobiernos de los países que lo conforman. Pero, además, con gran desinterés ciudadano sobre el tema.

No se han previsto agendas comunes de festejos entre los gobiernos, ni grandes eventos que demuestren que existen motivos para festejar. Esta es una señal por demás llamativa.

Posiblemente, para comprender esto, deberíamos retrotraernos en el tiempo a los antecedentes de lo que posteriormente sería conocido como el Mercado Común del Sur (Mercosur).

En este sentido, es importante recordar que en la década de los 80, tras una sucesión de acuerdos argentino-brasileños, se dieron los primeros pasos hacia la conformación de un bloque regional.

El punto inicial de estas concertaciones es la ya histórica declaración de Iguazú, acordada por los presidentes de Argentina y Brasil, Raúl Alfonsín y José Sarney, respectivamente, en 1985. Por lo tanto, los primeros indicios de un mercado común se establecieron partiendo de los intereses propios de los gigantes de la región, en el marco de un acuerdo bilateral.

A partir de este acuerdo se suscitaron otros más, hasta llegar a la década de los 90, donde Uruguay y Paraguay son invitados a sumarse formalmente al bloque. La entrada de Paraguay al bloque coincidió con el advenimiento de la democracia a nuestro país.

Desde 1990 en adelante, y con las presidencias de Carlos Menem y Collor de Mello, se ajustó -con mucha mayor precisión- el objetivo de conformar un mercado común, la orientación estrictamente comercial y la creación de un espacio económico común, privilegiando como objetivo central la coordinación y armonización de políticas macroeconómicas.

A partir de este momento, se establecieron algunas metas de cumplimiento imposible en tan corto tiempo -como la recordada del arancel 0-, fijándose como plazo diciembre de 1994, apenas 3 años después de la suscripción del tratado, algo que hasta el día de hoy no pudo cumplirse.

La falta de identidad "mercosuriana" de nuestros pueblos es evidente, generada en gran medida por el desinterés de los gobiernos de potenciar el bloque y construir esa identidad.

Esa construcción no puede hacerse solo desde el aspecto económico o comercial: para que el proceso sea exitoso necesariamente debemos ampliar el concepto de integridad también a factores culturales, educativos y sociales.

En este sentido, puede notarse la falta de programas educativos y sociales comunes a todos los países. No existen incentivos para sentirnos parte de un mercado común. Sumado a ello, vemos a diario cómo la comercialización de nuestros productos en los países vecinos sufre rigores, trabas y bloqueos comerciales en abierta contradicción con los valores y principios de integración que se declaran.

El Mercosur, para el ciudadano común, no tiene significación alguna. Simplemente, no existe. O, peor aún, si tiene algún sentimiento es de desesperanza.

Los procesos de integración regional ganan en importancia cuando la ciudadanía se apropia del proceso integracionista. La posibilidad de profundizar modelos y procesos es mucho mayor, cuanto mayor es la participación ciudadana de nuestros pueblos.

En este sentido, el déficit del Mercosur es enorme, y a 20 años de su creación es un momento propicio para repensar el modelo. Hay quienes sostienen con convicción que Paraguay debería salir del Mercosur, que al país no le sirve este bloque regional en el que está inmerso.

Sin embargo, las características de país mediterráneo, y los serios problemas de institucionalidad interna, entre otros muchos de nuestra frágil democracia, nos impiden conectarnos al mundo por encima de la región.

En un mundo globalizado y absolutamente imprevisible como el que estamos viviendo no aparecen, para nuestro país, otras opciones viables fuera de la integración.

La pregunta que cabe en todo caso sería definir qué Mercosur es el que queremos, cómo podemos hacer del bloque el mejor escenario para nuestros intereses y que esa definición se convierta en una política exterior de Estado clara, que se traduzca luego en posturas sólidas y de defensa de los intereses nacionales en el contexto regional.

Anónimo -

A veinte años de su creación: los logros y desafíos del Mercosur


En plena vigencia, pero con metas aún por efectuar, este sábado el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) cumple ya dos décadas. Las celebraciones se centran sobre todo en la integración política que han logrado los países que forman parte de este bloque, que representan el 75% del producto interno de la región.

Hace veinte años Latinoamérica veía a la distancia como la Unión Europea comenzaba a dar pasos firmes en su integración regional, el sueño de Schuman se había hecho realidad antes que el de Bolívar. Eso hasta el 26 de marzo de 1991 cuando los presidentes de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay firmaron el Tratado de Asunción con el que se dio forma al Mercado Común del Sur, el primer y más importante bloque de integración latinoamericano.

Dos décadas después, ni el marco político, ni la situación económica de los países miembros son las mismas. Al celebrar su cumpleaños número 20 el Mercosur sigue dando cuenta de su envergadura regional, claro que Brasil se ha desmarcado del resto de las naciones consiguiendo un protagonismo planetario que ha dejado un poco al margen a sus compañeros de ruta, Uruguay, Argentina y Paraguay.

Y a pesar de que sus socios –a los que se agrega Chile, Colombia, Perú y Ecuador como asociados-, insisten en resaltar la integración política como factor clave de estos últimos años, tampoco niegan que la liberalización comercial entre los países del bloque, una de sus principales metas, sólo se ha logrado parcialmente. Esto debido a que naciones miembros no cumplen a cabalidad con la norma de libre importación, poniendo trabas a su autorización inmediata.

A pesar de lo anterior el mecanismo regional logró incrementar el comercio interno de 4.500 millones de dólares en 1991 a 45.000 millones de dólares en 2010.

En el camino también han quedado temas como la adopción de una moneda única, siguiendo el ejemplo de la Unión Europea o el mejor funcionamiento de instancias como el Tribunal del Mercosur. Los socios del bloque tampoco han logrado salir de las crisis económicas que los sacudieron en la década de los noventa de la misma manera. Tampoco se ha podido concretar el esperado acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

Tareas que quedan por hacer, a las que se suma otra que los miembros han dejado para este 2011: concretar el ingreso de Venezuela como socio pleno, para lo cual falta el pronunciamiento del Congreso Paraguayo.

Anónimo -

Hay que salir de MERCOSUR
Enrique Vargas Peña

Se recordó ayer el vigésimo aniversario de la firma del Tratado de Asunción, constitutivo del Mercado Común del Sur, MERCOSUR, oportunidad para reflexionar sobre las consecuencias que ha tenido en nuestro Paraguay.

El comercio paraguayo con los demás integrantes de MERCOSUR se ha incrementado notablemente, según arguyen los defensores de este proceso de integración y tal vez sea cierto que tal situación pueda atribuirse a la aplicación del Tratado.

El aumento del comercio, como se sabe, genera y distribuye riqueza y, por tanto, ese aspecto sería positivo. Sin embargo, los defensores de MERCOSUR que recurren a este argumento no logran explicar la persistencia de trabas paraarancelarias para los productos paraguayos que podrían ser exportados a Brasil o a Argentina, como por ejemplo los detergentes hechos en Paraguay, por citar un caso solamente.

No logran explicar esas trabas porque ellas no tienen otra explicación que la persistencia de políticas comerciales proteccionistas brasileñas y argentinas contra Paraguay que, de ser formalmente reconocidas por los defensores de MERCOSUR, les obligaría a reconocer la asimetría más grave que afecta al bloque, la asimetría de poder político.

La asimetría de poder político consiste en el desequilibro absoluto y total que imponen Brasil y Argentina en la implementación de las decisiones dentro de MERCOSUR.

Las decisiones tomadas a iniciativa de ellos se implementan y se cumplen aunque afecten los intereses paraguayos. Las que pueda proponer Paraguay se revisan y se cumplen en la medida en que no afecten intereses corporativos brasileños o argentinos.

Esa es la explicación simple y fácilmente verificable de la persistencia de trabas a las exportaciones paraguayas hacia países de MERCOSUR que los defensores del bloque en nuestro país pretenden ocultar o minimizar para continuar acelerando la implementación del proceso de integración.

Un proceso de integración en condiciones de asimetría política tiene como consecuencia principal la desaparición de la soberanía paraguaya: Brasil y Argentina toman las decisiones y Paraguay las cumple unilateralmente.

Es tan simple y tan evidente como eso. Todos los derechos comerciales que supuestamente benefician a Paraguay en MERCOSUR, son revocables en la práctica. Todo el gran comercio actual es revocable.

Por si alguien se atreviera a discutir esta revocabilidad, ahí está el bloqueo a nuestras exportaciones por parte del señor Hugo Moyano para mostrar la realidad de las cosas. Dirán todavía, los defensores de MERCOSUR, que Paraguay logró que el bloqueo se levante.

No dicen que el bloqueo sigue siendo una amenaza latente, siempre al alcance de la mano de Moyano, en un campo como el comercio en el que la previsibilidad es indispensable, porque Argentina no ha modificado las condiciones políticas y legales que le permiten a Moyano recurrir al bloqueo en cuanto lo considere oportuno.

El levantamiento del bloqueo es una gracia que nos regaló Cristina Fernández de Kirchner que, como toda gracia, es revocable a discreción de quien la concede. Es simplemente una prueba más de las muchas que confirman asimetría política que sufre nuestro país en MERCOSUR.

El bloqueo de Moyano, sin embargo, es el menos grave de los aspectos de la asimetría política. Son mucho más onerosos para nuestra soberanía los compromisos suscritos por el presidente Fernando Lugo en San Juan, Argentina, que pondrán todos nuestros ingresos aduaneros, que son la piedra angular del financiamiento del Estado independiente paraguayo, bajo la supervisión de Brasil y Argentina.

A partir de 2016, tendremos que obtener la venia de funcionarios brasileños o argentinos para poder pagar el funcionamiento de nuestro Estado. Habremos perdido, a todos los efectos prácticos, la Independencia que ganamos en 1811.

Este gobierno de Fernando Lugo, con la coalición liberal-marxista que lo apoya, ha pretendido disfrazar este hecho con unos mecanismos que supuestamente garantizan el control paraguayo de los ingresos aduaneros.

Hoy no tenemos que garantizar ningún control, porque la Aduana es nuestra, toda nuestra y solo nuestra.

Aún cuando tales mecanismos funcionen, y no sé cómo se atreven a confiar en Brasil y Argentina los funcionarios del gobierno existiendo la infinita lista de abusos e incumplimientos que dichos países imponen a Paraguay, aún cuando tales mecanismos funcionen nuestra política comercial habrá quedado irremediablemente sometida al control de Brasil y Argentina.

En descargo de Fernando Lugo hay que decir, sin embargo, que no hizo en esto más que hacer lo que ha hecho en todo lo demás, que es seguir las tendencias generadas por los anteriores gobiernos colorados, sin cambiar nada.

Cuando se les confronta con esa realidad, los defensores de MERCOSUR arguyen todavía que no tenemos alternativa, que aunque no nos convenga MERCOSUR estamos condenados a él.

A esa cínica falta de patriotismo hay que contraponer otro hecho, el hecho evidente de que hoy existe nuestra República del Paraguay como entidad independiente y soberana porque hubo otros paraguayos, mucho más grandes que estos que ahora nos gobiernan, que no aceptaron ninguna condena a integrarnos y que el 14 y 15 de mayo de 1811 rechazaron mantener la integración, que ya estaba plenamente institucionalizada, de las provincias unidas del Río de la Plata.

Y no aceptaron mantener la integración, no porque fueran tontos románticos sino porque eran comerciantes hartos de los abusos de Buenos Aires.

Frente al entreguismo de nuestra patética “clase política”, se yerguen enormes las figuras de Fernando de la Mora y de José Gaspar Francia que en la Nota del 20 de Julio de 1811 le dijeron a Buenos Aires que Paraguay no acepta integración con asimetrías políticas.

Es imperativo, pues, si queremos seguir siendo paraguayos, y yo lo quiero, salir urgentemente de MERCOSUR.

Anónimo -

Mercosur: 20 años de sueños y realidades

José Nicolás Morínigo Alcaraz

Cuando se firmó el tratado de Asunción el 26 de marzo de 1991, hace 20 años, el presidente de Argentina, Carlos Saúl Menem, dijo una frase que expresaba una idea que todavía recuerdo: "En cinco años haremos lo que Europa hizo en mucho más tiempo". Esa expresión es la diferencia que se dio entre los sueños y las realidades.

Es que nosotros tenemos la costumbre de mezclar fácilmente lo que imaginamos con lo que debe suceder, y no observamos que los cambios requieren que operen en un proceso que exige planificar los pasos y las dificultades posibles.

La firma del Tratado de Asunción entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay tuvo y tiene sus complejidades fáciles de prever, con solo considerar las diferencias existentes entre los socios. Diferencias en las superficies, en las poblaciones, en el Producto Interno Bruto (PIB) y obviamente en el Producto per Cápita de cada uno de los países.

Existen dos países llamativamente grandes, Brasil y Argentina, y dos países pequeños, aunque con resultados económicos diferentes.

Brasil tiene 8.547.404 km², en tanto que Argentina 2.780.400 km² y los países de Paraguay y Uruguay, poseen 406.742 y 176.215 km² respectivamente, con la diferencia de que nuestro país es mediterráneo.

La otra diferencia llamativa es la población. Brasil tiene 197.289.000 y Argentina 40.724.269; los dos países más pequeños, Paraguay con 6.606.137 y Uruguay con 3.447.569 personas, pero con una diferencia relevante en el PIB y el Ingreso per Cápita. En tanto que Brasil posee un PIB de 2.024 mil millones de dólares, con un Ingreso per Cápita de 10.200 dólares anuales, siendo una de las potencias industriales del mundo, pero también con una importante población en situación de pobreza social que recién ahora empieza a revertir de manera sistemática. Argentina alcanza a 40.724 mil millones de dólares con un Ingreso per Cápita de 13.800 dólares anuales. Un dato llamativo es el PIB de Uruguay que llega a 44.050 mil millones de dólares y un Ingreso per Cápita de 12.600 dólares anuales, superior al Ingreso per Cápita del Brasil y muy cerca de Argentina. La diferencia sustancial entre estos países se observa con Paraguay, que tiene un PIB de 28.800 mil millones y un Ingreso per Cápita que alcanza a 4.100 dólares anuales.

Estas diferencias significativas eran fundamentales para que fueran tratadas con seriedad antes de lanzarse a un proceso, que nadie duda era necesario en un mundo globalizado en donde algunos no dudan en llamarlo la era de la información.

De los cuatro puntos del Tratado de Asunción: la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países, se ha avanzado algo pero con demasiadas limitaciones para los países pequeños. El establecimiento de un arancel externo común choca con los intereses de los grandes países, lo mismo que la adopción de una política comercial común, lo que convierte en una lejana utopía la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados partes. La armonización de legislaciones es otro remoto objetivo que reclama respuestas más prácticas.

Después de 20 años, el Mercosur demostró ser una necesidad para todos y la cláusula de compensación un mecanismo fundamental para nivelar, en algo, la situación de los países. Esto exige más que nunca capacidad para negociar y capacidad para alcanzar acuerdos entre todos los sectores productivos y comerciales locales.

Anónimo -

El dilema del Mercosur
Hoy se cumplen 20 años de la firma del Tratado de Asunción, acto fundacional del Mercado Común del Sur (Mercosur). Como cada año se escucharán los bellos discursos exaltando los beneficios de la integración regional, mientras que en la realidad persisten las trabas y restricciones a los que el acuerdo comercial supuestamente debía poner fin. Hace poco, el ex presidente uruguayo Luis Alberto Lacalle, reveló que las negociaciones entre los socios más poderosos del Mercosur -Brasil y Argentina- ya estaban avanzadas cuando el Uruguay se sumó a las conversaciones previas a la concreción del emprendimiento. Paraguay llegó incluso más tarde. Es decir, está claro que el Mercosur fue desde un principio un proyecto diseñado en función de los intereses y de la visión de las economías más fuertes de esta parte del continente. Dos décadas después de comenzado el proceso de integración el balance para los socios menores no puede calificarse de positivo.

Brasil busca con el Mercosur un respaldo a su proyección mundial como potencia emergente. La iniciativa de integración regional es su ámbito natural de hegemonía y la plataforma desde la cual negociar y dialogar con las demás naciones poderosas del planeta. Al igual que Brasil, Argentina sostiene actitudes y medidas proteccionistas que atentan directamente contra la letra y el espíritu del Mercosur. Esta iniciativa de integración es en su origen y esencia un acuerdo comercial destinado a permitir el libre tránsito de mercancías de un país a otro. Paraguay respetó siempre las disposiciones del Tratado, permitiendo que la producción argentina y brasileña copen su mercado, en más de una oportunidad poniendo a empresas nacionales en condiciones de inferioridad. No ocurre lo mismo en sentido inverso. No se encuentra la misma coherencia del otro lado de la frontera.

Los industriales paraguayos conocen muy bien el “espíritu de integración” de las autoridades de los países vecinos, que además de las trabas arancelarias agregan una gran cantidad de obstáculos, exigencias y requisitos que forman una muralla que los productos fabricados en Paraguay prácticamente no pueden atravesar.

En el año del Bicentenario de la Independencia de la patria, los paraguayos deberíamos volcarnos a un debate profundo acerca de la conveniencia de permanecer en el Mercosur o, en todo caso, la forma de modificarlo para que se convierta verdaderamente en un instrumento de crecimiento y desarrollo. La integración regional tiene sentido y valor si todos los socios cumplen las mismas normas y acuerdos. Si valiéndose de su mayor poder económico o influencia continental algunos de los socios se sienten en la libertad de elegir cuáles disposiciones acatar y cuáles no, todo el asunto de la integración no pasa de una chapucería, un embuste destinado a engañar a la parte débil de la sociedad.

El Mercosur tiene todavía hoy la posibilidad de erigirse en una palanca de expansión para nuestra economía, pero no es cierto que sea absolutamente vital para nuestro futuro, como parece ser la idea instalada en el imaginario colectivo de nuestra sociedad. El mundo va mucho más allá de los países vecinos y hoy existe la posibilidad de construir acuerdos y alianzas -comerciales y de cualquier otro tipo- con países lejanos dentro y fuera del continente. Si el Paraguay ratifica su apuesta por el Mercosur debe reclamar cambios de fondo en las relaciones comerciales hoy vigentes.

Anónimo -

A 20 años de su vigencia, Mercosur debería ser lagran economía emergente


El Mercosur, si funcionara como una integración real, tendría una fuerza colosal, más aún en esta coyuntura mundial que estamos viviendo. De hecho, Mercosur es el principal bloque mundial productor de alimentos y tiene el 75% del PIB de Sudamérica.

Este no es un dato menor, pero se diluye cuando se enfoca la realidad de que los socios mayores, Argentina y Brasil, continúan pensando en términos hegemónicos y no como fuerzas integradoras de un todo que debiera ser muy poderoso. En dos décadas de vigencia del proyecto es absurdo que siga persistiendo esta concepción de las relaciones entre los socios.

Brasil actúa con ansias de predominio propio y no como Mercosur. Argentina, a su vez, sigue inmerso en sus dilemas internos y en sus permanentes conflictos con los vecinos: la crisis por la papelera con el Uruguay; el bloqueo al comercio exterior del Paraguay.

De cara a este vigésimo aniversario del organismo regional, el presidente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP), Gustavo Volpe, cuestionó al Mercosur y abogó por su revisión. "Estamos cansados de pagar siempre los costos de lo que significa estar integrados al Mercosur, ya que lo único que recibimos son perjuicios. Cuando a los países grandes les conviene, generan todo tipo de trabas", sostuvo el empresario.

En términos de intercambio con los demás países socios, y aunque dicho intercambio creció de un modo apreciable, el resultado es un déficit comercial del Paraguay con los integrantes del Mercosur que alcanzó 1.685 millones de dólares en el 2010, 53% más que en el 2009, según reportó el Banco Central días pasados. El único país con el que el Paraguay tiene superávit en la región es el Uruguay, que hoy es nuestro mayor mercado mercosureño. Al país oriental se exportó por más de 996 millones de dólares en el 2010, lo que representa un incremento de nada menos que el 86% con relación al 2009. El año pasado, el Paraguay vendió al Brasil por 660 millones de dólares y a Argentina por 538 millones.

En los últimos años, el Paraguay ha tenido un crecimiento económico importante, y el mismo no se debió precisamente a su vinculación al Mercosur. Se puede afirmar que ese auge fue a raíz de una eficiente labor del sector privado que logró sus metas, a pesar del Mercosur. Una prueba de ello es la traba constante que sufrió la exportación de carne paraguaya (posiblemente la mejor del mundo actualmente) por parte de Argentina cuando iba al mercado chileno.

Mercosur, con su imponente producción de alimentos, podrá establecer sus propias condiciones al mercado internacional cuando Argentina y Brasil entiendan que con una integración orgánica, esta mancomunidad del sur constituirá la mayor economía emergente del planeta junto con China y la India. Y eso significará liderar en el mundo. ¿Es tan difícil que Argentina y Brasil entiendan esto?

El 26 de marzo de 1991 nacía el Mercado Común del Sur, Mercosur, con la firma del Tratado de Asunción. Los presidentes Andrés Rodríguez, Fernando Collor de Mello, Luis Alberto Lacalle Herrera y Carlos Saúl Menem, del Paraguay, Brasil, Uruguay y Argentina, respectivamente, suscribieron el documento fundacional de ese organismo de integración regional que propuso mucho y sigue siendo un núcleo de promesas incumplidas. Más allá de algunas medidas administrativas de dudoso efecto, en la región no existe aún una integración verdadera.