AYUDA MEMORIA
- Sady Salúm
“Queremos recobrar ese valor de los gobiernos que conjugaron honestidad y austeridad como ecuación del supremo sacrificio por la patria”.
De austeridad aún no nos explayaremos, pero, ¿de qué honestidad estamos hablando? Los sinónimos de esta palabra son: honradez, integridad, rectitud, consciencia, justicia, decencia y hasta vergüenza según el diccionario.
¿Es una actitud honesta el haber mentido a la ciudadanía desde aquella marcha cívica de marzo del 2006, presentándose como el honorable obispo de uno de los departamentos más pobres del país que repudiaba la corrupción y la mentira? ¿Es propio de un hombre honesto negar la existencia de un hijo (o hijos) y decir que son simples rumores?
Aquí viene la pregunta: ¿los resultados electorales hubiesen sido idénticos a los que obtuvo Fernando Lugo si se sinceraba antes del 20 de abril pasado y admitía que siendo obispo concibió hijos?
“Un signo de este tiempo nuevo será la austeridad. Pondremos especial énfasis en el control de los bienes públicos evitando la eternización del despilfarro que unos ostentan mientras la gran mayoría, el gran país, sufre diversas carencias”. ¡¡¡¿Cómo?!!! Las personas que viven con menos de un dólar –5.000 guaraníes– por día están en la pobreza extrema y el 20% de la población paraguaya está en la mismísima miseria, mientras el Presidente de la República en menos de un año realizó 27 viajes, con los que dio cinco vueltas alrededor del mundo y, como él mismo lo reconoció, sin resultado alguno porque “el Paraguay dejó de ser un país mendicante”. ¿De qué austeridad estamos hablando? Según el diccionario, esta palabra tiene como sinónimos: moderación, economía, ahorro, prudencia... ¿Se da realmente esto?
“Los ajustes, la racionalización de los recursos acompañarán este proceso y serán parte del plan de austeridad que proponemos”. La cuadruplicación de los gastos reservados del Poder Ejecutivo, de 1.099 millones de guaraníes a 4.000 millones, ¿forma parte de esa racionalización o de austeridad?
“... cuando este hombre de fe y este laico comprometido con su tiempo atravesaba la ciudad ha visto una vez más lo que nos llena de pena y de vergüenza. Los niños de la calle”. Evidentemente, esto no ocurrió en Ciudad del Este, donde la segunda mujer que reclama el reconocimiento de paternidad al Mandatario manifestó que el niño de seis años es como uno de los de la calle porque pasa penurias. La caridad empieza por casa.
“... los niños en situación de miseria tendrán a más de las instituciones asignadas, la ocupación personal de vuestro presidente”. Otra vez, ¿por casa cómo andamos?
A Lugo le faltó agregar que en algunos casos los niños tendrían “su ocupación personal” mediante abogados, para reconocerlos como hijos.
Nos estamos por quedar calvos de tanto que ya nos tomaron del pelo. Las oraciones entrecomilladas son fragmentos del discurso que pronunció Fernando Lugo el 15 de agosto pasado. Sí, señores, el mismo día que gritó un conmovedor “¡sí, juro!” que erizó la piel a más de uno, pero hasta ahí nomás, como se dice. Todo lo expuesto es una simple ayuda memoria, para que a él no se le olviden las obligaciones y compromisos asumidos y para nosotros, a modo de no seguir teniendo el mote de pueblo voluble y olvidadizo.
3 comentarios
Anónimo -
El escándalo de la paternidad del ex obispo Lugo, presidente de Paraguay, ha llenado las portadas de los periódicos de aquel país
El continente americano parece proclive a generar jefes de Estado con descendencia extramatrimonial. El caso de Fernando Lugo, ex obispo y presidente de Paraguay, es uno más en la lista que integran, entre otros, Alejandro Toledo, Carlos Menem, Evo Morales, Alan García y Luiz Inacio Lula da Silva.
Toledo negó la paternidad de Zaraí durante catorce años. El ex presidente se resistió inicialmente al ADN y rechazó los consejos de Álvaro Vargas Llosa que, a su lado en la campaña de 2001, le insistió desesperado para que asumiera su responsabilidad. Un año más tarde, tras una compleja batalla judicial, Toledo reconoció a la adolescente.
Similar actitud adoptó Carlos Saúl Menem con su hijo Carlos Nair. Si en el caso de Toledo sus objeciones se atribuían a la amenaza de su mujer, Eliane Karp, de divorciarse si reconocía a Zaraí, en el de Menem se atribuyeron las objeciones a Zulemita. La hija del ex presidente argentino, hoy con una excelente relación con su hermanastro, no quería ni oír hablar del asunto. Menem, que tenía debilidad por ella, no quiso contrariarla aunque veía a escondidas al muchacho.
En el año 2006 la justicia falló a favor de Carlos Nair y el chico, apuesto y simpático, se convirtió en la mejor baza electoral de Menem para lograr un escaño en el Senado.
El caso de Evo Morales no llega a la presunta familia numerosa de Fernando Lugo, pero también tiene una historia peculiar. Se hizo el remolón durante años para reconocer a Eva Liz, de 13 años, y a Álvaro, de 11, ambos de diferentes madres. Tras aceptar la paternidad Evo disfruta hoy de la proximidad de los dos jóvenes, con los que ha empezado a mostrarse en público.
En la seguidilla de hijos naturales del poder también se encuadran los de Luiz Inacio Lula Da Silva y Alan García. En 1974, a un año de enviudar, el actual presidente de Brasil mantuvo una relación con la enfermera Miriam Cordeiro. Fruto de la misma nació Lurian. Su padre no esperó a demandas ni escándalos. La niña fue inscrita de inmediato con los apellidos de su padre.
Alan García obró de manera similar. Apodado en sus buenos tiempos «caballo loco», el ex presidente de Perú reconoció hace tres años en un mensaje a la nación ser el padre de Federico, hijo de la economista Roxana Cheesman, para quien tuvo palabras de respeto y reconocimiento. El actual jefe del Estado realizó su confesión acompañado de su mujer, la argentina Pilar Nores, con la que tiene cinco hijos. Federico lleva el apellido García desde su nacimiento.
El último caso no resiste comparaciones. El ex obispo Fernando Lugo rompe todos los moldes con media docena de hijos que reclaman, por medio de sus madres, que asuma sus obligaciones. El presidente de Paraguay ya ha reconocido a uno, Guillermo. El resto, continúan en lista de espera.
Anónimo -
Hace más de 15 días que la vida privada del presidente Fernando Lugo está en las noticias de todo el mundo. Es el único caso en su género y el más escandaloso entre todos sus homólogos.
Lugo supera todos los esquemas, ya que a pesar de su condición de obispo y de su vida católica, mantuvo relación amorosa con más de una mujer. Hasta ahora sólo reconoció al hijo de Viviana Carrillo. Luego, aparecieron Benigna Leguizamón y Damiana Morán, ambas también exigen que reconozca a sus hijos. Las dos abrieron el camino de la demanda.
Otros presidentes de América Latina han tenido hijos sin estar casados o estando casados.
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva reconoció a una hija, Lurian, que tuvo con Miriam Cordeiro, quien fue su novia después de haber enviudado de su primera mujer. Desde 1975 está casado con Marisa Leticia Rocco Casa, cuyo hijo adoptó.
En Chile, país con fuertes valores católicos y donde el divorcio no fue permitido hasta en el 2004, su presidenta Michelle Bachelet contrajo matrimonio cuando vivía exiliada en Alemania. Luego se divorció y conoció a otro hombre con quien tuvo una hija de una relación sin boda.
Acosado por los medios de comunicación, el presidente de Perú, Alán García, quien tiene cuatro hijos de su actual matrimonio con Pilar Nores y una hija de su primer matrimonio con Carla Buscaglia, admitió públicamente en octubre de 2006 que tenía otro hijo, Federico, fruto de una relación con Roxana Cheessman.
LOS FIELES. Otros mandatarios siguen el mandato divino de ser fieles hasta que la muerte los separe. Es el caso de los presidentes Cristina Fernández de Kirchner (Argentina), Álvaro Uribe (Colombia), Felipe Calderón (México) y Rafael Correa (Ecuador).
Anónimo -
Por Benjamín Fernández Bogado
Nada parece tan efímero y circunstancial que la adhesión popular hacia una figura política. Votada y elegida, llega a caballo de una serie de esperanzas y de frustraciones. Muchas veces, como producto de un castigo a una persona y un partido que mal administraron los sueños y esperanzas de muchos. En realidad, los políticos en el Paraguay tienen escasa simpatía y admiración al pueblo que los elige.
Se llenan la boca de esa palabra mágica, prometiendo educación, empleo y seguridad con una gran dosis de honestidad, sinceridad y compromiso. Cuando alcanzan el poder, no sólo que se les olvida lo prometido, sino que terminan haciendo todo lo opuesto. Y de nuevo a empezar de cero.
El país del eterno retorno es el Paraguay. Una nación donde los líderes han perdido la vergüenza y creen que esa masa informe sólo quiere promesas, como las mujeres púberes o impúberes seducidas por quienes tienen el poder.
Hay una frase de Sófocles que decía: "Nadie conoce el verdadero corazón de una persona hasta verlo en el poder" y tenía razón. Aquel humilde y sincero político se transforma en una persona venal y mentirosa, que ejercita el gobierno en provecho de sus particulares intereses.
No importa de dónde venga y a qué partido pertenezca, la pauta de conducta es siempre la misma. Quizá lo más cínico resulta que cuando es interpelado, el político siempre responde en plural afirmando "responderemos cualquier demanda" o "superaremos las acusaciones", cuando ellas son de índole personal y las responsabilidades individuales no se delegan.
El capital político, por lo tanto, de una persona que accede a un cargo, está lleno de aspiraciones, ideales y compromisos que si no pueden ser cumplidos una vez que arribe al cargo, debe en un rapto de sinceridad reconocerlos y renunciar a dicha tarea. No se puede afirmar soberbiamente que sólo él ganó los comicios, pero que cuando llega el pasivo pluralice sus costos.
El presidente de la República representa en el ejercicio del cargo a la institución más querida y respetada de un pueblo, cuando su conducta no se adhiere a esas expectativas no queda otro camino que dejar allanado el mismo para que otro pueda hacerlo mejor. Lugo ha llegado al poder con el capital de la dignidad, honestidad y sinceridad, hoy todo eso no existe. Lo ha tirado a un costado por lo que construir un nuevo capital político en medio de un desgaste personal que ha convertido al Paraguay en el hazmerreír mundial no será tarea fácil. Deberá ser lo que nunca fue: responsable, eficaz, serio, comprometido y digno.
Su gobierno está herido de muerte. No tiene planes, no ha enfrentado con éxito ni la delincuencia, la corrupción ni la ineficacia del Estado, y carece hoy más que nunca de buenos colaboradores. Nadie capaz aceptaría un cargo en su gabinete por el desgaste que supone el ejercicio de una tarea que no tiene norte, con un liderazgo cuestionado, errático y carente de fidelidad, a principios de urbanidad mínimos. Le resta rodearse de quienes no lo cuestionen o quizá de quienes lo contengan y, eso constituye un costo político muy grande para la República. Su capital político inicial se ha evaporado, no existe. Deberá construir uno nuevo, basado en la eficacia a la que nunca colocó como prioridad.
Lugo está en sus días más obscuros. Ha basureado a su iglesia, ha mentido a sus prosélitos y aunque pida perdón, el costo para la República es demasiado grande y excede su dolor personal. Si fuera un banco llamaría a convocatoria de acreedores y si fuera japonés, sólo le quedaría hacerse el harakiri.
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