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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

LOS TIERRA DE LOS HOMBRES ROJOS

 

Lalo Palacios: “Al ver la película, los Kaiowas me Dijeron: Nosotros podemos contar nuestra historia”.Una película es el asombro de la pantalla gigante, siempre. Es lo que pasa cuando los que nunca vieron cine, que todavía hay millones en el mundo, se enfrentan a la tela blanca, a una pared, a la proyección de ese milagro de luces y color a la que se abren sentimientos.

Conmover no siempre es fácil.

Menos si el tema es parte del muro de silencio que se impone sobre los grandes temas del continente.

Marco Becchis, el cineasta chileno/italiano lo consiguió con “La tierra de los hombres rojos” una obra fantástica que abre miradas sobre la lucha por la tierra de los pueblos indígenas de Latinoamérica.

 

La película se va construyendo en un crescendo de emoción a medida que estos guaraníes, hermanos nuestros, actúan su propia historia en la lucha por la tierra. Desde que instalan el campamento a la vera de la tierra recién arada preparada para la siembra de la soja, cuando ocurren unos dolorosos suicidios de sus jóvenes, hasta que organizan la “retomada”, con escenas en las que afrontan el drama con coraje y gracia, con sabiduría.

 

Siguiendo la trama podemos ver como la reconquista del territorio ancestral ganado por los agronegocios pasa desapercibida para los turistas de los países ricos de occidente que llegan a las últimas selvas de Latinoamérica a observar pájaros, de allí su nombre comercial en inglés, Birdwatchers (Los avistadores de pájaros).

 

En las retinas, el corazón de la película, cuando una avioneta rocía con agroquímicos a los indígenas apostados a la vera de la ruta. “Es una práctica común, es una técnica, por eso para mi, en las comunidades de Matto Grosso hay cientos de historias, por eso cuando escuché lo de Itakyry no me quedaron grandes dudas de que son capaces de hacerlo”, dice el actor Urbano “Lalo” Palacio haciendo referencia al caso ocurrido en noviembre del año pasado en Alto Paraná.

 

El actor, además de brillar en la cinta en el rol de un capataz ladino, trabajó en la preproducción con los kaiowas de Matto Grosso do Sul, aquí cerca de la frontera de Amambay con el Brasil.

Lalo también fue el presentador de la exhibición que se hiciera en el Centro Juan de Salazar el 15 de febrero pasado a sala repleta, esos días en que nos sentamos hasta en los pasillos, esos días en que se lamenta que no haya una sala estatal para mil personas que pueda albergar un evento de la magnitud que significó aquel.

 

La de Palacio es una historia fascinante: “Con Becchis nos conocimos en un festival en Piamonte, estaba con este proyecto en pañales en el 2006, y desde ahí comenzamos un trabajo pequeño. En 2007 ya salió el proyecto, vine al Brasil a hacer el casting, abrir el espacio, porque el requisito era que ellos mismos tenían que actuar. Marco había estado en la zona y vio que eran desenvueltos y que podían aprender el lenguaje cinematográfico”, cuenta.

 

Así fue que llegaron hasta la Reserva de Dourados, que tiene 12 mil habitantes “que hoy viven hacinados en un territorio de 3 mil Ha”, dice. También visitaron Panambizinho a 17 km de allí, “territorio ganado después de mucho años de lucha donde viven 400 personas en un terreno de 1.260 Há., allí viven bien, tienen espacio, todavía no tienen árboles porque es un terreno que se volvió a recuperar de los sojeros, pero ya están creciendo”, comentó. El tercer lugar que visitaron fue Guyraroka “donde ellos hicieron la “retomada” de 50 Há., esperando recuperar las 15 mil Há. que les pertenece. Ahí viven otras 100 personas, 25 familias”, comentó.

 

“El impacto fue muy grande para ellos y la verdad que la experiencia muy rica. Tenés el caso de Ambrosio, el que hace del cacique Nadio, que desde un principio entendió la profundidad del cine”, comentó. “Es una forma de que nuestro grito llegue a muchos otros lados, esto vamos a hacer y va a correr solo, me decía”, recuerda Palacios.

“Y fue así, llegaron a Milán a presentar la película, se hicieron encuentros con dirigentes, luchadores e indigenistas, se creo un fondo guaraní en la Survival, para seguir apoyando el trabajo de ellos y por otro lado en Brasil se mostró una película osada, tocada desde adentro en la que ganaron los artistas, los creadores, los luchadores sociales, todos”, expuso.

 

El punto más alto (subtítulo)

“Paraguay fue lo más grosso de la gira”, asegura Lalo que lleva dos años recorriendo el mundo con la película que se rodó en el 2007 y que fue muy bien recibida en su estreno mundial en el Festival de Venecia del 2008.

“Fue increíblemente emocionante, ellos mismos, los actores kaiowas se emocionaron como nunca antes y vimos un publico deseoso de cine de autor, publico respetuoso, y agradecido también”.

Además de la muestra en el Zalazar, la película se presentó en las comunidades guaraníes de Cerro Poty, en

 

Lambaré, en Ita Guasu, Amambay y también tuvo una proyección en el Auditorio Alberto Morelos de la gobernación de Amambay, en Pedro Juan Caballero. “Pero para mí lo más impresionante de todo fue como los kaiowas se identificaron más con Paraguay que con Brasil. Ellos se sienten más parte de este lado, fue increíble como era idéntico el saludo de la gente de Lambaré que el de ellos, las mismas palabras, los mismos movimientos, una cosa que te permite dimensionar cómo se han roto los vínculos entre nosotros”, contó.

 

A raíz del éxito de la presentación, el próximo 8 de abril, podrá versela nuevamente en el Juan de Zalazar. “Estamos peleando también para que en Paraguay se puedan tener los derechos de reproducción y se pueda mover la película, se la pueda pasar en la tele, los cines comerciales, los barrios, etc”, contó.

“Aprendimos que somos nosotros los que tenemos que contar nuestra historia, me dijeron al final, me quedo con todo lo que eso vale”, dice Lalo con la mirada clara.

 

Financiación pública

“La película fue financiada en un 90% por el Ministerio de los Bienes Culturales de Italia”, cuenta Lalo para ejemplificar las diferencias en los puntos de partida.  Palacio vivió años en Italia y recuerda que para el país es una política de estado financiar el cine. “Tienen más de 100 años de historia en el cine y tremendos productores ejecutivos”, recordó comentando que para esta película se contó con Amadeo Pagani, “un director ejecutivo que trabajó en las tres ultimas películas de Becchis, inclusive en Angelopolis, la más conocida”. Becchis es también autor de la impresionante Garage Olimpo.

En Brasil la productora Gullane se encargó de llevar adelante el proyecto. “Trabajamos 8 meses y llegamos a buen puerto”, contó. La película se llamó “Terra del uomini rossi”, en italiano y “Terra Vermelha” en Brasil.

 

Ovación en Venecia

“Fue impresionante estar en Venecia donde tuvimos una ovación de minutos, inclusive tuvimos chances de ganar la Mostra, pero finalmente ganó El Luchador, la del regreso de Mickey Rourke y lo justificaron con cosas increíbles”, se lamenta Lalo.

 

“Conseguir algún premio hubiera hecho más fácil la entrada a otros países, pero haber estado ya fue un paso grande y positivo. Se pudo apreciar que se conmovía con una obra lejana para ellos pero también no tanto porque son inteligentes”, expuso.

 

Becchis dice siempre que la suya “es una búsqueda estética, porque si van a seguir contando historias de spaghettis, y pizza, no van a conmover a nadie. En sus  4 películas hizo temas de Latinoamérica”, contó el actor.

Sobre los proyectos futuros mencionó que pretende hacer una muestra de la obra de Becchis en el Juan de Salazar. “Queremos traerle al director que quiere conocer , recorrer comunidades con la película, estamos con la Secretaría de Cultura, el viceministerio de la Juventud, para idear la manera de concretarlo”, anunció.

 

Basada en hechos reales

“Hay que entender que todo lo que está expuesto en el relato es real, está guionado, pero las cosas pasaron, entonces fue todo un tema cuando había que discutir ciertas cosas para las que ellos necesariamente recurren al aty guasu”, agrega Lalo. Como ejemplo recuerda que los kaiowas compusieron canciones nuevas para cantar en la película para no tener que profanar sus cantos sagrados.

 

La empresa arrancó el 20 de agosto de 2007 y tuvo 10 semanas de rodaje. “Fue una cosa increíble, 150 técnicos, elenco de actores profesionales y elenco de indígenas más los equipos de fotografía, sonido, arte, el cine es un aparato terrible”, se ríe. Cuenta la cosa tuvo sus beneficios económicos para Dourados, “pero también ganó Pedro Juan porque los italianos venían a Casa China a comprar allí”, comenta Lalo que nació en La Terraza del País.

 

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Por Mariel Cristaldo -

PARAGUAY BUSCA PROTEGER A ÚLTIMOS INDÍGENAS AISLADOS

Una de las pocas comunidades de indígenas aislados de Sudamérica sobrevivió por décadas al acoso del "progreso" en el norte de Paraguay, pero las autoridades esperan garantizarles pronto sus tierras ancestrales para que sigan viviendo lejos del "hombre blanco".
Se trata de un grupo de la etnia Ayoreo Totobiegosode, que habita los bosques secos de la poco poblada de región del Alto Chaco, a unos 750 kilómetros al norte de Asunción, cercana a las fronteras con Brasil y Bolivia.
Es la única comunidad silvícola conocida fuera del Amazonas, pero la expansión de la ganadería en la zona podría obligarlos a abandonar su modo de vida, ante la apertura de caminos y la paulatina sustitución de bosques por pasturas, según denuncian ayoreos que dejaron los montes décadas atrás.
"La penetración en sus tierras es muy fuerte. Están huyendo de las topadoras, del desmonte, y es cada vez es más reducida su capacidad de subsistencia como pueblo que evita el contacto", dijo a Reuters Gladys Casaccia de la organización no gubernamental Gente, Ambiente y Territorio (GAT).
GAT trabaja junto a una comunidad fundada por ayoreos totobiegosode, quienes fueron sacados de los bosques hace más de 20 años por misioneros y que a mediados de la década de 1990 decidieron volver a sus antiguas tierras para proteger a sus parientes aislados y vivir según a sus tradiciones.
Actualmente unas 30 familias viven en dos aldeas en los límites de los bosques donde se encuentran los no contactados.
Allí instalaron una escuela y desarrollan cultivos de subsistencia, que complementan con la caza y la recolección, especialmente de miel silvestre que luego venden para abastecerse de lo que el bosque no les da.
La presidenta del Instituto Paraguayo del Indígena (INDI) Lidia Acuña, dijo que es prioridad para el Gobierno proteger al grupo silvícola. La institución careció de fondos para la compra de tierras por años, pero en el 2011 tendrá un aumento presupuestario para atender el reclamo de los Ayoreo.
"Se está en negociaciones y habría posibilidad de una compra y de proteger el área. Creo que hay cierta apertura (...) y luego de ponerles (a los propietarios) al tanto de que vamos a tener un presupuesto para ese fin, han cambiado aquellos que estaban tan renuentes a vender", dijo Acuña.
CALABAZAS, POROTOS Y MIEL
El INDI estima que entre 30 a 50 personas formarían el grupo aislado, que evita a los extraños, mantiene una vida nómada y se sustenta de la caza de animales silvestres, la recolección y de algunos cultivos como calabazas y porotos.
La comunidad aislada se traslada con frecuencia en busca de fuentes de agua, miel silvestre y animales que cazar, para lo que utilizan arcos, flechas y lanzas. No usan ropa, pero fabrican un tejido de hojas de una planta llamada caraguatá para mantas y bolsos donde cargan sus vasijas de barro.
"Si se llegaran a proteger esas tierras, podrían mantenerse aislados. Pero si se van reduciendo, es inexorable que ellos van a entrar en contacto en cualquier momento", explicó Acuña.
Un contacto forzado podría ser catastrófico para los indígenas por el riesgo de contraer enfermedades para las que no tienen defensas o de enfrentamientos con peones de haciendas que se dedican a la cría de ganado en la zona.
La población indígena paraguaya es de casi 110.000 personas y representa a menos del 2 por ciento del total de habitantes del país. La mayoría vive en el Chaco y realiza trabajos pesados en las prósperas colonias menonitas o en haciendas.
Los Ayoreo, una etnia que habita también la región sur de Bolivia, son unos 2.000, que se dividen en tres sub grupos. El de los totobiegosode fue el último en ser contactado en 1979.
El último contacto con los silvícolas fue en el 2004, cuando un grupo que huía de topadoras se acercó a sus parientes contactados y durante un emotivo reencuentro les relató en lengua nativa sus problemas para conseguir agua y sus temores ante la apertura de caminos en los bosques.
Los "cojñone", que en lengua ayoreo significa "hombres extraños" estaban transformando sus espacios y sus lugares de referencias naturales.
Luego fueron vistos desde lejos en noviembre del 2009 y por última vez en mayo de este año, según informes de la GAT.
LARGO RECLAMO
Los totobiegosodes que dejaron el bosque piden al Gobierno las tierras que consideran su territorio ancestral desde 1993.
"Ellos pidieron una superficie grande para cautelar la vida de sus parientes en el monte, que son nómadas y no innovan los bosques sino que viven de ellos y con ellos", dijo Casaccia.
Para lograr su objetivo, los indígenas deben unificar sus tierras, que están divididas en dos bloques por extensas propiedades privadas que aún mantienen bosques nativos.
Una de estas propiedades pertenece a la empresa de capital brasileño Yaguareté Pora, que se instaló en la zona hace unos cinco años con planes de desarrollar la ganadería. Los Ayoreo piden la compra de unas 40.000 hectáreas, de las 78.000 que posee la firma.
El reclamo de los indígenas impulsó el retiro de la licencia ambiental a la empresa, lo que le impide realizar trabajos. La firma recurrió a la justicia para revertir la decisión, en un litigio que aún debe ser resuelto.
Yaguareté Pora creó una reserva forestal privada vecina a las tierras de los Ayoreo en la que permitirá el ingreso de los indígenas, según su página de internet. Pero el proyecto es rechazado por GAT porque considera que no respeta el derecho de autodeterminación de los nativos.
El Gobierno del presidente Fernando Lugo, que prometió dar un especial cuidado a los indígenas para que dejen de ser una población postergada, confía en llegar a una solución.
"Es necesario acordar en forma conjunta la protección de eso (el territorio) para que los indígenas puedan estar tranquilos y los demás sigan trabajando", dijo Acuña.