CUANDO UNO ES AUTORIDAD TIENE QUE TRATAR DE SER UN EDUCADOR CON EL TESTIMONIO, CON EL EJEMPLO, Y ESO LE LLEGA A LA GENTE
- José María Costa
¿Se recuerdan de Feliciano Martínez? Fue el intendente que convirtió a Atyrá en la ciudad más limpia del país, la “capital ecológica del Paraguay” y la “octava ciudad más saludable del mundo”. Don Feliciano fue electo intendente como representante de la ANR, pero trabajó con el sentido ciudadano: incorporando a todos los atyreños en su proyecto municipal. Con el ejemplo y el trabajo cotidiano con los vecinos, construyó una visión para los atyreños y logró transformar la cultura de los habitantes de esa ciudad. Durante 5 años, Atyrá fue mirada como un ejemplo, como un oasis de salud y limpieza en medio de las malas prácticas. La gente de Atyrá se llenó de orgullo con esta conquista comunitaria y la hizo suya.
En la siguiente elección, sin embargo, Don Feliciano perdió. Pudo más el prebendarismo. Y fue el final del proyecto de Atyra limpia. Años más tarde, otro partido, no el suyo, ofreció una banca senatorial a Don Feliciano.
¿A qué viene todo esto? A que en las elecciones del domingo 7 de noviembre, muchos ciudadanos quizás esperemos encontrar algunos émulos de Don Feliciano en las papeletas de votación. ¿Podemos esperar que haya más “Felicianos” que nos ayuden a los ciudadanos a soñar y construir un cambio real, un cambio de cultura, un cambio de actitudes, un cambio de vida para nuestros municipios y para nuestro país?
Siendo realistas, sin embargo, resulta difícil hallar tales réplicas de un verdadero líder comunitario. ¡Cuánta basura política sigue llenando nuestras jornadas electorales! ¡Cuántas sábanas nos meten como listas de “honorables concejales” sin que podamos discernir ni optar realmente! ¡Cuánta mentira disfrazada de propuesta electoral ha inundado y sigue llenando el espacio político! ¡Cuánta frustración tras otra marca la historia de nuestras jornadas electorales!
Los comicios municipales son una ocasión para ejercer una porción de nuestro compromiso ciudadano. El voto, sin embargo, no lo es todo. Allí apenas empieza nuestro deber que debe extenderse durante el tiempo siguiente controlando a los electos, reclamando el cumplimiento de las promesas electorales, escudriñando sus actuaciones públicas y sus actitudes privadas que pudieran afectar al interés público, e incorporándonos con una participación activa a la tarea de construir la democracia local.
El secreto del éxito de la Atyra de Don Feliciano era el liderazgo democrático y altruista de su intendente, pero también la participación promovida. “La motivación no se impone, se imprime. Cuando uno es autoridad tiene que tratar de ser un educador con el testimonio, con el ejemplo, y eso le llega a la gente”, decía Don Feliciano.
La tarea de Don Feliciano y su Atyrá de aquél tiempo fue y sigue siendo un ejemplo. Pero la otra cara de la moneda se ve, en la misma historia, con el triunfo de la politiquería y el prebendarismo que terminan corroyendo los valores y los logros comunitarios.
Entendamos: elegir responsablemente intendentes y concejales apenas es parte de la historia y del compromiso que tenemos. Lo principal, además del voto, viene con la participación como ciudadanos a la que estamos obligados todos.
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