LA TENDINITIS, EN CUBA
La partida, en el día de la fecha, del presidente Lugo hacia La Habana, Cuba, es todo un símbolo que merece reflexión, pues expone la manera en que el primer mandatario ve su función.
En el tratamiento de su cáncer, la decisión de realizarlo fuera del país se justificó por la inexistencia en Paraguay de los elementos de diagnóstico y control de última generación que ayudan con más eficacia a derrotar a la enfermedad.
Y se justificó porque el cáncer, además, es una enfermedad que puede llevar a la muerte a quienes la padecen y el país debía evitar el trauma de un presidente fallecido debido a ella.
A pesar de esas consideraciones, muchos oncólogos paraguayos cuestionaron ya entonces la decisión del presidente de tratarse en el exterior, señalando que, aún con las limitaciones existentes aquí, muchos pacientes han superado el cáncer sin necesidad de salir del país.
Pero la tendinitis es otra cosa. No es una dolencia potencialmente mortal. Y Paraguay dispone de todos los elementos necesarios para tratarla al mismo nivel que en cualquier otro país del mundo, incluida Cuba.
El presidente de la República del Paraguay representa al Estado (Artículo 238 de la Constitución). Lo que haga o deje de hacer habla, a los paraguayos y al mundo, sobre lo que Paraguay es y no es.
Que el presidente desprecie a la medicina paraguaya para tratarse una tendinitis está diciendo a la ciudadanía que la medicina que se le ofrece aquí no merece aprecio, ni siquiera para atender a un mal menor.
El mensaje lo transmite el mismísimo administrador general del Estado, por lo que no puede tener mayor impacto que este en la opinión pública que se pregunta, con razón, si no conviene buscar médicos para la tendinitis en cualquier otra parte.
Y que vaya a atenderse a Cuba dice también alguna cosa.
Cuba es un país aliado y amigo de Paraguay y esta columna no pretende discutir la calidad o la utilidad de la amistad y alianza con Cuba. No es ese el objeto de la siguiente consideración.
La reconocida neurocirujana cubana Hilda Molina, quien perteneció por años al círculo íntimo del entonces presidente isleño Fidel Castro, relata en su libro “Mi Verdad” que el sistema cubano de salud se usa para recaudar fondos para el gobierno, retaceando camas, medicinas y calidad a los ciudadanos de Cuba, que son puestos en segundo lugar en la lista de espera cuando hay un extranjero interesado.
Esa situación de privilegio es la que va a aprovechar Fernando Lugo, sin decir si va a gozar de una invitación para el efecto del gobierno de Cuba, en cuyo caso nada hay que discutir, o si hará pagar a los contribuyentes paraguayos los precios con que el sistema de salud cubano recauda fondos para su gobierno.
A falta de información oficial consolidada, hay lugar para reclamar que el dinero público que se usará en el viaje presidencial bien podía haberse invertido en mejorar los tratamientos de tendinitis en Paraguay; en mejorar la formación de los médicos que tratan la tendinitis; en adquirir para los hospitales públicos los instrumentos necesarios.
Pero se gastarán esos recursos en Cuba.
Por si todo esto fuera poco, el entorno cercano de Fernando Lugo agregó confusión al tema, al señalar que, en realidad, el presidente le miente al país sobre el motivo de su viaje pues lo que quiere en Cuba es bajar de peso. Un presidente no tiene derecho a mentir, tiene prohibido por la Constitución mentir.
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