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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

CUIDEMOS AL CUIDACOCHE

  • Alcibiades González Delvalle

En nuestro país formalizar lo informal es siempre una tarea difícil si no imposible. Suele ser porque el informal quiere seguir siéndolo o porque, queriendo formalizarse, se le obstaculiza el camino. Este es el caso del cuidacoches.

Con estos trabajadores –son trabajadores– se acude a lo que ya es un lugar común para mantenerlos en la marginalidad: tortoleros, abusivos, extorsionadores, etc. Sí, hay quienes lo son. Hay delincuentes entre ellos. El problema es la generalidad a la que es injusto acudir para calificar a un colectivo que procura, desde hace tiempo, integrarse legalmente al resto de la población que trabaja.    

La ex concejal Rocío Casco en agosto del año pasado presentó un proyecto de Ordenanza, “Del cuidado de rodados en la vía pública”, que busca proteger a los trabajadores y a los propietarios que dejan sus vehículos en la vía pública.    

Tal proyecto continúa siendo proyecto. Para que deje de serlo, la concejal Karina Rodríguez revivió el tema en estos días por tratarse de “una problemática social que está presente cotidianamente y que como autoridades electas por el pueblo asunceno debemos considerarla, analizarla y arbitrar los medios necesarios para proponer acciones que tiendan a subsanarla”.    

Extrañamente, esta preocupación reverdecida volvió a enfurecer a mucha gente con los reiterados argumentos de que “se va a proteger la delincuencia”; lo que hay que hacer es “impedir que sigan asaltando a los automovilistas”; de convertirse el proyecto en Ordenanza, “esos delincuentes se van a blanquear”. En fin, se leyó y se escuchó de todo, menos una idea sensata, una reflexión serena, que encuentre la solución de un problema que está ahí, que se hizo carne y habita entre nosotros.    

La iniciativa de Rocío Casco, prolongada por Karina Rodríguez, no es un tema traído de la nada. Ante la amenaza de una ley que los borre, los mismos cuidacoches se organizaron y buscaron a una legisladora municipal que escuchase y atendiese sus demandas sin olvidar, claro está, los derechos de los propietarios de autovehículos.    

El artículo 5 del citado proyecto establece: “Los cuidadores de rodados en la vía pública censados y registrados por el municipio, deberán identificarse con un chaleco que poseerá un número identificatorio correspondiente a su registro, y una credencial personal e intransferible que poseerá los datos del cuidador, foto del mismo, su número de inscripción al registro y número de cédula de identidad…”. 

El planteamiento de la ex concejal, y la actual, busca terminar con la peligrosa clandestinidad de los cuidadoches.

Los propietarios de los vehículos saldrán ganando frente a la certeza de que el cuidador también está siendo cuidado; sabrán quiénes son y qué responsabilidades tienen; se irán a su oficina, o donde fuere, con la tranquilidad de que encontrará su automóvil tal como lo había dejado. Hasta es posible que disminuyan los robos.    

También se integrará a un numeroso grupo humano al resto de la sociedad. Grupo humano que busca un sitio bajo el sol amparado en sus derechos por una legislación municipal que acepte, y asuma, que los cuidacoches son una realidad que debe ser atendida. Si hasta hoy muchos de ellos son un problema, nada habremos avanzado en la solución con una ley que los suprima porque, sencillamente, el problema no se va a suprimir.    

Con una Ordenanza justa, vamos a cuidar a los cuidacoches. Hasta ahora nos cuidamos de los cuidacoches.    

 

http://www.abc.com.py/nota/cuidemos-al-cuidacoche/

13 comentarios

Anónimo -

Cuidacoches, la rabia continúa


por Lourdes Peralta

El problema que se ha creado respecto a los cuidacoches es uno de los que más preocupa ahora a la sociedad asuncena. Sin embargo, tiene su lado bueno porque descubre nuestra capacidad de reacción y organización colectiva. Las partes se enfrentaron, y dentro de ellas hay, otra vez, subdivisiones y posturas. Si algo se formó en las sociedades latinoamericanas es una confusa escala de clases sociales.

En este debate rabioso no todos ambicionan ser justos, algunos le tiran la carga al Estado no para que acabe el subempleo sino para no ser molestados por los que llaman “delincuentes”. Pero eso es un parche tan inválido como el que alientan Karina Rodríguez y compañía. Otros correctamente defienden la calle como lugar libre, y otros, aún teniendo coche, dicen que legalizar a los cuidacoches está bien.


Este acoso que sufren los dueños de vehículos no tendrá fin hasta que nos tratemos socio-terapéuticamente. Cuando no hay ideologías que convenzan ni de derecha ni de izquierda, lo inteligente es deshacernos del fanatismo y aferrarnos a valores verdaderos para hallar el centro, el equilibrio. Si en casa descubrimos que hay kupi’i, enseguida buscamos el nido, que siempre está bien lejos de la madera dañada. ¿Dónde y cuándo se inició el nido de este subempleo?

Al estilo de las terapias New Age respiremos hondo y hagamos memoria: cuando el autito dejaba de ser el resultado del trabajo honesto y en los patios de barrios de clase media los fieles escarabajitos empezaron a ser suplantados por haber 2, 3 hasta 4 autos lujosos; cuando la venta de autos robados, el negocio de autos viejos (en otros lados dados de baja) era común y conseguíamos para nuestro auto lindo, barato, sin papeles; cuando ni nos percatamos que aumentaba el tráfico capitalino y la contaminación y la enfermedad; cuando eso había sido que el subempleo de cuidar coches se gestaba en la panza hinchada de la miseria.

El auto ya no significa indefectiblemente haberse ganado algo honestamente, así que no sirve discutir si el raído es el delincuente y el trajeado el ejemplo ciudadano. Del auto da gusto la comodidad, utilidad y para muchísimos es una realización personal, pero también es un instrumento de provocación ante quienes no tienen opciones de calidad de vida. El viejo silogismo “todos los que trabajan tienen auto, yo trabajo, por lo tanto tengo auto”, parece ser el razonamiento predominante.

¿Cómo podemos hablar de igualdad y derechos de manera individual o sectorial? La sociedad no se rige por virtudes personales, la sociedad somos todos, nos guste o no. Antes que nada tenemos que definir, y esto sí es individual, si la rabia es contra los cuidacoches o contra el subempleo.

Pero lo esencial en este tema, vale ponerlo al final para priorizarlo, es que el Gobierno tome medidas contra los crápulas del trasporte público, ¿o no tienen que ver en el asunto? Que aumente el pasaje, que las unidades sean deprimentes, que hagan reguladas, accidentes, maten, son las razones principales por las que se opta por el móvil propio. Todos sabemos que la mejor solución del mundo en el tema cuidacoches, es el buen servicio de trasporte público: menos taxis, menos autos particulares y apoyo a, dos conceptos que nos rehusamos a incorporar en nuestra mente: lo ecológico y colectivo. Quizás convertir a los cuidacoches en choferes de ómnibus sería una mejor manera de encauzar vidas y lograr gran parte del orden social.

Anónimo -

que hacemos señoressssss

Vale la pena compartir esta experiencia.. y tomar accion!.. ahí les va..
Comparto una experiencia. Ayer paré el auto en el semáforo en Perú y Mariscal López a las 15:00. Venia del trabajo, estaba harto, cansado, nervioso…; se acerca el infaltable limpiavidrios y desparrama una especie de orín de gato por el parabrisas; enciendo el limpiaparabrisas (que es una señala universal inventada por los paraguayos para decir “no gracias carajo”), pero enojado el muchachón (unos 30 años) rompe el cepillo de goma (el del auto).
Me bajé y le encaré con mis 93 kilos y trescientas mil canas a cuestas, y el hdep me derrama agua, corre, agarra una piedra y me dice que me vaya o adiós mi parabrisas. Subo al auto y me voy pensando en la sociedad de mierda que tenemos y otras cosas parecidas; pero de pronto me digo que algo hay que hacer, antes que el hdep te haga lo mismo a vos, o a tu esposa, hijo o nieto, o alguien con menos autocontrol que yo lo muela a patadas y termine en cana.
Decido perder tiempo y envejecer un poco más y voy a la Comisaría Sexta, hablo con el oficial de guardia a quien le relato el hecho. (Aclaro: la rabia no es por un cepillo de goma, sino por el hecho). Pido que un oficial me acompañe, acceden y les llevo hasta el sitio (Perú y Mcal. López), por lo menos para identificar al hp. Llegamos, lo vemos haciendo de las suyas (la misma cosa) con una mujer al volante. Se le llama y qué resulta? Un toco de yerba en su champión, seis entradas en Tacumbú por Lesión grave, Hurto agravado, etc. Pero me caigo de culo cuando el hp saca un celular (que hizo empalidecer el humilde Nokia que me regaló mi hija), y le llama a…? SU ABOGADO!!!!!
En diez minutos se presenta un abogado (con minúsculas), que en una especie de castellano aprendido de mala gana en alguna facultad de medio pelo (de esas que ahora pululan en cada barrio), nos dá una cátedra de jurisprudencia concluyendo que, palabras mas o menos, “no hay hecho punible”, y que en todo caso el agresor fui yo por que me bajé de auto a encararlo al hp. Le pregunto al “abogado defensor” si sabe que “su cliente” tiene seis entradas en Tacumbú y es un inadaptado social (como menos), y recibo esta respuesta: “Seis entradas? Uté puede mirar su espediente, y va a ver etimado colega que ya hemo borrado todo esos antecedentes que habían en el prontuario del susodicho…”…
Yo les digo una cosa: si estamos expuestos a que un limpiavidrios con prontuarios penales de dos paginas, que a las tres de la tarde está “volado” en plena calle creyéndose Rambo VII, con abogados que viven de darles cobertura (supongo que hay una especie de minga a la que todos contribuimos con moneditas para pagar honorarios), y a un sistema que permite borrar los antecedentes penales como si se tratara de una libreta de almacén, solo nos quedan estas opciones: o te callás, o te comprás una Smith & Wesson. Adivinen que opción elegí… (Y dejen de dar moneditas en la calle, hay otras formas de hacer caridad de verdad).

Pedro Halley – Abogado - Matriculo 3670 (con ruego de hacer correr este mail)

Guido Rodríguez Alcalá -

¿CERVEZA O CUIDADOCHES?

Se armaría un escándalo si algún predicador dijera: "Estamos en Cuaresma, así que vamos a cerrar la calle para leer la Biblia". El predicador correría el riesgo de ser apedreado en el acto. "¡Que se vaya a la Iglesia! ¿Qué derecho tiene a ocupar la calle?". Hasta los devotos pegarían el grito al cielo insistiendo en la separación de la Iglesia y el Estado. Lo que no se reclama es la separación de la cerveza y el Estado. Por eso, si unos farristas quieren cerrar la avenida Mariscal López para el carnaval, no hay ningún problema; que bailen y aperiten como tienen derecho los que tienen plata o no la tienen pero están dispuestos a la farra. Los embotellamientos de tráfico son problema de los demás. Si los demás no duermen, no hay problema, ¿por qué no van a respetar el derecho al barullo? Ellos, los barullentos, supuestamente representan al pueblo -aunque el pueblo tenga que trabajar, o trate de trabajar cuando no tiene trabajo a causa del desempleo agudo-. Nos dicen que el Paraguay real es el Paraguay del ruido; el Paraguay de los desinhibidos.

La verdad es que las inhibiciones, como decía el doctor Sigmund Freud, pueden producir trastornos emocionales. Freud decía también que la completa falta de inhibiciones (de súper ego, como la llamaba él) es causa de tontería. Y para eso apuntamos con esta costumbre de nivelar para abajo. Ensordecer a los vecinos con la cachaca se considera normal; pedirles un poco de silencio para poder trabajar se considera un abuso. Hay que ser como todo el mundo -como los tontos que se declaran mayoría-.

Confieso que la lluvia torrencial del sábado pasado me hizo sentir bien. Fue un castigo de la naturaleza para quienes nos castigan con su privatización de las calles. Por desgracia la naturaleza no es justa todos los días y tenemos que aguantar ese tipo de abusos, que comienzan a parecernos normales, dependiendo de quién sea. Hay muchas quejas contra los cuidacoches, porque se apropian de espacios públicos. Las quejas son justificadas pero, cambiando lo que se debe cambiar, es lo que hicieron los farristas del carnaval de fin de semana. ¿Qué derecho tenían ellos para cobrar entrada para estar en un lugar que es de todos los asuncenos que pagan sus impuestos? ¿Qué derecho tenían a negarnos la circulación por ese espacio público? ¿Por qué siguieron molestando el lunes por la mañana, dejando sus tinglados en la calle?

En el fondo, aquí hay un prejuicio de clase. Molestan los cuidacoches porque están mal vestidos; no molestan las pasistas porque están bien desvestidas. Legalmente, ni unos ni otras tienen derecho a apropiarse de lo ajeno. Cuando se comienzan a conceder privilegios ya no hay forma de parar. A unas porque son lindas; a otros porque no tienen plata; a otros porque tienen influencia política -a todos se les concede más de lo justo-. Y así Asunción y las demás ciudades del país se convierten en ciudades completamente invivibles, donde unos utilizan la calle como negocio, otros como baño y otros como lo que sea.

Para terminar, aclaro que no me gusta que se imponga la Biblia por la fuerza. Es lo que trató de hacer la Inquisición con resultado funesto. Pero no estamos en los tiempos del viejo Torquemada, sino más bien en los de aquel pueblo llamado Sodoma, donde la muchachada decidió forzar al ángel enviado por el Señor -lo que en jerga moderna llamaríamos desublimación represiva-.

Anónimo -

La bomba está encendida
de Pepa Josefina Kostianovsky
Sábado, 26 de marzo de 2011 a las 19:42
Al principio lavaban autos o limpiaban los parabrisas por unas monedas.
Eran el síntoma de un mal grave, falta de empleo y campo empobrecido. Migraban a la ciudad buscando sobrevivir, se instalaban en los reductos de la precariedad y salían a “rebuscarse”. Con sus críos a cuestas, advirtieron que estos despertaban compasión, y los fueron mandando al frente.
Los niños de la calle se reproducen, tanto por el aumento de la población, como por la propia biología, que en la promiscuidad los hace precoces.
Desde el principio se hizo evidente que ese espacio de incontención y de autosupervivencia sin pautas ni protección alguna, los condenaba a ser sociópatas, personas sin reglas, sin valores, sin gratitudes, y esencialmente sin deudas ni obligaciones .Quien nada ha recibido , nada tiene que retribuir.
Ttoneladas de papeles y centenas de millones de dólares se gastaron en teorizar sobre ellos, en paneles, conferencias, censos, publicaciones, películas, estadísticas, congresos , organismos internacionales, ministerios, secretarias, organismos no gubernamentales, simposios, seminarios y los discursos de todos los políticos. Pero nunca se aplicó una Política de fondo, que atacara la causa original y los rescatara.
Quedaron allí como la espuma de un caldo bizarro, de un pantano de marginalidad.
Fueron clientela de todos los populismos. Y en la competencia de “quien los ama más”, emergieron los ideólogos del Plan Mágico, del Abracadabra que de un día para otro los transformaría . Con la simple varita mágica de un Carnet, la actividad de los cuidacoches pasaría a ser un trabajo formal y ellos serían “dignificados” .
No importa que lo que ellos hagan no sea un servicio real, que no estén en condiciones de cuidar un coche porque ni pueden detener a un ocasional ladrón, ni evitar que otro conductor lo choque en una mala maniobra, nada. No interesa que ese es un trabajo que corresponde a la Policia . Ni que los dueños de los automóviles no deben pagar por ello, porque la Seguridad es un servicio que el Estado debe brindar en correspondencia a las tributaciones impositivas.
Y menos aun importa, que ellos sigan viviendo en las mismas condiciones, recibiendo dinero por un trabajo que no hacen, de gente que no tiene obligación de pagarles. Y en la calle, sin capacitación, ni contención, ni oportunidad, ni futuro. Es decir, en las mismas condiciones humillantes. Sin dignificación alguna.
Una realidad que estaba latente, y a la espera de una solución política de fondo, se convirtió en un conflicto cada día más violento.
Por un lado, ellos se envalentonaron en su supuesto derecho a exigir el pago, y alentados por el populismo rampante, actúan como organizaciones mafiosas, amenazando, atacando, armándose, chantajeando, lastimando. No sería extraño que hasta lleguen a matar, para advertirnos sobre “su poder”.
Por el otro, surge la reacción de ciudadanos que reciben el chantaje, la amenaza, el ataque. Que se sienten sitiados por la inseguridad, y que entre el miedo y las pocas ganas de atender causas ni circunstancias, piden que los eliminen. La cárcel, el paredón, campos de concentración, cámaras de gas, dictadura militar, cualquier cosa que acabe con los “molestos y peligrosos cuidacoches “. Tambien empiezan a organizarse para reclamar, y personalmente, me asusto al reconocer a gente joven o madura, muchos de ellos han dado testimonios de conciencia y de solidaridad. Pero hoy están dominados por la rabia y el temor.
Hemos llegado a ese punto histórico en que la gente abrumada por el accionar de fuerzas políticas fundamentalistas, o de organizaciones mafiosas , reclama Gobiernos de Mano Dura, llama a las puertas de los cuarteles y a cambio de Orden y Seguridad, ofrece como prenda la Libertad.
Es el resultado, si, de postergaciones, desidias y abusos seculares. Una bomba de tiempo. Y el populismo ha encendido la mecha. Nunca sabremos si lo hicieron de puro irresponsables o si esa era la intención.

Daniel -

Si se legaliza el trabajo de los cuidacoches, haciendo que una empresa, seria, les de implementos y herramientas que "profesionalicen" su función... ¿Nos daría a los usuarios herramientas legales para reclamar antes algún acto delictivo?, si es así, no veo el problema. Pero, del dicho al hecho hay mucho trecho.

Mario Ferreiro -

No cuenten conmigo

Discúlpenme, pero no cuenten conmigo para convencerme de que debo perseguir cuidacoches, ocultar niños de la calle, disimular cifras de adictos, o para sermonearme todos los días que la pobreza no justifica la delincuencia. No me convoquen para adherirme a la persecución de los que menos tienen, ni para justificar limpiezas étnicas que no me interesan. No cuenten con mi voz ni mi mente para convencer a la gente de que alguien tiene que hacer algo, y que así ya no se puede vivir.

No me anoten para seguir enrejando plazas ni suscribir frases como aquellas que aseguran que la gente es pobre porque quiere, porque no le gusta trabajar simplemente. No me hagan parafrasear a Susanita, de Mafalda, ni busquen convencerme de que el único método es aniquilar o exterminar supuestos delincuentes, como aquellos escuadrones de la muerte que asolaron las ciudades brasileñas de los años 80.

No me anoten para perseguir minorías ni me escojan como paladín de cruzadas moralistas que generan más odio que paz en una sociedad suficientemente fragmentada. Que nadie ose hacerme chistes sobre la ventaja de otros países desarrollados que tuvieron la genial idea de liquidar sin más preámbulos sus poblaciones indígenas. Basta de tratar de convencerme de que los campesinos sin tierra son todos bandidos y que no existen tierras malhabidas en el Paraguay.

Ni me rocen con sus pensamientos neonazis de pacotilla, ni pretendan que yo me siga sentando en la misma mesa de quienes en realidad añoran los tiempos en que muchas de estas barbaridades no solo se pensaban, sino que se cometían directamente. No me hablen de judíos de mierda ni de malditos trolos. No me exijan juicio sumario y castigo ejemplar a los tortoleros mientras seguimos endiosando a los bandidos de guantes blancos.

En un país que creció más del 14% no se puede seguir sosteniendo una sociedad sobre el modelo de la exclusión salvaje de la mitad de la población. Eso lo entiende hasta un alumno de 3er. grado, pero lo siguen negando mis compañeros de generación acomodados en la tranquilidad financiera de sus pequeñas comarcas de poder, sin percatarse de que esa frágil torre de marfil se derrumbará más temprano que tarde ante tanta injusticia social.

Tampoco me importa mucho que me acusen de populista por no adherirme a la creciente oleada de indignación de señoras gordas ofendidas porque sus empleadas les robaron un corpiño. Poco me importa el bache que rompió mi 4X4 después de haber visitado Cateura. No siento mucha euforia bicentenaria cada vez que compruebo que 200 años no fueron suficientes para cambiar muchas mentalidades de los que detentan el verdadero poder en el Paraguay.

Mejor me quedo en mi vieja educación solidaria que no soluciona gran cosa, pero me deja dormir más tranquilo. Al fin y al cabo es lo que escuché y aprendí todos los días de mi vida felizmente vividos cuando mis padres todavía estaban en este mundo.

Guido Rodríguez Alcalá -

Empresarios de la pobreza

Sin ninguna duda, los cuidadores de autos son víctimas de la sociedad. Pero, ¿qué se gana con que haya más víctimas? Un hombre fue acuchillado por negarse a pagar. Otros fueron golpeados o debieron mandar sus autos a reparaciones por no pagar.

Esas personas también han sido víctimas, y el número de las víctimas aumentará en la medida en que cualquiera pueda exigir 20 o 25 mil guaraníes por permitir el estacionamiento de un auto (precio pagado por adelantado y muy superior de cualquier playa de estacionamiento).

Por cierto, hay cuidadores muy respetuosos y que realmente cuidan los autos. Lo malo está en que, una vez que se autoriza la privatización de las calles, se da carta blanca a los violentos, que se sienten con tanto y más derecho que los demás.

Por eso tiene sentido la postura de la concejala de Asunción Pepa Kostianovsky, completamente opuesta a esa usurpación del espacio urbano. Por simple populismo, no se deben hacer concesiones que a la larga van en perjuicio del pueblo que se dice favorecer.

La concejala tiene razón por varios motivos, comenzando por uno de carácter local. La Municipalidad de Asunción debe utilizar racionalmente su espacio y sus recursos porque tiene demasiadas exigencias.

Como toda capital, Asunción atrae a gente del resto del país; debe pagar, por ejemplo, el mantenimiento de las calles por donde circulan miles de vehículos provenientes de otros municipios. Debe pagar la limpieza después de cada manifestación política organizada por residentes de otros municipios, y que pagan impuestos en ellos. Eso no tiene nada de sorprendente, pero obliga a reglamentar el uso del espacio público. Todo se volverá mucho peor si ciertos grupos particulares reglamentan a su manera por dónde van y por dónde no van los vehículos.

Y hay algo que va más allá de lo municipal. Alguna vez, en la capital y las demás ciudades, se debe hacer respetar la ley. Si uno autoriza la extorsión de ciertos cuidadores, debe reconocerles el mismo derecho a los peajeros, que cobran a los que van a pie. Debe autorizar la apropiación de calles, veredas y plazas.

Debe autorizar cualquier infracción. No vale el argumento mal llamado social: esa es gente pobre y necesita trabajar para vivir. No vale porque esa gente pobre beneficia a gente que no es pobre y recibe un porcentaje. Ningún pobre llegado del campo por necesidad se atreve a pararse en el medio de la calle para pedir plata; no se atreve si no tiene la protección de gente influyente.

Y esto vale para todo un gran negocio de la ilegalidad, donde hay trabajadores y empresarios. Empresarios clandestinos, pero empresarios, y con enormes márgenes de ganancia. Empresarios que ganan explotando la pobreza de los pobres e impidiéndoles que puedan dejar de ser pobres.

En otros países americanos, el ejército ha debido salir a la calle para enfrentar la ilegalidad. Una ilegalidad comenzada de modo más inocente, como la venta clandestina de cigarrillos, y terminada como venta de drogas y de armas. No hemos alcanzado tal extremo ni tampoco necesitamos alcanzarlo. Estamos a tiempo para hacer sentir, aquí y ahora, el valor de la legalidad con medios no militares.

Nelson Gómez -

Cuidacoches


Es realmente simpático verle a la novel concejala Karina Rodríguez defender a capa y espada su proyecto mediante el cual los “cuidacoches” tendrían chalecos y credenciales que les identifiquen como tales, ya que están reconocidos como asociación por el Ministerio de Trabajo... le sugiero a la Concejala futuros grupos que podrían irse sumando a su proyecto: asociaciones de “peajeros“, de “fumateros”, de “levantadores de autos”, de “motochorros”, de “polibandis”, entre otros, tomando como base su argumento de que “es una realidad social y se debe regular”. Hasta aquí la ironía.

La realidad es que, concejala, debería Ud. leer mejor las Ordenanzas Municipales que regulan el estacionamiento, el Código Penal, donde lo que realizan sus “protegidos” está tipificado como coacción, y la mismísima Constitución. A los asesores jurídicos de la Municipalidad les solicito una acción contra el Ministerio del Trabajo por aceptar una asociación desde todo punto de vista ilegal; y a Ud., Karina Rodríguez, me pongo a las órdenes para generar fuentes de capacitación que les permita a estos sres. trabajar de forma digna y legal, algo que ningún chaleco les va a proporcionar. Todos tenemos derecho a trabajar, pero en forma legal, y Ud. no fue elegida para transgredir ordenanzas ni leyes en nombre “de la realidad social instalada”.

chelobeltran -

De verdad que siguen con esta pelotudez !!! por que hay que ser pelotudo para llevar adelante una aberracion como esta. El ultimo parrafo del articulo dice "cuando se libero el estacionamiento en el centro" si el municipio libero esto, porque viene un grupo de vagos a pretender apoderarse de un espacio publico, es aberrante, un delito, absurdo, UNA PELOTUDEZ mayuscula, no puedo creer no haya alguien en la municipalidad que no vea lo aberrante de pretender legalizar a cuidacoches !!!

vicomart -

Seguro tienen antecedentes muchos, lo que no entiendo es, la vez pasada, el 1ro de febrero en: "Rodríguez insiste en formalizar a cuidacoches por %u201Cproblema social%u201D y "El P-MAS insiste en privatizar las calles", dicen que "2900 personas ya formarían parte de la asociación"....pero esta "Asociación" dice que tienen 1100 miembros, una diferencia muy grande, cuantos los que son?; ahora, desde el vamos ya está mal que exista una asociación de cuidacoches pues la actividad es ILEGAL!!! ni siquiera estoy de acuerdo con la colaboración a voluntad porque NO TIENEN POR QUE HACER LO QUE HACEN, ESTO ES COMPETENCIA DE LA POLICÍA, CUIDAR GENTE, AUNTOS, MOTOS, CARTELES, NEGOCIOS, TODO!!!! Me parece bien que los censen para identificarlos, QUE TENGA EL NUMERO DE CÉDULA TAMBIEN POR EL CARNET, pero como es el país de las maravillas, seguro que ya se están haciendo las falsificaciones correspondientes...igual, yo le rompo la cabeza al que me toque el auto o amenaza a mí y a mi familia.

Anónimo -

MUNICIPALIDAD ADMITE AUMENTO DE QUEJAS POR ABUSOS
Cuidacoches se oponen a censo que la Comuna realiza a raíz de denuncias


La Comuna capitalina inició un censo de cuidacoches ante el número de denuncias de chantajes expuestas por automovilistas. Dirigentes de este grupo, en busca de un cuestionado reconocimiento municipal, objetaron la actividad porque no se realiza con su observación.

“Nuestra preocupación es que se le involucre a gente que no sean cuidadores”, manifestó ayer Vicente Gómez, presidente de la denominada Asociación de Cuidadores de Vehículos de Asunción y Area Metropolitana.

Gómez dijo que, con este censo, la Municipalidad podría empadronar a tortoleros y ladrones, ya que dicha actividad no es realizada con el acompañamiento de sus miembros y autoridades.

Los cuidacoches actualmente buscan, con el respaldo de los partidos de izquierda Frente Guasu y P-MAS, que la Comuna capitalina los reconozca como trabajadores informales organizados.

Para los contribuyentes, eso sería el equivalente a legalizar el chantaje y la extorsión que sufren los automovilistas cuando estacionan sus vehículos en la vía pública.

El titular de la organización, supuestamente con 1.100 socios hasta ahora, señala en cambio que con el reconocimiento municipal buscan evitar que se produzcan los ilícitos y ganarse credibilidad de la gente.

“Si nosotros salimos de la calle, va a haber 4.000 bandidos más”, advirtió al tiempo de señalar que no tienen otra alternativa laboral. “Si sacamos 30 mil ó 40 mil guaraníes por día ya es mucho. El pago es a voluntad”, aseveró.

“Hay demasiadas denuncias”

La Lic. Mirian de Franco, directora de Participación Ciudadana de la Comuna, dijo a su turno que el citado censo se realiza para actualizar un listado del 2006, ante el elevado número de denuncias por abusos en los cobros e incluso robos. De esta manera, en caso de quejas, se identificaría más fácilmente a los culpables.

Manifestó que están dispuestos a contar con el acompañamiento de dicha asociación, pero que bajo ningún motivo les delegarán esta tarea. “Se presta a pensar que ellos son los que quieren incluir a ladrones”, se sinceró en un momento.

Recordó que los trabajos de coordinación con este sector se iniciaron en el 2001 cuando se liberó el estacionamiento en el centro. Finalmente, negó que el operativo sea impulsado ante la polémica suscitada ante el cuestionado proyecto de ordenanza en la Junta Municipal.

Horacio Isaías Enciso C. -

desde otra arista
SOY RETARDATARIO

Cuando uno ve a figuras jóvenes incursionar en la actividad política tiene esperanzas de que esta persona aporte algo positivo. Abre una luz en el escepticismo de uno, estado al que llega luego de haber sido testigo de muchas situaciones injustas y fuera de lugar en la sociedad.

Esa esperanza fue la que tuve cuando escuché a Karina Rodríguez en su campaña proselitista para concejal de Asunción. Me agradaba escuchar su interés por ayudar a los marginados de los bañados, las familias excluidas de la sociedad inequitativa, producto de largos años de políticas equivocadas, mezquinas y corruptas. La oía y decía: "Esta va a lograr algo".

Sin embargo, al leer las publicaciones sobre la propuesta de minuta que busca legalizar la extorsión, actividad ejercida por los supuestos cuidacoches, quedé profundamente decepcionado. Me equivoqué el pensar que Karina podía presentar un proyecto que apunte a dignificar a los más pobres (salvo que tenga alguna otra idea razonable para enmendar la equivocación de ahora).

Su propuesta va totalmente a contramano con lo que se debería desear para estas personas. Sería cambiar los trapos que los cuidacoches llevan en el hombro, por un chaleco identificatorio. ¿En qué cambia comparado a la situación actual?

Aplicando el criterio de Karina me pregunto: si se llegara a aprobar el intento de legalización de la extorsión a los automovilistas, ya que estamos: ¿Por qué no legalizamos de una vez la actividad de los peajeros? Si al fin y al cabo, también ellos son pobres, viven en el Bajo y necesitan dinero. También son producto de "60 años de latrocinio". La única diferencia que encuentro es que los peajeros, en lugar de rayar tu vehículo, "rayan" tu cuerpo.

El argumento de Karina es que no encuentran trabajo. Y me pregunto si estas personas quieren realmente trabajar, luego de escuchar a don Óscar, mi cuidador de auto que criticó el proyecto de Karina Rodríguez, expresando que "los que te exigen un monto alto son sinvergüenzas que no quieren trabajar. Los que quieren trabajar te ofrecen algo", concluyó.

¿Falta trabajo? Hace unos meses visité algunas empresas en la zona de Piribebuy, algunas de ellas ligadas a la producción cañera. En ese momento requerían de aproximadamente 150 operarios y no conseguían completar 70 y es una situación que se repite en varios sectores y en distintas zonas del país, por lo que la pregunta que surge es si realmente los cuidacoches no encuentran trabajo o es más fácil exigir dinero, con la advertencia de "no hacerse responsable si algo le pasa al vehículo".

Con este escenario, si la propuesta de Karina Rodríguez es el ejemplo de progresismo o modernismo que ofrece la izquierda, prefiero ser retardatario.

Flaminio Godoy Alfonso -

ACERCA DE LOS CUIDADORES DE COCHES
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He leído en los distintos medios de prensa sobre el caso de los cuidacoches. Me llama la atención que un simple hecho, propuesto por la concejal Karina Rodríguez, haya despertado tanto rencor, tanta "mala onda".

Según mi modesto entender esta señora solo quiere someter a consideración de la ciudadanía el hecho de que existe como fenómeno social y que no podemos eludir más. Debemos, entre todos los ciudadanos, buscar la solución a este problema.

No se trata de que se quiera privatizar las calles o que se quiere blanquear a los marginales, como afirma cierta gente, se trata de que las autoridades electas y encargadas de la administración de la ciudad por fin encuentren una solución al problema, y no seguir escondiéndolo como lo venían haciendo desde hace años.

No sé si la animadversión que ciertas personas tiene hacia la gente que se declara socialista o de izquierda es propaganda de ciertos medios o resabios de la dictadura, eso que pregonaba todos los días por décadas el nefasto programa de radio La Voz del Coloradismo: contra el comunismo; ateo, apátrida y sanguinario... contra la prédica subversiva que busca la división de la familia paraguaya...

Vamos, los tiempos han cambiado y debemos aggiornarnos para pasar de ciudadanos de 3ª a de 1ª. Estamos tan lejos de nuestros vecinos, nos falta tanto para ser un país en serio, pero debemos comenzar a cambiar alguna vez. No perdamos la oportunidad que la historia nos da ahora, después de 22 años de la caída de la dictadura stroessnerista, es el momento de empezar a analizar las cosas de forma más seria, más madura.

Preocupémonos de cosas que realmente están mal y que parece que a la gente le resbala: como el caso de una persona, funcionario público, y electo a la vez que cobra más de 32 millones de guaraníes, encima sin trabajar (se sabe ahora de este caso, pero ¿cuántos de estos individuos habrá?), eso nos debería sublevar.

Deberíamos ir a golpear las puertas de las instituciones que permiten esta barbaridad, esta burla al pueblo.

O casos como los que cobran el subsidio destinado a personas en estado de extrema pobreza. ¿No deberíamos ir a las instituciones y exigir que por lo menos devuelvan lo que robaron?

¿No nos debería preocupar más el tema de la reforma agraria o que nuestros compatriotas están siendo echados de sus tierras por poderosas multinacionales, que están enfermando gravemente a causa de los agrotóxicos?

¿No deberíamos reclamar a las autoridades la masiva invasión de extranjeros en nuestro territorio, y que estamos perdiendo día a día nuestros últimos recursos, nuestros últimos bosques?

¿Que del Chaco, al que fueron a defender nuestros abuelos y al que 40 mil de nuestros compatriotas brindaron sus vidas, ahora sean dueños los extranjeros de todas partes, arrasando con lo último que queda sin ningún control del Estado?

Creo que deberíamos ponernos a analizar qué es lo importante, cuáles son las prioridades y dejarnos de fanatismos ideológicos. A esta altura de la historia de la humanidad ya deberíamos saber que los comunistas no se comen a los niños.