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HA… CHE RETà PARAGUAY ✓

DE HOMENAJES GUA´U, OLVIDOS Y AFINES.

Moneco López

En la madrugada del pasado lunes, murió don Félix Giménez Gómez, famoso como Félix de Guarania.

Era un amante visceral del guaraní, cultor estudioso y pedagógico de esta hipócritamente calificada "segunda lengua oficial", y autor de ochenta y cinco libros, muchos de ellos en español, pero los más entrañables para él, en guaraní.

Su profusa obra incluye dos o tres diccionarios, que fueron reeditados varias veces, siendo el más relevante su Diccionario Etimológico Guaraní.

Don Félix, un señor en el completo y más profundo sentido de la palabra, ya no podía, en los últimos diez años por lo menos, moverse con la antigua comodidad que le permitía multiplicarse trabajando para cubrir los gastos de su hogar.

 

Los entes gubernamentales ligados a la educación y la cultura le dieron con generosidad toda clase de reconocimientos y distinciones, pero sin el complemento en metálico, que tanta falta le iba haciendo cada vez más.

 

En una ocasión dijo don Félix que cuantos más premios recibía (oficiales o de algunos círculos culturales privados), más pobre quedaba, pues debía gastar en ropa y transporte.

 

¿Por qué nadie pensó en ese detalle que estaba tan a la vista?

 

Ahora, capaz que se gaste en bustos y otros tipos de homenaje, más dinero del que hubiera precisado don Félix para vivir bien sus días finales y dejar sus asuntos en orden.

 

Luis León Bareiro, fallecido sin siquiera el reconocimiento lírico al cohete, tan bien manejado por ciertos culturosos.

 

Vivió con cierta holgura mediante la puntual ayuda monetaria de un reducido grupo de amigos liderado por Mario Ferreiro y Julio Escauriza.

 

Dos preguntitas finales: ¿cómo vive Efrén "Kamba'i" Echeverría, con la exigua pensión que le otorgó el Parlamento Nacional?

 

Y ¿cómo vive Roberto Thompson, un guitarrista excepcional, repentinamente invalidado por un accidente cerebrovascular sufrido años atrás?

 

Obviamente, las preguntas son retóricas. Pero como no debería ser así, guardo la esperanza de que algo cambie para bien, al menos para quienes todavía pueden beneficiarse, dentro de su dolorosa realidad.

 

 

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